Nace la nueva Iglesia ucraniana y la Ortodoxia se divide
La ceremonia de la entrega del Tomos de la auto-cefalia, celebrada ayer en Estambul, tuvo un fuerte carácter “nacional”, con Poroshenko sentado junto al altar, acompañado por su familia y varios ministros. Para Hilario y Chaplin del Patriarcado de Moscú, Bartolomé es “cismático” y “hereje”. El posible rechazo de las Iglesias ortodoxas polaca, serbia y checa. En Ucrania, la religión se mezcla con la política nacional, tal como sucede en Rusia. Hoy se festeja la Navidad en la catedral de Kiev. Temor por la posibilidad de que se produzcan luchas para apoderare de las estructuras eclesiásticas.
Moscú (AsiaNews) - La nueva Iglesia ucraniana auto-céfala ya es realidad, tras quedar consagrada por el Tomos de auto-cefalia entregado ayer en una solemne liturgia por el 6 de enero, vigilia de la Navidad ortodoxa, en la pequeña iglesia del Fanar en Estambul. El pequeño edificio del patriarcado de Constantinopla devino por un día el verdadero centro de atención mediática para los 250 millones de ortodoxos que pueblan el mundo.
La celebración estuvo copresidida por el patriarca Bartolomé (Archontonis) junto al nuevo metropolitano de Kiev, Epifanio (Dumenko). También dio su presente el presidente ucraniano Petro Poroshenko -para quien estuvo reservada la cátedra “imperial”, junto al altar- acompañado por su mujer Marina y sus hijos, vistiendo trajes nacionales ucranianos. A su lado, estuvieron el ex presidente Viktor Juščenko, el presidente de la Verkhovnaja Rada, Andrij Parubij y el ministro de Defensa Stepan Poltorak. El carácter “nacional” -y no sólo religioso- de la ceremonia fue evidente, sometiendo a una dura prueba de nervios a los históricos adversarios moscovitas.
La entrega del Tomos establece el divorcio entre el patriarcado de Moscú y el de Contantinopla, tras numerosos y seculares litigios. Los exponentes más radicales de la Iglesia rusa, como el metropolitano Hilarion (Alfeev) y el protoierej Vsevolod Chaplin, desearían que se condenase abiertamente a Bartolomé como “cismático· o incluso como “hereje”, pero el Sínodo presidido por el patriarca Kirill (Gundjaev) por ahora se limita a la interrupción de la comunión eucarística, aguardando el desarrollo de los acontecimientos. Sin embargo, la ruptura parece difícil de recomponer, al menos en el corto plazo.
El responsable de la Iglesia ortodoxa polaca, el metropolitano de Varsavia Savva (Hrycuniak), sumó sus quejas a las de los moscovitas, al enviar a Constantinopla una carta en la cual se critica la auto-cefalia ucraniana, ya que en lugar de resolver el cisma lo agrava todavía más. La Iglesia ortodoxa polaca, al igual que la de la ex Checoslovaquia y la serbia, siempre se ha mantenido cerca de los sentimientos de Moscú.
En efecto, con la conclusión del proceso de auto-cefalia la religión asume en Ucrania un rol social preminente, inspirando la política nacional de manera directa. La ex república soviética, que se separó de Moscú en 1991 no hace más que imitar la dinámica de Rusia, cuya autoconciencia nacional ha sido reconstruida en los últimos 20 años en virtud de la conjunción entre la presidencia de Putin y la guía del patriarca Kirill. La diferencia es que en Ucrania puede hablarse de un “nacionalismo ortodoxo”; mientras que las ambiciones rusas revisten un tono de tipo más “imperialista” y supranacional.
Las consecuencias de la radicalización “religiosa” de los ex países comunistas podrían conducir a conflictos internos en Ucrania, donde para los próximos años (por no decir decenios) se prevé una acalorada carrera para hacerse de las distintas estructuras eclesiásticas (parroquias, monasterios, instituciones culturales y sociales). Al mismo tiempo, se inaugura una larga fase de oposición entre Moscú y Constantinopla en la diáspora mundial, en la que inevitablemente quedarán involucrados los fieles de otras nacionalidades (moldavos, rumanos, bálticos, balcánicos) que a menudo han quedado agregados a las iglesias de uno u otro patriarcado “dominante”.
Siguiendo el libreto preparado por Poroshenko, la Fiesta de la Navidad ortodoxa que se celebra hoy marca el “nacimiento” de una nueva Ucrania, con otra espectacular celebración en la catedral de Santa Sofía de Kiev, restituida a la función de iglesia primacial. En ella se mostrará el Tomos cual regalo navideño, concedido según el texto oficial por el “Centro de la Ortodoxia” que deberá conservarse “para toda la eternidad” como testimonio del carácter canónico de la nueva Iglesia. Es el inicio de una nueva era de la Ortodoxia universal, dividida entre aquella “federalista” constantinopolitana y aquella “autonomista” guiada por Moscú. Y habrá que ver cómo resistirán ellas a las pretensiones de varios líderes políticos, [cuyo poder] si bien ya se ha prolongado por largo tiempo, jamás permanecerá “eternamente”.
14/12/2018 11:52