Murió el padre Chaplin, paladín del integralismo ortodoxo

de Stefano Caprio

Su fallecimiento, con solo 51 años, deja en la comunidad ortodoxa rusa un vacío difícil de ocupar, y plantea el interrogante de quién podrá conjugar la intolerancia más explícita junto con la capacidad de estrechar relaciones en todos los campos, de provocar reacciones y aprovecharlas para inaugurar nuevas vías diplomáticas, desear la ruptura (inclusive con las demás Iglesias ortodoxas) y negociar nuevas posibilidades de encuentro.

Moscú (AsiaNews) - El 26 de enero pasado falleció repentinamente el protoierej Vsevolod Chaplin. A los 51 años, una isquemia inesperada le produjo un paro cardíaco. El sacerdote, que por muchos años fue uno de los principales colaboradores del patriarca de Moscú, Kirill (Gundjaev), se desplomó frente al sagrario de la iglesia de San Teodoro Estudita en las Puertas de Nikita, en el centro de Moscú, donde se desempeñaba como párroco desde hacía cuatro años; la ambulancia llegó pocos minutos después, pero solo pudo constatar el deceso.

Luego de servir por más de veinte años en el Departamento de Asuntos Exteriores del Patriarcado, en el rol de responsable de las relaciones con la sociedad, el Padre Vsevolod fue relevado del cargo en el 2015, cuando el patriarca decidió alejar a los representantes de las tendencias más radicales dentro de las estructuras centrales, como el periodista Sergej Chapnin, un exponente entre los más “dialogantes”, y el mismo Chaplin, punto de referencia para los ortodoxos más radicales e intransigentes. Su desaparición ha suscitado reacciones muy contradictorias y apasionadas, ya que por años fue uno de los protagonistas más conocidos del debate público sobre temas referidos a la identidad nacional y a la contraposición entre Rusia y el Occidente liberal y “moralmente decadente”.

El patriarca Kirill evitó expresarse sobre la muerte de uno de sus primeros colaboradores a partir de los años ‘90, cuando el joven Vsevolod - en aquél entonces, seminarista - comenzó a dar su aporte en la elaboración de la doctrina social de la Iglesia Ortodoxa Rusa. En el Sínodo del año 2000, este trabajo dio lugar a un importante documento sobre las relaciones entre la Iglesia y la sociedad, que de alguna manera funcionó como un programa ideológico para la flamante presidencia de Vladimir Putin. Chaplin apoyó con entusiasmo la campaña putiniana del 2014 en Ucrania, que llevaba el soberanismo ortodoxo a un nivel mucho más extremo y agresivo, lo cual provocó el desacuerdo con Kirill, que no comparte semejante ideología político-religiosa.

En su juventud, el Padre Chaplin no era tan radical e incluso se mostraba a favor del diálogo ecuménico y de las relaciones internacionales de la Rusia ortodoxa, como miembro del departamento guiado en aquél entonces por el metropolitano Kirill, junto al actual director del mismo, el metropolitano Ilarion (Alfeev). En el 2009, con el nombramiento de Kirill como patriarca, Chaplin devino la cara más conocida del patriarcado, con apariciones en los medios de información para exponer las directrices de la idea de una Rusia ortodoxa capaz de hacer frente al declive secularista y globalista impuesto por la política de Occidente.

Desde el 2015, el protoierej trabajaba en la parroquia como un simple párroco, pero continuaba interviniendo, sobre todo en las redes sociales, con proclamas cada vez más amenazantes y apocalípticas, incitando a una “cruzada ortodoxa” contra el islamismo y el secularismo, e incluso invitando a no temer una guerra nuclear entre Rusia y América: “A diferencia de los americanos, nosotros no tenemos miedo de la destrucción de las grandes ciudades: ¿a qué pueden temer las personas que ya viven en la dimensión de la eternidad? La Rusia profunda de la zona rural igualmente vivirá, aún sin las metrópolis con todas sus tentaciones; es más, vivirá una vida más pura”.

En realidad, quien conocía de cerca al Padre Vsevolod, como el que escribe, no tenía la impresión de estar ante un melancólico oscurantista, nostálgico de la civilización medieval. Él era un hombre de buen carácter, jovial, capaz de sentarse a conversar y compartir la mesa incluso con su peor “enemigo”, culto y agudo en sus observaciones. También era capaz de ayudar a quien lo necesitase, tanto a nivel espiritual como material. Otro gran publicista de la Rusia actual, el diácono Andrej Kuraev, afirmaba que Chaplin había logrado construir un modelo de “ortodoxia atómica”, basado en una “teología de la muerte y del odio”, que fascinaba a aquellos en busca de una identidad fuerte - en medio de la disgregación del mundo contemporáneo -, que hoy muchos sienten como una necesidad.

Su desaparición deja de alguna manera un vacío en la comunidad ortodoxa rusa, con el interrogante de quién querrá ocuparlo. Sobre todo, quién sabrá conjugar la más explícita intolerancia con la capacidad de estrechar relaciones en todos los campos, de provocar reacciones y aprovecharlas para inaugurar nuevas vías diplomáticas, de desear la ruptura (incluso con las demás Iglesias ortodoxas) y negociar nuevas posibilidades de encuentro. Muchos de sus fieles lo lloran en la iglesia donde celebró en los últimos años, y hoy, Rusia parece menos capaz de explicarse a sí misma, sin las profecías tremendas y fascinantes de Vsevolod Chaplin.