Murió Qi Zhiyong, testigo de Tiananmen con su propio cuerpo
Mutilado por las ráfagas de proyectiles del Ejército Popular de Liberación, durante 35 años siguió mostrando sus heridas para contar lo que había pasado el 4 de junio de 1989 y que Beijing ha hecho todo lo posible por borrar de la memoria. Ex empleado de una empresa pública, desilusionado del Partido "que me disparó en las piernas", había encontrado en la fe cristiana un apoyo para seguir luchando.
Beijing (AsiaNews) - Hace pocos días murió en un hospital de Beijing a causa de una enfermedad Qi Zhiyong, un hombre mutilado por las heridas que recibió el 4 de junio de 1989 durante la represión en la plaza de Tiananmen y que - a pesar de las reiteradas intimidaciones de las autoridades comunistas - nunca había dejado de hablar sobre el origen de las mutilaciones su cuerpo.
Nacido en Beijing, en 1989 Qi Zhiyong tenía 33 años y trabajaba para una empresa constructora del Estado cuando decidió unirse a los estudiantes que se manifestaban en la gran plaza central de la capital. Y también estuvo presente cuando se llevó a cabo la durísima represión del 4 de junio. “Vi cómo atropellaban a las personas – dijo –, la sangre salpicaba por todas partes. Los tanques seguían avanzando como si la gente no estuviera allí". Él mismo fue alcanzado por las ráfagas de proyectiles del Ejército Popular de Liberación mientras huía, y acabó en el hospital con heridas en ambas piernas. Tuvieron que amputarle una de ellas en la parte superior. Durante una transfusión para esa misma operación también contrajo hepatitis C. En 2017 le diagnosticaron un tumor en el hígado que lo llevó a la muerte, aunque la familia no quiso revelar la fecha ni el hospital donde falleció por temor a las represalias.
A lo largo de todos estos años Qi Zhiyong siempre ha utilizado valientemente su discapacidad para romper el silencio impuesto por Beijing sobre lo ocurrido el 4 de junio de 1989. Qi contaba que después de la amputación de su pierna, a menudo usaba pantalones cortos para mostrar las cicatrices y contar su historia a cualquiera que le preguntara. Explicó que la empresa pública donde trabajaba lo despidió debido a la discapacidad y le ofreció 100.000 yuanes (27.000 dólares en 1989) a cambio de guardar silencio sobre la manera en que había perdido la pierna. Y que él rechazó la propuesta. “Contaré esta historia por el resto de mi vida - solía decir -, porque no es sólo mi historia. Si hubiera aceptado esa oferta me habría vuelto loco. Tengo una responsabilidad con este país". Debido a esa decisión no recibió ninguna ayuda de las asociaciones "oficiales" para la protección de las personas discapacitadas. Pero continuó su camino, comprometiéndose también a recopilar los nombres de otras personas que habían quedado discapacitadas a causa de los "los hechos ocurridos el 4 de junio". Por esa razón, a pesar de sus condiciones físicas, las autoridades de Beijing también le impusieron medidas restrictivas.
Para llevar adelante su compromiso con la memoria de la Plaza de Tiananmen, Qi Zhiyong se apoyó en su fe cristiana, que había abrazado en los años posteriores a la tragedia de 1989. "Me habían educado para creer en nuestro gobierno - contó en una entrevista - pero el gobierno me disparó en las piernas. Mucha gente ha perdido la fe en la educación, la política y la ideología del Partido Comunista. Entonces corrimos a la iglesia". En 2017 dijo que estaba orando por Liu Xiaobo, el intelectual chino encarcelado, Premio Nobel de la Paz y promotor del movimiento Charta 08 por los derechos humanos en China, que moriría ese mismo año. “Rezo por él todos los días en el nombre del Señor Jesús”, escribió en un mensaje.