Mumbai: un 'hogar para ancianos' de religiosas abierto a los pobres de todas las religiones
La congregación de las Hermanitas de los Pobres abrió la casa en 1958. La obra se inspira en Jeanne Jugan y puede hospedar a 300 personas mayores de 65 años. Hoy, Jornada Mundial del Enfermo, se celebrará una misa con exposición del Santísimo Sacramento y una bendición especial.
Delhi (AsiaNews)- Cuidar a los ancianos, especialmente a los más pobres, sin hacer distinción de credo o clase social es la misión que anima a las religiosas de la congregación de las Hermanitas de los Pobres (PSDP), un instituto nacido en 1839 en Francia de la obra y el carisma de su fundadora, Jeanne Jugan, más conocida como María de la Cruz, que fue proclamada santa por el Papa Benedicto XVI en 2009. Las hermanitas dirigen la "Casa de los Ancianos" en Andheri, un suburbio en la periferia occidental de Mumbai, en la India.
Su obra es un testimonio vivo de lo que dijo el Papa Francisco en su reciente mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo: "No es bueno que el hombre esté solo" (Gen 2,18) y "cuidar a los enfermos significa en primer lugar cuidar sus relaciones". Una misión que hoy adquiere un gran valor, en el contexto de una sociedad que tiende a marginar, cuando no a abandonar, a los ancianos, que corren el riesgo de quedarse incluso sin un techo para vivir. Por eso la misión de las hermanitas es acudir en ayuda de estas personas menos afortunadas y cuidarlas con amor y devoción.
Desde que abrieron su "Casa" en 1958 las religiosas han hospedado a miles de ancianos pobres sin tener en cuenta la casta o las creencias religiosas, viviendo junto con ellos como una gran familia. Las Hermanitas de los Pobres cuidan a personas con más de 65 años, proporcionándoles comida, alojamiento, ropa, atención médica y refugio hasta su muerte. Y aún más, porque las religiosas también organizan sus funerales respetando los deseos y tradiciones de cada uno de ellos. Su cariño y cuidado, paciencia y amabilidad, han permitido que decenas de huéspedes se sintieran "en su casa", rodeados de amor y cuidados. De hecho, las personas que visitan la institución ciertamente no tienen una impresión de pobreza y miseria, porque los ancianos están bien cuidados y vestidos. El entorno y los espacios internos se encuentran perfectamente limpios, tanto el comedor, las habitaciones y la capilla como las zonas comunes.
La hermana Hilda, la superiora que vive en la "Casa" desde hace una década, explica a AsiaNews que "nuestro carisma es la ternura por los ancianos". “Tenemos - dice la religiosa - hombres y mujeres mayores de 65 años que no tienen lo necesario para vivir, algunos son indigentes, otros tienen familia pero son muy pobres y no pueden mantenerlos. Con el cuarto voto de hospitalidad hemos prometido a Dios consagrarnos totalmente a su servicio". “Muchos ancianos pobres - sigue diciendo - tienen problemas físicos y mentales relacionados con la edad, pero para nosotros es una alegría servirles, a muchos de ellos hay que alimentarlos e higienizarlos. Atender las necesidades de los ancianos es nuestro carisma. En los diez años que llevo aquí siempre hemos recibido a 140 ancianos pobres, pero debido a la reconstrucción de la residencia hace poco tuvimos que trasladar a un centenar de ellos a otro centro y sólo 34 quedaron aquí". Todos ellos podrán volver "cuando el edificio esté terminado".
Hoy se conmemora la Jornada Mundial del Enfermo y la “Casa” celebra una misa con exposición del Santísimo Sacramento y una bendición especial. La rutina diaria de la casa comienza con la misa (a la que se puede asistir libremente), seguida de desayuno y limpieza, descanso, almuerzo y siesta, y por último la cena. También se reza el Rosario dos veces al día, algunos grupos vienen de fuera para entretener a los ancianos y hay encuentros de sanación y relaciones intergeneracionales. “El año pasado falleció el huésped de mayor edad, que tenía 101 años - concluye la hermana Hilda -, un poderoso testimonio de la cultura de la vida”.
Con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo, Mary Joseph MC, superiora general de las Misioneras de la Caridad, señala que la sanación comienza "cuando uno se pone delante Dios con un corazón sincero" y "es tocado profundamente por Él". La vejez y la enfermedad, añade, traen consigo un sentimiento de "soledad" y por eso es aún más importante "vivir en presencia de Dios", que nos llena "de paz y de alegría". "Debemos -concluye- abrir el corazón para dejarnos tocar por un Dios que cura".
17/12/2016 13:14