Multan, una joven violada por venganza. Justicia y Paz: la plaga que azota a las mujeres

de Shafique Khokhar

La violación de una joven de 16 años debía limpiar las culpas de su hermano, que había violado a una niña de 12 años. La policía de Multan arrestó a 20 personas involucradas. Las violencias “fruto de la mentalidad feudal”. La población “no confía en las instituciones y se dirige a los consejos del pueblo que son ilegales”.

Lahore (AsiaNews)- La policía paquistaní arrestó a 20 personas involucradas en la violación de una joven de 16 años, castigada por “venganza” contra la conducta de su hermano, que había violado a su vez una niña de 12 años. El arresto sucedió en el distrito de Multan (Punjab), donde la violación fue ordenado por el panchayat local, el consejo del pueblo. La violencia sexual contra la joven, realizada delante de los ojos de ambas familias, debía “lavar las culpas” del hermano. A AsiaNews, Asta-ur-Rehman Saman, coordinador de la Comisión nacional de Justicia y Paz de la conferencia episcopal paquistaní, condena el episodio y habla “plaga que sufren las mujeres, debida al desinterés del gobierno que no quiere enfrentar el problema de la violencia femenina”.

Según Hamza Arshad, conocido educador de fe islámica, el incidente es fruto “de la mentalidad feudal presente en todo el territorio de Pakistán. Muchas áreas están muy lejos del camino de la civilización. Esta cultura está radicada en la profunda ignorancia, en comportamientos bestiales de venganza que se entrelazan con personalidades feroces”. El elemento aún más escalofriante, continúa, es “que la muchacha debe soportar el peso de este acto, cuando el actor del delito es un varón”. Todo esto se funda en ideas misóginas, sadismo y sobre la naturaleza descontrolada y bestial del hombre. No existe un estado de derecho. Nuestro sistema de justicia fracasó en el dar protección al pobre y al débil”.

Los panchayat o “jirga”, son los consejos compuestos por los ancianos del pueblo. Sus decisiones son ilegales, pero por tradición las comunidades rurales acatan sus decisiones para resolver las disputas. Zafar Iqbal, activista cristiano, considera que su autoridad “refleja la desconfianza de la gente hacia el gobierno e instituciones que deben hacer respetar las leyes. La mayor parte de la población cree que estas instituciones no, logran proteger sus propios derechos y por lo tanto eligen vías ilegales para obtener justicia”. El recurso a la práctica del ojo por ojo, admite, deriva de las “lagunas del sistema judicial”. Hay muchos ejemplos de jóvenes violadas que no logran obtener justicia y al final deciden el suicidio”. Para evitar un fin tan trágico, sugiere: “el gobierno debería mejorar el sistema judicial e investigativo. Por nuestra parte, en cambio, deberíamos denunciar los tabúes sociales y religiosos que alienten los tribunales populares”.

Samsom Salamat, presidente del Rwadari Tehreek [Movimiento por la tolerancia, Ndr)], lamenta la presencia de “un sistema de justicia paralelo que es siempre dañino y discrimina a las mujeres y a las jóvenes”. Luego denuncia “la negligencia del gobierno, que siempre está preocupado en otras cuestiones y no pone atención en los derechos humanos o sobre los abusos que se realizan cada día”. Del mismo parecer es también Ata-ur-Rehman Saman, que concluye: “Cuando Pakistán quiso ser una potencia nuclear, hizo de todo para llegar a su objetivo. No sabemos cuánto tiempo deberá pasar antes que decida escuchar nuestras necesidades”.