Moscú, el patriarcado de Kirill cumple 12 años
La fecha, el 27 de enero, coincide también con el 77º aniversario del fin del asedio nazi sobre Leningrado (la ciudad natal de Kirill). A menudo se le asocia con los "lujos de Putin". Sin embargo, bajo su liderazgo la Iglesia Ortodoxa ha crecido enormemente. Riesgo de aislamiento tras la ruptura con Constantinopla.
Moscú (AsiaNews) - Al final de la Octava de la Teofanía del Señor, ayer, el Patriarca de Moscú Kirill (Gundyaev), que cumplirá 75 años en noviembre, celebró una Divina Liturgia de acción de gracias por sus 12 años de patriarcado. Había sido elegido en esta misma fecha en 2009. La ceremonia tuvo lugar en la capilla del santo príncipe Aleksandr Nevsky, en la dacha de Peredelkino (en las afueras de Moscú), donde el Patriarca se encuentra en aislamiento preventivo a causa de la pandemia de Covid-19. Este año, por tanto, no tuvo lugar la celebración "sinodal" en honor del Patriarca, en la que en años anteriores participaban casi todos los obispos de Rusia.
La fecha también coincide con el 77º aniversario del fin del asedio nazi sobre Leningrado (la ciudad natal de Kirill). Por ello, el patriarca elevó sus oraciones en memoria de los caídos en los años de la Gran Guerra Patria y rezó por la salud de los veteranos de guerra aún vivos y por todos los que sobrevivieron a la blokada, el terrible asedio de 900 días en Leningrado, la actual San Petersburgo.
En estos días en los que se difunden las protestas y la represión violenta, a menudo se asocia a Kirill con los "lujos de Putin": de hecho, tiene una villa junto al mar justo al lado del palacio faraónico denunciado por Alexey Navalny. En estos 12 años el patriarca fue acusado de connivencia con el poder de los oligarcas en varias ocasiones y desde los años 90 se le recuerda a menudo como el "oligarca eclesiástico". En cualquier caso, bajo su liderazgo la Iglesia Ortodoxa ha crecido enormemente: en edificios y centros, en iglesias restauradas y construidas desde cero, en número de diócesis y monasterios, institutos de estudio y seminarios, a menudo gracias a generosas subvenciones del Estado o de grandes empresarios. Por ello, Kirill es el mayor defensor de la "Iglesia del Estado", no tanto en el compromiso con el poder político, sino en la inspiración que la Iglesia ofrece para el desarrollo de la sociedad y sus estructuras.
La pandemia ha sacado a la luz muchos conflictos internos de la Iglesia rusa, que el Patriarca había conseguido mantener medianamente bajo control, y que ahora corren el riesgo de crear divisiones y facciones en muchas partes del país. La fase más crítica de su ministerio patriarcal coincidió con la ruptura de las relaciones con el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla a causa de la auto-cefalía ucraniana. Esto derivó en el creciente aislamiento de Moscú con respecto a las demás Iglesias ortodoxas del mundo.
Pasado este período lleno de contradicciones, el reto que tiene por delante el Patriarca de Moscú es realizar verdaderamente la vocación que él mismo tanto ha declamado: la sobornost, la unidad espiritual en la Iglesia y en la sociedad. Tendrá que acercar la jerarquía al bajo clero, los sacerdotes al pueblo, los jóvenes a los menos jóvenes, los rusos a los que no son rusos. Y sobre todo tendrá que devolver a la Iglesia su verdadero papel en la sociedad: anunciar el Evangelio y educar en la fe, sin dejarse llevar por los sueños de grandeza política de Putin, ni por las utopías apocalípticas de los starets y los monjes más radicales.
Si el presidente ruso ve tambalear un consenso que parecía granítico y a largo plazo, el patriarca -que está llamado a dirigir la Iglesia de por vida- no tiene necesidad de proteger su trono. Puede ser realmente un punto de referencia para el pueblo de Dios y para los hombres de buena voluntad, ante los posibles cambios que se avecinan en Rusia y en el mundo entero.
04/05/2021 10:14