Moscú, se inaugura la campaña electoral: Putin se presenta como ‘independiente’

de Vladimir Rozanskij

La fecha de las elecciones, el 18 de marzo de 2018, conmemora el referéndum de la anexión de Crimea. El presidente quiere ser visto como “padre de la patria”. Se da casi por descontada su reelección. El apoyo a las ONG pro-vida y el éxito “personal” en Siria. Una muestra sobre los zares Romanov y el Vaticano.

Moscú (AsiaNews) - La campaña electoral para las elecciones presidenciales en Rusia ha quedado inaugurada oficialmente. La fecha de la votación ha sido fijada por el Consejo de la Federación (el Senado Ruso) para el 18 de marzo de 2018. El día elegido tiene un valor simbólico particular, dado que conmemora el referéndum de anexión de Crimea del 2014. Como si esto fuera poco, en su decimotercera conferencia de prensa como presidente (está en funciones desde fines de 1999, si se excluyen los 4 años de “interregno” de su delfín Dmitrij Medvedev), el presidente Vladimir Putin ha lanzado públicamente su candidatura como “independiente”.

Además de Putin, cuya reelección se da por descontada, hasta ahora han expresado el deseo de candidatearse una veintena de personalidades. Entre ellas, figuran los eternos líderes de los partidos minoritarios (el comunista Zjuganov, el nacionalista Žirinovskij, el liberal Javlinskij, el centrista Mironov) en escena desde los años 90; el representante de la “oposición callejera” Aleksej Naval’nyj (a quien difícilmente le permitirán participar en la carrera electoral) y la popularísima periodista Ksenja Sobčak, hija del intendente de San Petersburgo, que fue mentor del mismo Putin.

La novedad de la candidatura de Putin está en el hecho de desmarcarse del partido mayoritario “Rusia Unida”, fundado por él mismo, y que expresa el gobierno del país. El significado de semejante decisión es evidente: después de casi 20 años de poder, la voluntad del presidente es presentarse con una imagen más elevada, de “padre de la patria”, y no sólo como expresión suprema de un régimen dominante. En los últimos meses, circularon rumores acerca de la posibilidad del nombramiento de un “delfín" de Putin, sobre el cual se barajaron varias hipótesis, con el objetivo de realizar un cambio radical de la clase dirigente; quizás el proyecto fue postergado para un futuro.

En la conferencia de prensa, Putin enumeró las prioridades sobre las cuales tiene intenciones de relanzar sus políticas, ante todo deslegitimando a sus adversarios, que “deambulan por las plazas para generar confusión”. El presidente no nombró a Naval’nyj, pero habló de “ciertos personajes”, comparándolos con el ex presidente georgiano Saakashvili, que en estas últimas semanas ha estado organizando varias manifestaciones contra el gobierno de Ucrania, país adonde ha trasladado su actividad política. Para evitar caer en la confusión ucraniana, ha advertido el líder ruso, es necesario favorecer el surgimiento de una “oposición que no sea a los gritos”, capaz de presentar un programa que resulte creíble para la población.

Al responder a una pregunta sobre la posibilidad de prohibir la práctica del aborto en el país, Putin ha sugerido tener cautela, porque “con la prohibición, crecerían los abortos clandestinos, que acarrearían grandes daños para la salud de las mujeres, y luego muchas dificultades para tener otros niños”. Al mismo tiempo, él ha prometido el apoyo a las organizaciones voluntarias que se dedican a evitar los abortos, persuadiendo a las mujeres de desistir de ello y dar a luz a su hijo, como es el caso de la asociación “¡Por la vida!”. En cuanto al resto, el programa putiniano no presenta novedades clamorosas, confirmado que al menos para el año próximo, no habrá aumento de impuestos, e incluso él ha prometido algunas condonaciones fiscales.

Por cuanto fue dicho, la política exterior rusa seguirá firme en sus posiciones para exigir la mayor autonomía para los territorios de Ucrania oriental, volcando sobre el gobierno de Kiev toda la responsabilidad por la prolongación de los conflictos. Putin ha reivindicado el suceso militar en Siria (“una iniciativa mía”, según sus palabras) y en particular la eficacia de la policía caucásica por él enviada, compuesta por elementos de fe musulmana sunita, capaces de garantizar el control del territorio. Con respecto a otros temas candentes, como el doping de Estado, los contactos secretos con Trump y la injerencia en la política de otros países, el jefe del Kremlin ha rechazado todo con orgullo, recordando los logros económicos de Rusia (cuyo PIB creció un 1,6%, con cosechas agrícolas que marcaron récords y otros parámetros positivos) que convierten al país en un protagonista de primera plana en la política y en la economía internacional.

En tanto, justamente en estos días, en la sala de archivos federales del Kremlin, se inauguró una muestra sobre la dinastía de los Romanov, los zares a quienes, de alguna manera, Putin parece imitar en su ideología política. Es particularmente significativa la elección del tema, Los Romanov y la Santa Sede: 1613-1917. Rusia y el Vaticano, con una excepcional selección de documentos del Archivo Secreto Vaticano. Las relaciones de Moscovia en la época del seiscientos con los uniatos ucraniano-polacos, el legado de la zarina Sofía Paleóloga, dada en esposa por el Papa al gran príncipe Iván III de Moscú, y los hechos que devinieron en la “Tercera Roma” moscovita ofrecen una imagen sugestiva de la naturaleza “sacra” y misionera de la autocracia rusa. Otros documentos recuerdan las distintas tratativas entre el Vaticano y Moscú a favor de la libertad de profesar la fe católica en Rusia y tendientes a resolver diversas crisis diplomáticas internacionales, sosteniendo la renovada voluntad de colaboración entre la ortodoxia “putiniana” y la Iglesia católica de Papa Francisco.