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TURQUÍA
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Monseñor Antuan: con Pedro y Pablo, reconstruir ''unidos'' la Antioquía devastada por el terremoto

Así lo subrayó el auxiliar del Vicariato Apostólico de Anatolia en la misa celebrada con motivo de la fiesta del 29 de junio. El abrazo entre hermanos católicos y ortodoxos ofrece "la oportunidad de experimentar la alegría del encuentro". La ciudad sigue en graves dificultades, parece "golpeada por fuertes bombardeos". Y el llamado final: se necesitan religiosos y fidei donum para ayudar a mantener vivo el cristianismo en Turquía.

 

Antioquía (AsiaNews) - "Ha pasado más de un año desde la gran catástrofe" que "marcó profundamente nuestras vidas" y mientras "llorábamos la pérdida de nuestros seres queridos, también tratábamos de curar nuestras propias heridas". Así lo subrayó Mons. Antuan Ilgit, auxiliar del Vicariato apostólico de Anatolia desde el pasado mes de agosto, en la misa de la solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, al recordar el obispo "una de las dos fiestas principales del vicariato [...] junto a la Conversión de San Pablo, el 25 de enero". En su reflexión, enviada a AsiaNews, el prelado explica que "aunque no todo haya quedado completamente atrás, intentamos construir nuestras vidas vinculándonos unos a otros" a través de "la fe" y, por otra parte, "con la esperanza en el futuro que nos da el ser supervivientes".

Las palabras de monseñor Antuan están en el centro de la misa celebrada en Antioquía, corazón de la devastación causada por el terremoto del 6 de febrero de 2023, donde los fieles del vicariato (junto con Tarso) se reúnen cada año para celebrar las dos fiestas con su obispo. La misa del 29 de junio se celebró en la iglesia-cueva de San Pedro y estuvo marcada por una oración ecuménica por la unidad y la paz presidida por el obispo auxiliar, junto con el obispo auxiliar del Patriarcado de Antioquía y de todos los ortodoxos orientales, Kostantin Kayyal. "Estaban presentes los religiosos y religiosas que sirven al vicariato de Anatolia, así como los sacerdotes ortodoxos y armenios que dirigen las comunidades de la zona", subrayó el prelado, y fue "muy significativa" la participación de los jóvenes.

"Este abrazo entre hermanos católicos y ortodoxos", dijo monseñor Antuan en su homilía, "ofrece la oportunidad de experimentar la alegría del encuentro fraterno" unido a los "profundos lazos" entre Iglesias hermanas y la "determinación de avanzar juntos" unidos "en la legítima diversidad". "A pesar de los siglos transcurridos, es bueno que Antakya [Antioquía, ed] siga manteniendo su identidad de ciudad abierta, donde todos -subrayó- pueden practicar sus creencias religiosas y que las autoridades civiles y religiosas trabajan juntas por la paz".

Por la tarde, la comunidad católica se reunió en el patio de la parroquia de los Capuchinos, en la carretera de la reconstrucción, donde el párroco, el padre Francis Dondu, y su cohermano, el padre Daud Moris, atienden a la comunidad tres días a la semana en una situación muy precaria. A la celebración asistieron fieles de las ciudades de İskenderun, Adana, Tarso y Mersin, una "primera vez después del terremoto en este antiguo altar", como subrayó el P. Francis Dondu, en el que "renueva nuestra esperanza de poder reconstruir". Durante su homilía, Mons. Antuan quiso animar al "pequeño clero" presente, desde los capuchinos a los focolarinos, todos venidos "de los confines del mundo" que al precio de "grandes sacrificios" y "gran dedicación buscan servir a la Iglesia de Turquía". 

"Estoy profundamente grato y les agradezco", prosiguió, "su humilde presencia". A continuación, el prelado ha recordado el aliento del Papa Francisco "que desde el día del terremoto hasta hoy nunca nos ha abandonado a nuestra suerte", recordando la importancia "de los pastores que ofrecen su vida: de los enamorados de Dios" siguiendo el ejemplo de Pedro y Pablo. "Quizá no se nos pida que nos pongan en la cruz, sino que estemos al lado de esta población tan golpeada", concluyó el vicario, "con pocas palabras pero con mucha generosidad. Y ésta será nuestra profecía que cambiará una vez más la historia de esta tierra tan querida por el cristianismo".

Por último, el prelado confió a AsiaNews algunas reflexiones sobre la situación en Antioquía 16 meses después del devastador terremoto de febrero de 2023. "Antioquía está a unos 60 kilómetros de Iskenderun, sede del Vicariato Apostólico de Anatolia", y recorriendo el camino en coche, "he constatado que, a pesar de los esfuerzos del gobierno" para demoler los edificios derrumbados e inutilizables, todavía quedan "toneladas de escombros por retirar". "La zona", añade, "permanece constantemente bajo el polvo, lo que compromete la salud de miles de personas que siguen viviendo en contenedores y sufriendo el calor que alcanza alrededor de 38 grados, con un 70 por ciento de humedad". 

"En Antioquía", prosigue monseñor Antuan, "se sigue teniendo la impresión de estar en una ciudad azotada por grandes bombardeos. Si no contamos algunos edificios renovados y algunos metros de carretera, parece que no se ha hecho nada" y es cada vez más evidente que "¡se necesitarán muchos años para alcanzar una 'nueva normalidad'!" y la propia catedral está "aún por reconstruir".

Agradeciendo la ayuda de Cáritas y de la Conferencia Episcopal Italiana, el prelado admite, sin embargo, que "no tenemos personal suficiente para seguir tantos proyectos [...] que nos impiden acceder a fondos y llegar así inmediatamente a los necesitados". Y entre los necesitados, la población cristiana queda "siempre en segundo plano", con parroquias sin sacerdotes y sin monjas a las que se suman los "enormes gastos" de traer religiosos de fuera. Por eso, para concluir, el prelado lanzó un llamado pidiendo ayuda para "encontrar religiosos y religiosas interesados en trabajar en Turquía, especialmente con los jóvenes". Inviten fidei donum, adopten nuestras comunidades sufragando parte de los gastos que acabamos de mencionar, para que el cristianismo no desaparezca de esta 'tierra santa de la Iglesia', como la llamaba monseñor Luis Padovese".

 

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