Mons. Pizzaballa: en Israel una parroquia 'personal' para la atención de emigrantes y refugiados
Una ayuda para cuantos están “lejos de sus iglesias” y desean vivir la fe “no obstante las dificultades”. La erección canónica será el 20 de mayo, solemnidad de Pentecostés. El objetivo de unidad en la diversidad que anima a la comunidad de Tierra Santa, animada por un “carácter local y universal”.
Jerusalén (AsiaNews)- Una parroquia dedicada y un vicariato episcopal para “garantizar un servicio pastoral completo” hacia aquellos que “se encuentran lejos de sus iglesias” y que “no obstante las dificultades” desean vivir profundamente su propia fe. Por esto, Mons Pierbattista Pizzaballa, administrador apostólico del Patriarcado de Jerusalén de los latinos, dispuso la creación de una parroquia personal en Israel dedicada a los emigrantes y refugiados. La erección canónica será el 20 de mayo, en concomitancia con solemnidad de Pentecostés. Mientras tanto, el prelado dispuso la transformación del centro de coordinación para la pastoral de emigrantes y refugiados en “Vicariato episcopal”, con el próximo nombramiento de un responsable.
La decisión se refiere a la región de Israel y tiene que ver con unos 200 mil emigrantes económicos, en su mayoría de Filipinas, India, Sri Lanka pero también hay representantes de América del Sur. A éstos se agregan los refugiados escapados de guerras y conflictos, que serían unos 40 mil que provienen en su mayoría de Eritrea, Sudán y Somalia, no todos de religión cristiana y en algunos casos objeto de violencias.
“Por diversos años-escribe Mons. Pizzaballa en una carta a la comunidad-la Iglesia en Israel fue enriquecida por decenas de miles de extranjeros, que han vivido en modo estable en nuestro territorio y llenado nuestras iglesias. Filipinos, indios, ciudadanos de Sri Lanka y de muchas nacionalidades forman ya parte de nuestra comunidad. Junto a ellos, no es necesario dejar de lado a los refugiados llegados en los últimos años, provenientes de Sudán del Sur y Eritrea.
En un primer momento, recuerda el prelado, el cuidado pastoral de estos grupos fue confiada a sacerdotes, en su mayoría religiosos y no curas diocesanos, que en modo del todo “espontaneo” y gracias a su buena voluntad se ponían “al servicio” de los emigrantes, para su atención humana y pastoral. Con el transcurrir del tiempo, este servicio se hizo siempre más estructurado y organizado para responder a las necesidades en continuo crecimiento. “Por eso-prosigue- la elección de dar vida a una coordinación finalizado al ministerio pastoral de los emigrantes”.
En estos años, muchos emigrantes y refugiados han buscado en la Iglesia de Tierra Santa un refugio en el cual ser acogidos y un lugar para compartir la fe. Sin embargo, al mismo tiempo-recuerda Mons. Pizzaballa-muchos otros “se quedaron lejos” de parroquias y funciones religiosas. De éstos, algunos “terminaron a merced de la criminalidad e involucrados en situaciones de riesgo”, además de ser presas de varias sectas evangélicas que pueblan el territorio. “Además-subraya el prelado- hay que decir que desde un punto de vista legal y canónico, además que social, muchas de estas personas viven en situaciones de frontera, y hasta en situaciones abiertamente irregulares.
Con la erección de la parroquia y del vicariato la idea es reforzar la obra en favor de los emigrantes, en sus múltiples aspectos: pastoral, sacramental, formativo. Sin embargo, los emigrantes que hoy participan en modo activo en la vida de la parroquia-precisa el prelado- podrán “continuar, si lo querrán” sin ninguna obligación de hacer referencia a la nueva realidad. Como base de la iniciativa, concluye Mons. Pizzaballa, está el objetivo de unidad en la diversidad que anima a la Iglesia local. “Con la variedad de lenguas y culturas-explica- que van respetadas, se rinde al mismo tiempo necesario tener un elemento de unidad y de claridad entre estos grupos diversos, para trabajar por la unidad de toda la Iglesia de Tierra Santa (…) que tiene un carácter local y universal”.