Mons. Pizzaballa: ciudadanía, clave para un nuevo modelo de convivencia en Oriente Medio
A poco más de un año del nombramiento, el administrador del Patriarcado de Jerusalén de los latinos traza un balance del trabajo. Del cambio dramático en acto en la región, al principio de unidad y al contacto con el territorio, con muchos los nudos irresueltos. Entre los elementos positivos la colaboración del clero local y la acogida de las personas. Pero hay todavía mucho trabajo que hacer.
Jerusalén (AsiaNews)- Un cambio “dramático” que no se refiere sólo a Oriente Medio, sino a la misma Iglesia de Tierra Santa que debe “trabajar sobre la unidad” y “estrecho contacto con el territorio” para responder a los muchos desafíos del presente y del futuro. Es cuánto narra a AsiaNews, Mons. Pierbattista Pizzaballa, administrador apostólico del Patriarcado de Jerusalén de los latinos, a poc más de un año de su nombramiento. Una “diócesis extraña” formada por “cuatro países diversos” y “tres lenguas nacionales” que deben encontrar “algo” que los “una juntos a estas almas” en un contexto “muy diverso” respecto al de hace 10 años.
Además, la necesidad de relanzar el valor de la ciudadanía que es “la clave para el cambio en el futuro”. “El modelo sobre el cual se fundó el Oriente Medio-agrega el prelado- en los últimos siglos terminó (…) en este sentido creo que la ciudadanía pueda ser la referencia más concreta y factible, respecto a la situación actual”.
El 24 de junio del año pasado el ex Custodio de Tierra Santa fue nombrado como Administrador Apostólico del Patriarcado de Jerusalén de los Latinos, con sede vacante, después de las dimisiones por haber alcanzado los límites de edad del patriarca Fouad Twl. El neo electo arzobispo recibió la consagración episcopal el 10 de octubre pasado en la catedral de Bérgamo, en Italia, su diócesis de proveniencia.
Nació en Cologno al Serio, en provincia de Bérgamo, el 21 de abril de 1965, él obra en Tierra Santa desde 1999 y en mayo de 2004, fue elegido como Custodio. El 22 de marzo de 2010 lo nombran para un segundo mandato. En 2013 fue postulado para un ulterior trienio. Su mandato concluyó en abril de 2016. Fino conocedor de la cultura hebrea, él enseñó también hebreo bíblico en la Facultad franciscana de Jerusalén de ciencias bíblicas y arqueológicas de Jerusalén y tiene relaciones con personalidades hebreas israelíes de primer plano.
A continuación, la entrevista de Mons. Pizzaballa a AsiaNews:
Excelencia, ¿a poco más de un año de su nombramiento puede hacer un primer balance?
Fue un año de desafíos, con tantas novedades a nivel personal y de vida de la Iglesia. Un cambio radical porque ha marcado un pasaje fuerte, con la presencia de un nuevo administrador y la necesidad de invitar a toda la Iglesia local y la diócesis que debe ser repensada. No fue un año aburrido. El cambio mayor se hizo en el campo administrativo, en la gestión de las cosas prácticas, pero no se trató de trastorno, de un pasaje radical. El primer año está hecho para la observación y la escucha y yo he querido escuchar la voz de la gente y entender la realidad de los sacerdotes y de la diócesis. Ahora llegó el momento de programar el trabajo para el futuro.
¿Y sobre cuáles aspectos se concentrará el compromiso en los próximos meses?
Ante todo la organización de la oficina que deberá organizar el trabajo pastoral en el territorio. Hay diversas almas que deben encontrarse para dialogar, de este trabajo surgirán las líneas pragmáticas para el futuro. También la administración misma de la vida diocesana va a ser reajustada y hemos iniciado el recorrido con nuevos vicarios y nuevos párrocos. Después de la escucha y la evaluación llegó el momento de la acción: ahora debemos trabajar.
Lo importante es trabajar por la unidad de la Iglesia y en estrecho contacto con el territorio. La nuestra es una diócesis ‘extraña’, formada por cuatro diversos países y tres lenguas nación ales, así como tres pueblos. Es más, son cuatro se contamos también a Chipre. De aquí la necesidad de desafíos y exigencias diversas; encontrar algo que una junto a estas almas, un mínimo común denominador, ésta es hoy nuestra prioridad.
¿Cómo evolucionaron las relaciones con Israel y la dirigencia del Estado hebreo?
Las relaciones con Israel son las de siempre: sobre las cuestiones abiertas y los dosier en curso, tenemos comisiones responsables que están trabajando en modo constante. Es necesario desatar los nudos, los problemas que se encuentran en el camino. Es una realidad con la cual debemos enfrentar y es uno de los sectores en cual se concentran nuestros esfuerzos, pero es pronto para decir si hay pasos avanzados. Por el momento podemos decir que estamos trabajando.
¿Y las relaciones con los palestinos y el mundo musulmán?
Cuando hablamos de palestinos o del mundo musulmán debemos tomar coo referencia una esfera mucho más amplia y variada. Hay palestinos y jordanos, los palestinos de Gaza y de Cisjordania. Las relaciones con las autoridades son excelentes, pero no sólo, que exige un diálogo constante y continuo. Son realidades diversas, en el contexto de una relación en evolución.
Y los eventos de la región, la guerra en Siria y las violencias en Irak, la reciente crisis del Golfo, ¿influencia en algún modo la vida y las relaciones?
En lo que concierne con los grandes eventos de Oriente Medio, no hay consecuencias a nivel práctico para nosotros. Sin embrago, estas cuestiones influyen en el pensamiento de la gente, sobre la población y la prospectiva de la cual vienen leídos estos hechos. Se trata de un fenómeno latente, pero que no podemos excluir. Quizás en Gaza haya también cambios prácticos, porque se modifican las relaciones entre Hamas y las potencias regionales, pero por el resto estas cuestiones tienen una influencia latente y que surgirá en toda su portada a largo plazo.
¿Cuál es el aspecto positivo de estos 12 meses de trabajo?
En realidad los elementos positivos son dos: la colaboración del clero local que, en general, es muy propositiva y también la acogida que he recibido de parte de la gente. Cierto que, un nombramiento de un guía no árabe para la Iglesia local sorprendió a muchos, pero esto no generó reacciones o sentimientos de rechazo. Todos se pusieron en discusión, tratando de entender qué hacer por el bien de la comunidad. Y hubo una respuesta madura, en su complejo, que hacen bien esperar para el futuro.
¿…y un elemento negativo, un aspecto sobre el cual trabajar en prospectiva?
Actualmente hay muchas cosas que resultan incompletas. Ante todo la cuestión administrativa que va repensada y restructurada, Por un lado es verdad que la Iglesia de pensar en el ‘pan celestial’, pero a este se debe poner al lado necesariamente un proceso de actividades que necesitan de una administración, porque involucra a personas y actividades y exige al mismo tiempo un re-pensamiento fuerte y radical del trabajo. Pero, estamos sólo al inicio.
Excelencia, ¿cuáles son los principales desafíos para la Iglesia en Tierra Santa?
Como todo Oriente Medio, la iglesia de Tierra Santa está frente a un cambio dramático, no sólo desde el punto de vista social. A esto se agregan el conflicto en Siria y las violencias irresueltas en Irak. Está después, desde el punto de vista demográfico, el aspecto de la emigración, con los números que comporta y las prospectivas económicas que genera. Además, el cambio generacional que también aquí no sucede en modo indoloro y presenta nuevas problemáticas y aspectos diversos respecto a cuantos los han precedido. Agreguemos también la invasión de sectas, un fenómeno reciente y en rápida expansión. Estamos frente a una realidad regional muy diversa respecto a la de hace diez o también sólo hace cinco años y todo esto no puede no interrogar a la vida de la Iglesia. Son cuestiones que se refieren a la vida, no son sólo números, son desafíos abiertos que hacen nacer siempre nuevas preguntas. De aquí, por el momento, no hay todavía respuestas…
Se habla mucho de ciudadanía como elemento común sobre el cual fundar una convivencia pacífica. ¿Qué piensa?
Este es un aspecto surgido en el último Sínodo sobre Oriente Medio y es la clave para el cambio en el futuro. Una ciudadanía que va reconstruida de nuevo, fundada sobre la paridad de derechos y deberes, sobre la igualdad frente a las autoridades civiles, que no crea diferencias en materia de pertenencia religiosa o étnica. Y esto no debe valer sólo entre cristianos y musulmanes, sino también dentro del islam entre sunitas y chiíes. El modelo sobre el cual estaba fundado Oriente Medio en los últimos siglos terminó y van buscadas nuevas vías, nuevos modelos; en este sentido creo que la ciudadanía pueda ser la referencia más concreta y factible, respecto a la situación actual. (DS)
17/12/2016 13:14
20/12/2016 12:59