Mons. Bizzeti. El terremoto marcó 'el final de una era' en Antioquía

de Dario Salvi

El vicario de Anatolia describe una situación "que sigue en plena emergencia" y con un fuerte impacto psicológico. La tierra sigue temblando y las cifras -entre Siria y Turquía- han superado los 55.000 muertos. El trabajo de Cáritas en colaboración con las autoridades locales. El terremoto es una oportunidad para replantear y reconstruir las iglesias según una arquitectura "turca".

Milán (AsiaNews) - Turquía, golpeada por el devastador terremoto del 6 de febrero, todavía vive "una fase de plena emergencia" con algunas diferencias según los lugares, porque si en Iskenderun tratamos de pensar cómo hacer para restablecer los servicios básicos, en otros lugares como Antioquía "la situación es realmente trágica". Mons. Paolo Bizzeti, vicario de Anatolia, habló desde Iskenderun, a donde ha regresado en estos días para coordinar las operaciones de ayuda a los desplazados, después de haber viajado varias veces a Italia en las últimas semanas para recaudar fondos y ayuda. El vicariato, explica, opera desde tres bases: el mismo Iskenderun, Mersin y Antioquía, en "plena colaboración con las autoridades locales" y aportando un trabajo "desinteresado y eficiente". Pero para que la red de envíos funcione mejor, es "importante que vuelva a operar el aeropuerto de Hatay".

La cifra actualizada de víctimas que dio a conocer ayer el ministro del Interior turco, Suleyman Soylu, es de 48.448 muertos. En Siria, según datos difundidos por algunas ONG que operan en la zona, se calcula que hay 7.259 muertos, lo que supone un balance total en los dos países de 55.707 personas que perdieron la vida. Pero la tierra sigue temblando en toda la región: ayer se registró un nuevo e intenso temblor de magnitud 4,6 con epicentro en Kahramanmaras, a una profundidad de 10 kilómetros bajo tierra, y "esto produce miedo y tiene un fuerte impacto desde el punto de vista psicológico” admite Mons. Bizzeti.

Con respecto a la situación sobre el terreno, al concluir una visita de cinco días el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, describe un cuadro de "devastación espantosa y destrucción apocalíptica". Al mismo tiempo, Grandi volvió a hacer un llamamiento para pedir más "recursos" y una "respuesta humanitaria más importante, para que la gente pueda seguir viviendo".

Mons. Paolo Bizzeti considera que el corazón de la tragedia sigue siendo Antioquía, donde "han calculado que hay que remover 1,6 millones de toneladas de escombros" de una ciudad totalmente "arrasada". Incluso los edificios que quedaron en pie en realidad no son utilizables" y hará falta "un gran esfuerzo para limpiar todo" y después poner en marcha "un plan de reconstrucción". “Somos conscientes -prosigue- de que ha terminado una época: toda la antigua Antioquía, con las viejas casas de estilo sirio y alepino, ha desaparecido y no se puede reconstruir. El mercado está destruido, incluso desde el punto de vista turístico han desaparecido los lugares más interesantes… ¡milenios de historia arrasados!”.

La parte más "fascinante" de la ciudad ha quedado "borrada y no se podrá reconstruir", casi toda la población "ha huido, otros viven en tiendas de campaña o se han refugiado en las montañas". “En este momento -continúa- necesitan de todo y no es fácil siquiera imaginar los próximos meses, con el calor, cómo haremos para gestionar la situación. Electricidad, cloacas, agua, comunicaciones: hay que reconstruir todo, incluso el museo, que era la atracción principal, no se sabe si se podrá reabrir ni cuándo mientras se trabaja para tratar de enjaular, para preservarlas, las estatuas de la época hitita, famosas en todo el mundo. Es una realidad trágica que sigue evolucionando”.

En Iskenderun está lloviendo y la situación todavía es precaria, explica el prelado. “Los bancos están cerrados, faltan servicios y no es fácil tratar de volver a una vida sostenible. La gente -añade- está muy golpeada y tiene miedo de dormir en sus casas, aunque estén intactas. Todavía estamos en una fase de pleno sismo, a pesar de que hay algunas noticias positivas: en abril deberían llegar contenedores para abrir bancos y correos, lo que permitirá volver a prestar servicios esenciales y romper el aislamiento, que es aún mayor en los pueblos y pequeñas ciudades de los alrededores”.

En las últimas semanas el trabajo de Cáritas Turquía -de la que Mons. Bizzeti es presidente- se ha concentrado en una zona cerca de Antioquía, “el objetivo es garantizar los víveres necesarios para una aldea de pastores y campesinos. Se sirven comidas calientes; son 1.200 personas a las que proporcionaremos lo necesario para vivir durante un mes, luego veremos cómo evoluciona la situación. También estamos - explica - en vísperas del comienzo del Ramadán [el mes sagrado islámico de ayuno y oración, ndr] y queremos ayudarlos en este momento especial".

Por último, una reflexión desde una perspectiva de reconstrucción: “Pronto se planteará la pregunta sobre cómo reconstruir la iglesia de Iskenderun, que sin duda no volverá a ser igual que antes. Esta puede ser una oportunidad -concluye- para replantear la arquitectura de la catedral para que esté en armonía con el gusto turco, dejando de lado otros modelos y tratando de que sean construcciones que armonicen con la cultura y la arquitectura turcas, que es riquísima”.

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