Monjas budistas pedalean 4.000 km para protestar contra la trata de personas
Las religiosas pertenecen a la orden Drukpa y son expertas en artes marciales. Por eso también son llamadas “Kung Fu nuns”. Atravesaron el Himalaya en bicicleta y llegaron a la India. Luego del terremoto de 2015, se ha incrementado la explotación de niños y mujeres. A lo largo del viaje, las monjas han distribuido alimentos y han ofrecido atención médica.
Katmandú (AsiaNews) – Unas 500 monjas budistas pedalearon a lo largo de la cadena del Himalaya, recorriendo 4.000 kilómetros entre Nepal y la India, para reclamar la atención sobre la trata de seres humanos en la región. Jigme Konchok Lhamo, una monja de 22 años, explica el motivo de la iniciativa; “Mientras que el año pasado prestábamos ayuda a las poblaciones afectadas por el terremoto de Nepal, hemos tomado conocimiento de que numerosas muchachas pobres son vendidas por sus propios padres porque ellos ya no saben qué hacer para llevar adelante su familia. Queremos hacer algo para cambiar la mentalidad que considera que la mujer es inferior al hombre. Esta excusión por la montaña demuestra que las mujeres tienen la misma potencia y fuerza que los hombres”.
El viaje comenzó en Katmandú y concluyó en la ciudad de Leh, en la parte septentrional de la India. Las monjas pertenecen al linaje Drukpa –una de las escuelas “modernas” del budismo tibetano- y son expertas en artes marciales. Su habilidad ha hecho que se las apode como las “Kung Fu nuns” y viven fundamentalmente en la India, en Nepal, en Bhutan y el Tíbet.
Para llevar adelante esta empresa han abandonado el hábito monástico y visten zapatillas deportivas, casco protector e indumentaria deportiva. Las monjas no son nuevas en este tipo de experiencias: de hecho, se trata de la cuarta pedaleada. Durante el trayecto se han encontrado con la población local, con funcionarios de gobierno, líderes religiosos y con todos ellos han hablado acerca de la igualdad de géneros, la coexistencia pacífica y el respeto por el medio ambiente.
Las monjas han distribuido alimentos a los pobres y han brindado atención médica a los habitantes de los pueblos. Junto a ellas ha pedaleado también el Gyalwang Drukpa, el 12mo jefe de la orden. Jigme Pema Wangchen ha reformado en un sentido progresista el movimiento, inspirando una liberación de las monjas. Antes de la reforma, ellas estaban destinadas a trabajos más humildes y solían padecer el maltrato y las amenazas de los monjes masculinos. El Gyalwang Drukpa les ha dado roles de liderazgo y ha introducido los cursos de Kung Fu, de modo que las mujeres puedan aprender a protegerse por sí solas.
Gracias a él, en los últimos 12 años, el número de monjas ha pasado de 30 a 500, y ellas son activas en la difusión de valores como la igualdad de géneros. Ellas luchas por las mujeres que en Nepal son vendidas como esclavas sexuales por traficantes inescrupulosos, atraídas con la ilusión de un trabajo bien remunerado, pero que luego son obligadas a vender su cuerpo en los burdeles y apartamentos privados.
El terremoto del 25 de abril pasado provocó cerca de 9.000 víctimas y dejó sin padres a casi 40.000 niños. Ellos también corren el riesgo de caer en las manos de los traficantes, que menudo se disfrazan de gurúes y benefactores. La monja Jigme Konchok Lhamo declara: “Las personas piensan que debemos estar encerradas en el templo y rezar todo el tiempo, puesto que somos monjas. Pero la oración no basta. El Gyalwang Drukpa nos enseña que debemos salir y poner en práctica las palabras con las cuales rezamos. A fin de cuentas, las acciones dicen más que las palabras”.
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