18/12/2013, 00.00
MONGOLIA - JAPÓN
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Mongolia "arriesga convertirse en el basurero nuclear del mundo".

Ryoko Imaoka, profesora asociada de estudios mongoles en la Universidad de Osaka, decidió vivir con los nómades de Mongolia y pedir su ayuda para preparar un documento que pruebe cuánto es intensa la contaminación radioactiva en la nación asiática. Donde hoy nacen corderos con dos cabezas y camellos ciegos.

 

Ulaambaatar (AsiaNews)- Una investigadora japonés decidió vivir con los nómadas de Mongolia y pedir la ayuda de ellos para preparar un documento que pruebe cuánto sea intensa la contaminación radioactiva en la nación asiática, sin desemboque en el mar. Ryoko Imaoka, profesora asociada de estudios mongoles en la Universidad de Osaka, proporcionó a los nómades mongoles video cámaras para documentar la frecuencia de nacimientos de animales deformes, que parecen estar en aumento en modo particular en las cercanías de las minas de uranio.

La profesora Imaoka, de 51 años, explica a Ashi Shimbun: "Con la rápida transición hacia una economía de mercado en curso en el País, la contaminación se está volviendo un problema muy serio. Cuando come un animal, un mongol no deja ni siquiera una gota de sangre. Es parte de su cultura. Y llevar escorias nucleares al País terminará por devastar la población local".

Hace 3 años una compañía franco-mongol inició unos barrenados experimentales en la parte meridional del País en busca de uranio. Poco después de estas operaciones, iniciaron a verificarse deformaciones entre los animales vivos y mutaciones en los neonatos. Si bien la correlación entre excavaciones y deformidades se deben probar, las relaciones sobre el área afectada hablan de corderos con dos cabezas y camellos ciegos. Frecuentes también úlceras en la piel y enfermedades en la sangre.

No obstante esta situación, Japón y EEUU están considerando la posibilidad de descargar en Mongolia sus propias escorias nucleares. La mina abandonada en las cercanías de Mardai. En el nordeste, es una de las zonas bajo observación: aquí se encuentran las escorias radioactivas dejadas por los soviéticos después de las excavaciones y estudios nucleares hechos en la zona, en tiempos de la Guerra Fría.

La sociedad de estudios mongoles, del cual la profesora forma parte, publicó el pasado verano un amplio estudio sobre la cuestión nuclear. Además, la docente está traduciendo un manual japonés en mongol: el texto explica cómo defender a los niños de la exposición al nuclear.

Imaoka nació en Sakai, en la Prefectura de Osaka. Cuando estaba en la escuela secundaria, un programa televisivo sobre la vida de Gengis Khan, capturó su interés, luego se agrandó hacia Mongolia. Cuando entró en la universidad decidió estudiar el mongol, mientras se especializaba en topografía. Visitando cada año en los últimos decenios el desierto de Gobi, testimonió cómo había cambiado el sistema mongol en la vida de los nómades.

Su marido, mongol, es mecánico. La docente cuenta que a veces atravesando el desierto, él usa el estiércol de los animales para producir carburante: "los mongoles son así, consideran el ciclo de la naturaleza como un valor. Me han hecho entender que cada uno de nosotros es responsable de aquello que lo rodea. No quiero que esta nación se convierta en el basurero nuclear del mundo".

 

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