Misionero en Kioto: la amistad con Jesús cura la soledad y el egoísmo entre los jóvenes
Las continuas obligaciones, el desinterés por la vida y la pérdida de sentido afligen a las nuevas generaciones japonesas. Una joven fue salvada del suicidio. Las Olimpíadas del 2020 constituyen una ocasión.
Kioto (AsiaNews) – La amistad con Cristo y con una Iglesia “viva” es el antídoto contra la soledad y el egoísmo que afligen a los jóvenes japoneses. Es el testimonio brindado por el Pbro. Antonio Camacho, un misionero de Guadalupe que se desempeña como responsable de cinco parroquias en la diócesis de Kioto.
En Japón, los jóvenes viven solos, persiguiendo cosas materiales, y “no están interesados en la vida, en la Iglesia… en nada”. “Tienen todo –dinero, televisión, juegos- pero no tienen la ‘luz’. No quieren casarse, tampoco estar con un chico o una chica, son egoístas; quieren estar solos. Uno de mis deberes es mostrarles que hay otra vida posible, que su vida puede ser interesante, bella”. Los jóvenes japoneses tienen poquísimo tiempo libre, si se suman las actividades académicas que se extienden incluso durante los fines de semana y los trabajos de medio tiempo en los ‘konbini’ (los mini mercados). “Trabajan para tener dinero y hacer muchas cosas, pero luego ¡no tienen tiempo para hacerlas!”.
La sociedad japonesa es muy “complicada” y “si no se pertenece a un grupo, no eres nadie”. “Conocí a una muchacha que estaba pensando en suicidarse –continua el misionero- y estaba llena de cortes en los brazos. Me dijo: ‘No sé nada de la vida, del significado de la vida. A nadie le importo, ni a mi padre, ni a mi padre, ni a la escuela. Es mejor que yo muera’. Yo le respondí: ‘puedes morir, pero también puedes decidir aprovechar la oportunidad para estar mejor, y si quieres, caminaré junto a ti, compartiendo el significado de la vida. Estando sola es muy difícil encontrar el sentido de la vida, tener un amigo es muy importante ‘. Ella me respondió: ‘Yo no tengo amigos’, y yo le dije que ahora tenía uno. Es algo muy simple, pero para ella fue una oportunidad para salvarse”.
Para el padre Camacho, lo más importante es “estar con los jóvenes”, como presencia e Iglesia “viviente”. Para esto, las parroquias de Kioto “abren las puertas a los jóvenes” con encuentros y campamentos de verano e invierno. Todos los meses, el sacerdote visita una escuela profesional para enfermeros que administran las religiosas dominicas. “Algunos de ellos tienen cierta idea de Dios, pero no conocen la fe. Por eso es importante estar presentes”.
“El mes pasado –continúa el misionero- hice una prédica en una secuela, había unas 15 personas. Fue una oportunidad para difundir el Evangelio, donde Jesús dice: “Ya no somos siervos, porque el siervo no sabe qué hace su amo; pero yo los llamo amigos, porque todo lo que he oído del Padre se los he dado a conocer’ [Juan 15:15]. Me conmovió, porque ellos prestaron atención, y me dijeron: ‘Ahora sabemos que tenemos un amigo, que es Jesucristo’. Entonces, les dije: ‘Tienen un amigo, Jesucristo, que estará junto a ustedes y los ayudará de todas las maneras y medios posibles”.
Para el sacerdote, los jóvenes necesitan ser amigos entre ellos y “no ser meros compañeros de escuela, sino compartir los sueños y todo aquello que se les presenta”. Un encuentro que debe superar las fronteras de su país, y ponerse de cara al mundo, aprovechando cada oportunidad: desde el encuentro con jóvenes migrantes vietnamitas, filipinos y latinoamericanos que llegan a Japón para trabajar, hasta las próximas Olimpíadas de verano. “En el 2020, vendrán muchos cristianos y católicos para asistir a los Juegos: es una ocasión importante, debemos mostrar al mundo que la Iglesia católica japonesa existe, y hacer que los jóvenes cristianos del mundo se encuentren con los jóvenes cristianos del Japón, y compartan su fe”.
20/10/2020 18:00
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