Mensaje vaticano a los hindúes: Promovamos la esperanza entre las familias
Documento enviado en ocasión de la fiesta de Diwali, que marca también el inicio del nuevo año. Si bien hoy “la noción misma de familia es minada por un clima de relativismo, tanto en su significado como en sus valores esenciales”, además de por un clima de guerras, pobreza y migraciones, “hay fuertes signos de una renovada esperanza, gracias al testimonio de aquellos que creen en el perdurar de la importancia del matrimonio y de la vida familiar”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Sostener el matrimonio y la vida familiar, guiando a la familias para ser “escuelas de esperanza”, capaces de orientar a los hijos “hacia un futuro mejor, yendo en busca del bien, incluso frente a las adversidades”. Es un terreno en el cual cristianos e hindúes tienen una visión común y pueden colaborar con todas las personas de buena voluntad. Es cuanto se lee en el mensaje que el Consejo Pontificio para el diálogo inter-religioso ha enviado a los hindúes en ocasión de la fiesta de Diwali, y que lleva por título “Cristianos e Hindúes: Promovamos la esperanza entre las familias”.
La fiesta es celebrada por todos los hindúes y es más conocida como Deepavali, es decir, “hilera de lámparas de aceite”. Simbólicamente fundada en una antigua mitología, la misma representa la victoria de la verdad sobre la mentira, de la luz sobre las tinieblas, de la vida sobre la muerte, del bien sobre el mal. La celebración propiamente dicha dura tres días, marcando el inicio de un nuevo año, la reconciliación familiar, especialmente entre hermanos y hermanas, y la adoración a Dios. Este año, la fiesta será celebrada por muchos hindúes el 30 de octubre.
En el mensaje, que lleva la firma del presidente cardenal Jean-Louis Tauran y del secretario Mons. Miguel Ángel Ayuso Guixot, MCCJ, se augura que “vuestras celebraciones en cada parte del mundo sean para vosotros una ocasión para fortalecer los vínculo familiares, y lleven alegría y paz a vuestras familias y comunidades. Una sociedad sana –se lee luego en el documento- depende de los vínculos familiares, y, sin embargo, es sabido que hoy la noción misma de familia es minada por un clima de relativismo tanto en su significado como en sus valores esenciales. De modo que incluso la vida familiar es a menudo perturbada a raíz de graves realidades como las guerras, la pobreza y las migraciones, que ya se han tornado demasiado usuales en todo el mundo. No obstante, hay fuertes signos de una renovada esperanza, gracias al testimonio de aquellos que creen en el perdurar de la importancia del matrimonio y de la vida familiar para el bien de cada persona y de la sociedad como un todo. Con este respeto seguro por la familia, y con una aguda conciencia de los desafíos que nos son planteados cada día, deseamos ofrecer una reflexión acerca de cómo nosotros, cristianos e hindúes, juntos, podemos promover la esperanza en las familias y así humanizar cada vez más nuestra sociedad”.
“Sabemos que la familia es la ‘primera escuela de humanidad’ y que los padres son los ‘primeros y principales’ educadores de sus hijos. Es en la familia que los hijos, guiados por el noble ejemplo de los padres y de los ancianos, son formados en valores que los ayudarán a desarrollarse como seres humanos buenos y responsables. Sin embargo, con demasiada frecuencia ocurre que las circunstancias familiares limitan el optimismo y el idealismo de nuestra juventud. Es especialmente importante, por ende, que los padres, junto a la comunidad más amplia, inculquen en los hijos el sentido de esperanza, orientándolos hacia un futuro mejor y en la búsqueda del bien, incluso frente a las adversidades. Formar y educar en la capacidad de esperar es, por lo tanto, una tarea que tiene una importancia fundamental para las familias (cf. PAPA FRANCISCO, Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, 274-275), porque esto refleja la naturaleza divina de la misericordia que acoge a los olvidados, brindándoles un objetivo. Una educación de este tipo, a la esperanza, alienta a los jóvenes a ponerse a disposición de los demás que estén atravesando necesidades, en una caridad y un servicio, y así volverse una luz para aquellos que están en la oscuridad. Por lo tanto, las familias deben ser un ‘laboratorio de esperanza’ (PAPA FRANCISCO, Saludo en la Vigilia de Oración por la Fiesta de las Familias, Filadelfia, 26 de septiembre de 2015), donde los hijos aprendan del ejemplo de sus padres y familiares, y experimenten el poder de la esperanza en la consolidación de las relaciones humanas, sirviendo a los más olvidados de la sociedad y superado las injusticias de hoy. A San Juan Pablo II le encantaba decir que ‘el futuro de la humanidad pasa a través de la familia’ (Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, 86). Si la humanidad ha de prosperar y vivir en paz, las familias deben asumir esta obra de cultivar la esperanza y de alentar a sus hijos a ser anunciadores de la esperanza para el mundo”.
“Como cristianos e hindúes –concluye el mensaje- unámonos a todas las personas de buena voluntad en el apoyo al matrimonio y a la vida familiar, guiando a las familias para que sean escuelas de esperanza. Llevemos la luz de la esperanza a cada rincón de nuestro mundo, ofreciendo el consuelo y la fuerza a todos los que estén necesitados”.
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