Mensaje para la Jornada de las Misiones 2023: 'La humanidad herida necesita la Buena Noticia'
Se publicó el texto de Francisco para la cita que se celebrará este año el 22 de octubre, titulado "Corazones ardientes, pies en camino". El Papa dedicó un pensamiento especial a los misioneros que atraviesan momentos difíciles: "El Resucitado está con ustedes y ve su generosidad". La invitación a cultivar en la misión la escucha de la Palabra de Dios y la Eucaristía "acción misionera por excelencia", "de lo contrario sólo transmitimos nuestras ideas y proyectos".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Hoy más que nunca, la humanidad, herida por tantas injusticias, divisiones y guerras, necesita la Buena Noticia de la paz y de la salvación en Cristo". Así escribe el Papa Francisco en el mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2023 publicado hoy por la Oficina de Prensa del Vaticano. El texto, que se titula "Corazones ardientes, pies en camino (cf. Lc 24,13-35)", prepara la cita que la Iglesia celebrará el domingo 22 de octubre y contiene también una palabra de particular "cercanía en Cristo a todos los misioneros del mundo, especialmente a los que atraviesan momentos difíciles: el Señor Resucitado, queridos hermanos, está siempre con ustedes y ve su generosidad y sus sacrificios por la misión de evangelización en lugares lejanos".
"El Señor -explica- es más grande que nuestros problemas, sobre todo cuando los encontramos al anunciar el Evangelio al mundo, porque esta misión, al fin y al cabo, es suya y nosotros somos simplemente sus humildes colaboradores, siervos inútiles. No todos los días de la vida están llenos de sol, pero recordemos siempre las palabras del Señor Jesús a sus amigos antes de la pasión: 'En el mundo tendrán aflicción, pero tengan valor: yo he vencido al mundo' (Jn 16,33)".
Tres imágenes tomadas del Evangelio de los discípulos de Emaús marcan la reflexión: el corazón ardiente por las Escrituras que explica Jesús, los ojos abiertos al reconocerlo y, finalmente, los pies en el camino. “También hoy -recuerda ante todo el Papa- el Señor resucitado está cerca de sus discípulos misioneros y camina junto a ellos, sobre todo cuando se sienten perdidos, desanimados, asustados ante el misterio de iniquidad que los rodea y quiere sofocarlos". Y es su Palabra la que ilumina y transforma el corazón de la misión: "El conocimiento de la Escritura es importante para la vida del cristiano, y más aún para el anuncio de Cristo y de su Evangelio. De lo contrario", se pregunta Francisco, "¿qué se puede transmitir a los demás sino las propias ideas y proyectos? ¿Y puede un corazón frío hacer arder el de los demás? Dejémonos acompañar por el Señor resucitado que nos explica el sentido de las Escrituras. Dejemos que Él haga arder nuestros corazones, nos ilumine y nos transforme, para que podamos anunciar al mundo su misterio de salvación con la fuerza y la sabiduría que proceden de su Espíritu".
Sin embargo, fue antes de partir el Pan cuando los ojos de los discípulos se abrieron para reconocer a Jesús. "Cristo, que parte el pan -observa el Pontífice-, se convierte ahora en el Pan partido, compartido con los discípulos y, por tanto, consumido por ellos. Se hizo invisible, porque entró en el corazón de los discípulos para hacerlos arder aún más, impulsándolos a ponerse de nuevo en camino sin demora para comunicar a todos la experiencia única del encuentro con el Resucitado". Francisco recuerda que "el simple hecho de partir el pan material con los hambrientos en nombre de Cristo es ya un acto misionero cristiano", pero "partir el Pan eucarístico, que es Cristo mismo, es la acción misionera por excelencia, porque la Eucaristía es la fuente y el culmen de la vida y de la misión de la Iglesia".
Y luego está la prisa por retomar el camino una vez que reconocieron al Señor: "El primer y principal recurso de la misión -escribe el Papa- son aquellos que reconocieron a Cristo resucitado, en las Escrituras y en la Eucaristía, y que llevan su fuego en el corazón y su luz en los ojos. Pueden dar testimonio de la vida que nunca muere, incluso en las situaciones más difíciles y los momentos más oscuros". Recuerda la "perenne validez de la missio ad gentes, la misión encomendada a la Iglesia por el Señor Resucitado de evangelizar a toda persona y a todo pueblo hasta los confines de la tierra" porque -repite, citando su exhortación apostólica Evangelii Gaudium- "todos tienen derecho a recibir el Evangelio". Los cristianos tienen el deber de proclamarla sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte hermoso, ofrece un banquete deseable". Y es un movimiento misionero al que todos pueden contribuir: con la oración y la acción, con ofrendas de dinero y sufrimiento, con el propio testimonio. "Las Obras Misionales Pontificias son el instrumento privilegiado para favorecer esta cooperación misionera a nivel espiritual y material".
Por último, el Papa recuerda cómo "misión" es una de las palabras centrales del camino sinodal en curso en todo el mundo. "Ciertamente no es un repliegue de la Iglesia sobre sí misma; no es un proceso de votación popular para decidir, como en un parlamento, lo que debe creerse y practicarse o no según las preferencias humanas. Se trata más bien de ponerse en camino como los discípulos de Emaús, escuchando al Señor resucitado que siempre se pone entre nosotros para explicarnos el sentido de las Escrituras y partirnos el Pan, para que podamos realizar con la fuerza del Espíritu Santo su misión en el mundo".
"Partamos nosotros también -concluye el Pontífice- iluminados por el encuentro con el Resucitado y animados por su Espíritu. Partamos con el corazón ardiente, los ojos abiertos, los pies en el camino, para hacer arder otros corazones con la Palabra de Dios, abrir otros ojos a Jesús en la Eucaristía, e invitar a todos a recorrer juntos el camino de paz y de salvación que Dios ha dado a la humanidad en Cristo".
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