Matteo Ricci y Xu Guangqi, dos santos que la Iglesia china merece ver juntos en los altares
Taipei (AsiaNews)- En mayo de 2013, la primera fase de la causa de beatificación de Matteo Ricci se cerró en Macerata, diócesis donde nació el misionero. La causa está ahora en la Congregación de la Causa de los Santos en el Vaticano, para su estudio. Desde hace un tiempo se amplificaron los pedidos para la beatificación y la canonización de Ricci.
Que Ricci merezca plenamente ser canonizado es un hecho que va más allá de cualquier duda. La rectitud de su carácter, la infinita paciencia, perseverancia y humildad que mostró durante todo el proceso chino y los frutos madurados de su misión atestiguan a todos la santidad de un hombre que es respetado y hasta amado por muchos chinos.
La pregunta: ¿Debería ser beatificado solo, o su causa abre la oportunidad de un nuevo acercamiento a la cuestión? Ricci inició su peregrinación china publicando un pequeño librito que tenía como título "Sobre la amistad". Su proceso de beatificación debería reflejar el espíritu con el cual ha conducido su empeño misionero. En otras palabras: no beatificar a Matteo Ricci sin beatificar al mismo tiempo a Xu Guangqi.
Hay 3 razones para unir a los dos amigos en una causa común. La primera es que también Xu Guangqi es un hombre cuya vida habla de santidad. La segunda es que esto cambiará el modo en el cual la historia misionera es normalmente presentada. La tercera es que esto sería en modo grandiosos el mejor regalo que Roma podría hacer a la Iglesia China y a China en general.
Xu Guangqi (1562-1633) es conocido en China como un extraordinario intelectual y un funcionario público, autor de un tratado enciclopédico sobre las técnicas agrícolas, un patriota que ha testimoniado el debilitamiento progresivo de la dinastía Ming y ha tratado de defenderla de las agresiones, un matemático y un astrónomo. Sin embargo estas cualidades humanas podrían no ser suficientes para proclamarlo santo. Entonces: ¿Qué más se debería demostrar?
En primer lugar, queremos notar que Xu fue tomado por los fines prácticos solamente después de la propia experiencia de conversión, cuya profundidad fue impresionante: su bautismo, que se realizó en 1603, fue preparado por largas meditaciones sobre los Clásicos chinos, diversas y repetidas experiencias de fracaso y dolor, un sueño-acontecido en 1600- un templo con 3 capillas interpretado en 1605 como una imagen de la Trinidad- y una profundísima emoción a la vista de una imagen de la Virgen con el Niño en Nanjing.
Una vez bautizado, ha llevado a la nueva fe a toda su casa: no sólo a los parientes y a los siervos sus dependientes, hasta a su propio padre. Sus descendientes- y en modo particular la bisnieta, Camila Xu-protegerán a la comunidad católica de Shanghái.
En los treinta años que
separan el bautismo de su muerte, Xu Guangqi ha protegido de forma continua,
asesorado y guiado incluso los misioneros, mientras desarrollaba una vida
espiritual anclada en el auto-examen y el diálogo entre las tradiciones. Entre
los otros testigos tenemos a Lombardo, un jesuita que se había opuesto a la
estrategia de la inculturación de Ricci: a través de una especie de
"contra- investigación" de la ortodoxia de los conversos chinos,
Lombardo - aún no queriéndolo - que nos permite apreciar la profundidad y la
libertad interior de la visión espiritual de Xu.
Además, el modo en el cual Xu tradujo su fe
en planos de acciones prácticas y de coraje nos recuerda el carácter moral de
Ricci: ambos hombres son menos inclinados a escribir sus sentimientos que
comprometerse en aquello que perciben ser la propia vocación. Esto podría
también recordarnos el inicio de "La contemplación para alcanzar el amor de los
Ejercicios espirituales: El amor debería manifestarse en los hechos más allá de
las palabras y el amor consiste en el intercambio entre las dos partes... Por lo
tanto, si uno tiene la conciencia la da a quien no la tiene". Justo este tipo
de intercambio nutrió la amistad que Xu ha desarrollado con Ricci y ha
inspirado su actitud en relación de su propia carrera. Si bien Xu no ha hecho
experiencia del martirio, como le sucedió a Tomás Moro, su coraje y sus experiencias
son muy similares a aquellos de este gran laico y santo católico.
La beatificación conjunta de Ricci y Xu cambiaría de consecuencia el modo en la cual la historia misionera es a menudo contada: no un historia de recepción pasiva, sino de activa colaboración. Mostraría que los primeros convertidos han traído con ellos desde el inicio la riqueza de las tradiciones. Diría a los fieles que todos los carismas son necesarios y deben unirse cuando se funda una comunidad cristiana en la vida del espíritu.
En concreto, una beatificación conjunta sería mucho más significativa para la población china contemporánea, incluidos los católicos chinos, respecto a la de un singular misionero. Mandaría un mensaje de amistad, colaboración e igualdad espiritual. Todavía más importante, la multiforme figura de Xu-uno de los "tres pilares de la Iglesia china" (junto a Li Zhazhao y Yang Tinyun)- podría llevar a la reconciliación entre todos los sectores de la Iglesia, así como entre la Iglesia y la sociedad. Al lado de todo esto, asociar a Ricci y Xu, mandaría el mensaje de una Iglesia que apunta a la universalidad, en el medio de un diálogo entre las culturas locales y en la variedad de las experiencias de vida.
Es verdad que las actuales dificultades de Shanghái,
hacen de la causa de beatificación de Xu mucho más lenta y complicada que la de
Ricci. Pero justamente estas dificultades, deberían empujar a Roma a establecer
la causa con más diligencia: hay muchos caminos a
través del cual una causa de este tipo podría progresar . Han
pasado más de cuatro siglos desde que Ricci ha alcanzado el Paraíso. Estoy
convencido de que con mucho gusto esperaría unos cuantos años más para ser
reconocido beato y santo en compañía de su amigo Xu Guangqi .
Este
artículo apareció en original, en el http://www.erenlai.com/en/
19/03/2023 13:28
21/04/2015