Manila, el catecismo en las calles de Manuben
Desde hace trece años un laico franciscano junto con otros jóvenes y adultos recorre con un carro los suburbios más pobres de la metrópoli para llevar la luz de la fe. "Cuando era niño, yo era como ellos, con una familia deshecha. Yo también era drogadicto, pero Dios me cambió gracias a la ayuda de un catequista". Llevan consigo una imagen de la Virgen a la que llaman Nuestra Señora de las Periferias.
Manila, Filipinas - Desde hace trece años un misionero laico católico de Filipinas enseña el catecismo a los pobres en las calles de la periferia. Artemio B. Manuben Jr, miembro de la Orden Franciscana Seglar, comenzó esta iniciativa el 31 de agosto de 2009 junto con otros catequistas franciscanos de la parroquia de Nuestra Señora de la Soledad, en Binondo, Manila. “Nuestro grupo está formado por franciscanos de la Tercera Orden, catequistas a tiempo completo de la arquidiócesis de Manila y catequistas voluntarios”, explica Manuben a AsiaNews.
Inspirándose en el llamado del Papa Francisco a "salir hacia las periferias", el grupo lleva adelante la catequesis en los suburbios de Tondo, Binondo y Port Area Delpan, en Manila, utilizando un Kariton (un carro) y un método pensado específicamente para llegar a las familias que viven en la calle.
“Formamos una banda de catequistas y compusimos nuestras propias canciones, que cantamos durante la Musikatekesis en la cárcel y en las calles”, sigue diciendo Manuben. La iniciativa comenzó en 2009 con 23 niños y adultos en las calles de Tondo, uno de los barrios marginales más grandes de la capital del país. Las actividades principales son la enseñanza de la fe a través de la animación, la oración, testimonios de vida con actividades teatrales, juegos, narraciones…
El material que usamos para la catequesis son sobre todo herramientas audiovisuales, pero también dibujos para colorear, Biblias, imágenes de la Virgen de Fátima, de la Cruz de San Damián y de san Francisco de Asís, y también algunos pequeños regalos para los que participan.
Manuben, de 47 años, es profesor de religión en la escuela primaria Benigno Aquino, Port Area Baseco, Manila. Comenzó a ir a los suburbios porque en la escuela donde enseñaba vio un carro roto que ya no servía para nada. “Se me ocurrió hacer uno nuevo y convertirlo en un carro de catequesis. El 5 de septiembre de 2012, en la fiesta de Santa Madre Teresa de Calcuta, lo hice bendecir".
Desde entonces todos los miércoles, después de la catequesis en la escuela primaria de Almario, empuja el carro cargado con alimentos, elementos audiovisuales, la Biblia, la cruz de San Damián y la imagen de la Virgen de Fátima hasta el lugar donde muchos niños de la calle lo están esperando. “Lo que me hace amar este compromiso es llevar a Jesús a los que ya no tienen esperanzas. Cuando era niño, yo era como ellos, con una familia rota. Yo también consumía drogas. Pero Dios me cambió gracias a la ayuda de un catequista”, cuenta.
“Y también desde entonces he tratado de ayudar a personas que estaban perdidas para que pudieran encontrar el camino de vuelta a Dios. Quiero devolver la salvación que Dios ha obrado en mí llevando hacia Él a las personas perdidas que viven en las calles. Ser testigo delante de ellos tiene un gran impacto, porque si Dios me cambió a mí, ellos también pueden hacerlo, con la gracia de Dios”, continúa Manuben.
Hablando del impacto de su ministerio, dice que después de todos estos años de catequesis en las calles ya se pueden ver algunos frutos del trabajo. Algunas familias lucharon por conseguir un trabajo y alquilaron una casa; algunos han renunciado a sus vicios y han vuelto a la escuela. Otros que salieron de la cárcel están tratando de comenzar una nueva vida.
Los desafíos que él y su equipo enfrentan son muchos: la salud, la pobreza de medios, las consecuencias de las tormentas. “Estamos pensando en modernizar nuestro Kariton y pasar a un Triciclo catequístico. Eso nos permitiría trasladarnos con más facilidad y llevar más material para la catequesis”, explica. Al equipo también le gustaría abrir una casa de formación para jóvenes catequistas que quieran participar en este ministerio.
“Cada vez que hacemos catequesis en la calle, llevamos la imagen de la Virgen, que ahora llamamos 'Nuestra Señora de las Periferias' como respuesta al llamado del Papa Francisco a ir a las periferias”, cuenta Manuben.
La imagen representa a la Virgen acompañando a los catequistas en su misión con los últimos. Porque María está siempre presente en la evangelización, es un signo de la presencia de Cristo. “La misión de Jesús no era acabar con la pobreza, sino salvar a los pecadores -concluye el catequista- y eso es lo que nosotros tratamos de hacer con este carro”.
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