Lukashenko se defiende de Occidente

de Vladimir Rozanskij

Según el presidente bielorruso, hay fuerzas extranjeras que preparan un "nuevo golpe de Estado". Se estima que tendrá lugar en febrero de 2022, durante el referéndum constitucional. Renuevan la cúpula de los servicios secretos para reforzar los controles. El país está en manos de "hombres de orden", como en las Juntas sudamericanas.

Moscú (AsiaNews) - "Occidente está preparando un nuevo intento de golpe de Estado en nuestro país". Así lo afirmó el cuestionado presidente bielorruso Aleksandr Lukashenko con motivo de algunos nombramientos en la KGB, los servicios de seguridad de Minsk. El 18 de octubre tuvo lugar la renovación de la cúpula de la inteligencia nacional, con el objetivo de reforzar el gobierno con fuerzas de seguridad más aguerridas.

Según el "batka" (padrino) de Bielorrusia, "la situación es muy tensa y no podemos relajarnos de ninguna manera. Ustedes, los hombres del KGB, saben mejor que nadie que el intento fallido de golpe de Estado del año pasado no ha cambiado los planes de nuestros adversarios". Lukashenko dijo que "el Occidente unido sigue interfiriendo en nuestros asuntos internos, con el riesgo de destruir la independencia de nuestra nación".

El presidente bielorruso también indicó la posible fecha de la nueva agresión: "El día X, como ellos lo llaman, será durante el referéndum sobre las enmiendas constitucionales". Una de las principales colaboradoras del hombre fuerte de Minsk, la Presidenta del Senado Natalia Kačanova, anunció a los periodistas que el referéndum se celebrará a finales de febrero de 2022.

Según Lukashenko, el nuevo ataque a Bielorrusia se llevará a cabo mediante la aplicación de nuevas sanciones, la financiación de protestas callejeras y la preparación de combatientes opositores al gobierno: "No solo sabemos estas cosas, sino que también estamos trabajando en ellas", aseguró el jefe de Estado bielorruso. Por ello, ordenó la "represión de todas las formas de manifestación que atenten contra la Constitución'', el control de los colectivos de trabajadores y el refuerzo de la vigilancia sobre la prensa local, además de incrementar la eficacia del contraespionaje.

Como contramedida, Bielorrusia intenta enfrentar a los países occidentales. Sobre todo, se critica a Lituania y Polonia por "enviar inmigrantes ilegales a Alemania y otros Estados de la vieja Europa". Por su parte. Lukashenko insiste en que los dos países vecinos acusan a Bielorrusia de crear artificialmente la crisis migratoria, promoviendo la fuga de migrantes desde su lugar de detención en dirección a Alemania y Francia, violando así de forma masiva y cínica los derechos humanos. "Pero son los lituanos y los polacos", dice el presidente bielorruso, "los que abren las puertas de los campos para que se vayan a otros países europeos, y tenemos pruebas de ello". Lukashenko hace un llamamiento a Francia y Alemania para “que despierten y se ocupen ellos mismos".

El gobierno bielorruso no ha revelado a la opinión pública los nombres de los nuevos jefes de los servicios, a excepción del nuevo ministro de Justicia, el general Sergei Khomenko, que anteriormente tenía a su cargo el Ministerio del Interior. El presidente explicó que en la Justicia se necesita un militar no por sus habilidades profesionales, sino "por su capacidad de organización, disciplina y lealtad". Hoy ya no hay tiempo para contar hasta 10, y ni siquiera hasta tres; hay que ser capaz de tomar decisiones y aplicarlas lo antes posible”.

Con estos nombramientos, la cúpula que rodea al presidente está formada casi en su totalidad por representantes de las fuerzas de seguridad y los militares, que se han convertido en una casta intocable del poder bielorruso. Los observadores llaman al gobierno del país la "junta militar" a la manera sudamericana, en la que se otorga a los militares todos los poderes. No solo no se han revelado los nombres, sino tampoco las funciones de los nuevos dirigentes, lo que convierte al régimen en un monolito inquebrantable.

Como escribe el politólogo bielorruso Valerij Karbalevič en la edición del Nezavisimaja Gazeta del 19 de octubre, "Lukashenko apunta a crear disputas entre los países europeos, explotando la actual tensión entre Polonia y la UE y avivando el fuego de los conflictos. Pero nadie lo escucha, porque su reputación está demasiado comprometida".