Los temores de Asia Central ante Trump

de Vladimir Rozanskij

Las posibles conversaciones de paz en Ucrania podrían conducir a una relajación de las sanciones, lo que en consecuencia daría a Rusia la oportunidad de reforzar de nuevo su influencia en la región. Donde también aumenta el activismo de China. El nudo de las relaciones con Teherán.

Astana (AsiaNews) - La inminente inauguración de la presidencia de Donald Trump en Washington suscita diferentes reflexiones en todas las latitudes, debido a las consecuencias sobre el equilibrio de la geopolítica mundial. Los países de Asia Central, en fase de búsqueda de una nueva definición en las relaciones comerciales y políticas a nivel global, no son una excepción, y no faltan los temores de volver a ser marginados por las opciones políticas de la mayor superpotencia mundial. A esta cuestión dirigen su atención los expertos de Cabar.Asia, que en general creen que la política de Estados Unidos no cambiará mucho con respecto a la región, aunque ésta no ocupe el primer lugar en las preocupaciones de la Casa Blanca.

Rustam Burnašev, profesor de la Universidad Kazajo-Alemana, no cree que EEUU vaya a hacer mucho en Asia Central: «no es una prioridad para ellos, pero la política estadounidense en este sentido es bastante estable y no cambiará con el cambio de administración». La principal exigencia de Estados Unidos a los países de Asia Central es el cumplimiento de las sanciones contra Rusia para evitar las exportaciones de doble uso, civil y militar. En el caso de Estados Unidos, el formato «5+1» sigue siendo un modo puramente diplomático, a nivel de ministros de Asuntos Exteriores y no de jefes de Estado, sin muchas perspectivas de acuerdos económicos.

Las posibles conversaciones de paz en Ucrania podrían conducir a una relajación de las sanciones, lo que, en consecuencia, daría a Rusia la oportunidad de reforzar de nuevo su influencia sobre Asia Central. Burnašev cree, sin embargo, que «los escenarios pueden ser muy diferentes, depende de cuál de ellos se materialice realmente, y después de todo la influencia de Moscú en estos países nunca ha disminuido realmente en los últimos años». Más bien, la estrategia de Washington podría volverse más agresiva hacia China, que a su vez podría volverse más activista en Asia Central.

En 2021, la Administración Trump había expresado su apoyo al desarrollo del corredor de gas transcaspiano, que une Turkmenistán con Azerbaiyán, pero se trata de una cadena de proyectos en la que China e Irán también están muy implicados. Es difícil predecir cómo se desarrollarán en etapas posteriores, pero en general los expertos están convencidos de que «todos se benefician de estas perspectivas, incluida Rusia, que tiene varias posibilidades de conectarse a ellas». En cuanto a la participación estadounidense en estos proyectos, muchos dudan de que EEUU tenga intención de invertir muchos recursos en ellos, ya que de hecho es el socio más lejano con respecto al tamaño de Eurasia.

También se baraja la posibilidad de que Estados Unidos endurezca las sanciones contra Irán, un socio crucial para Tayikistán en particular. En cualquier caso, las relaciones con Teherán siguen siendo bastante indefinidas, y aun así podría haber evoluciones imprevisibles. Otro aspecto importante se refiere al respeto de los derechos humanos, tema en el que Trump parece menos sensible que su predecesor, y se teme una reducción de los programas de apoyo a la sociedad civil, aunque en este campo «mucho depende de las instituciones, más que del carisma personal».

La cuestión de Irán, observan algunos expertos, dependerá mucho de cómo evolucione la crisis en Oriente Próximo y de la credibilidad que tenga el alto el fuego decidido en Gaza en los últimos días. Un aspecto no secundario se refiere a los precios del petróleo, que Trump intentará sin duda bajar, como se desprende de sus programas políticos y económicos, un factor que podría debilitar la economía rusa aún más que las sanciones.

Una posible retirada parcial de EEUU de las actividades en Asia Central, añaden los observadores, requerirá un mayor compromiso de la UE en la región, tratando de equilibrar las influencias de Rusia y China, aunque los propios europeos no tengan posiciones claras. En definitiva, se espera que el «pragmatismo trumpiano», la dote del nuevo presidente también elogiada en las declaraciones del Kremlin, se ponga a prueba para redibujar un marco que pueda garantizar la estabilidad y el desarrollo también en Asia Central.