Los rusos europeos, en vilo entre Moscú y Constantinopla
Constantinopla pide la renuncia del arzobispo a cargo de las comunidades de rusos europeos, Ioann, pero él se niega a dimitir y se ampara en Moscú. El 7 de septiembre, una asamblea de miembros de la Iglesia rusa en Europa tomará una decisión definitiva. O quizás no.
Moscú (AsiaNews) - El arzobispo de Chariopoulis, Ioann (Jean Rennetau) - responsable de la histórica comunidad de los rusos europeos, formada en París luego de la revolución de 1917- se negó a presentar la “carta de renuncia” ante el Patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé (Archontonis), de quien depende. Dicha carta fue enviada a Ioann el 30 de agosto, tras su decisión de adherirse a la jurisdicción canónica del Patriarcado de Moscú. Bartolomé ahora ha confiado dicha arquidiócesis al metropolita de Gallia, el arzobispo griego Emmanuil (Adamakis).
En un comunicado enviado a los sacerdotes de su diócesis, Ioann (v. foto) afirma que “en vista de la decisión del Santo Sínodo, de solicitar mi dimisión como arzobispo, que yo no he solicitado, les comunico que permanezco en el cargo como su arzobispo, de acuerdo con nuestros estatutos. A la espera de las aclaraciones del caso con El Fanar, pueden seguir recordando mi nombre en la liturgia”.
Constantinopla decidió disolver la arquidiócesis de los rusos europeos el 28 de noviembre del año pasado. Un hecho que guarda relación con la aprobación de la autocefalia ucrania, y con el que se busca “limpiar” el Patriarcado ecuménico de cualquier lazo oficial con los rusos. Sin embargo, los miembros de la arquidiócesis, reunidos en asamblea, han decidido mantener autónomamente su estructura y han iniciado tratativas con otras Iglesias, como la de Moscú o la de los “rusos en el exterior”, pero también con Bucarest, Sofía y otras. A pesar de los avances en los coloquios con el Patriarcado de Rumania, Ioann habría decidido ingresar al de Moscú, que ya estaría ultimando los detalles para el acto oficial con el cual se habrá de formalizar el pase, pero él seguirá manteniendo sus funciones en París.
Sin embargo, una parte considerable de los clérigos y laicos no estaría de acuerdo con la alternativa moscovita: es probable que la decisión final sea tomada en la asamblea general, convocada para el próximo 7 de septiembre en París. Algunos sacerdotes han comparado esta situación con la historia bíblica de Susana y los dos ancianos lascivos, personificados por los dos patriarcas, el de Moscú y el de El Fanar, deseosos de apoderarse de la hermosa doncella, que vendría a ser la arquidiócesis de París, presos de su fascinación por la “Ortodoxia en Occidente”.
El problema es que incluso de acuerdo con los estatutos franceses de la arquidiócesis, el mísmo Ioann no es miembro oficial de ella: forman parte de ella los sacerdotes y los laicos, pero no así el ordinario nombrado por Constantinopla. De modo que en las parroquias reina la confusión. En tanto, Ioann ha dado instrucción a las parroquias de que no se permita el ingreso de sacerdotes nombrados por Constantinopla. En varias regiones, como sucede en San Remo, Italia, algunas parroquias han decidido autónomamente cambiar de jurisdicción, adhiriendo a otras estructuras ortodoxas más o menos independientes de los dos patriarcas “lascivos”.
Para sumar mayor confusión, Emmanuil de la Galia preside las parroquias griegas en Francia, pero no tiene jurisdicción alguna sobre las otras 9 regiones de la arquidiócesis rusa, y él también difunde directivas bastante inciertas y contradictorias. En tanto, en la vertiente moscovita, ha habido un cambio jerárquico entre el metropolita Ioann (Roscin), enviado a París en diciembre pasado, y el metropolita Antonij (Sevrjuk), obispo de Viena y Budapest por cuenta de Moscú: los dos se han intercambiado las sedes episcopales, un hecho que ha tenido funestas consecuencias en el clero y en las parroquias que dependen del patriarca Kirill (Gundjaev).
Por último, si Ioann (Rennetau) fuese oficialmente acogido en la Iglesia de Moscú, su nombramiento sería de corto aliento, siendo que ha superado la edad canónica de 75 años. En vista de la intrincada complejidad del caso, la asamblea del 7 de septiembre quizás decida postergar una decisión definitiva, y dejarla como asignatura pendiente, mientras los distintos patriarcas dan rienda suelta a sus antojos.
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