Los cristianos de China y del mundo, ‘unidos espiritualmente’ por la Virgen de Sheshan
En la audiencia general de ayer, el Papa Francisco pidió rezar por la Iglesia en China en la fiesta de la Virgen de Sheshan. Y mencionó las “dificultades” en que viven los fieles. La persecución no abruma solamente a los católicos, sino también a protestantes, musulmanes y budistas. Defender la libertad religiosa también es necesario para desarrollar negocios. Las previsiones de los sociólogos: para el 2030, China será el país con el mayor número de cristianos en el mundo.
Hong Kong (AsiaNews) – Causó gran sorpresa el llamamiento que el Papa Francisco dirigió ayer, cuando pidió estar “unidos espiritualmente a todos los fieles católicos que viven en China” en la jornada de hoy, en al cual se celebra la fiesta de la Virgen de Sheshan, el santuario situado sobre las colinas cercanas a Shanghái, una meta incesante de peregrinaciones. El Papa Francisco no suele hablar de China ni de los cristianos. Desde que la Santa Sede se ha abocado a la tarea de entablar un diálogo con el gobierno chino, no ha habido llamamientos ni denuncias, quizás para no inquietar a la contraparte. Por el contrario, sí ha habido muestras de aprecio del pontífice mismo en relación al Reino del Medio, expresando su amor por la cultura china y por la China.
Pero ayer, al final de la audiencia general, el pontífice incluso mencionó “las dificultades” en las que está sumidos nuestros hermanos y hermanas de la China. Y las dificultades son muchas. Precisamente mientras China y la Santa Sede deliberan para poder llegar a un acuerdo sobre los nombramientos episcopales, hay obispos a los que se les impide desarrollar su ministerio. El mismísimo obispo de Shanghái, Tadeo Ma Daqin, desde el 2012 se ve obligado a vivir en aislamiento forzado, y la Asociación Patriótica lo ha reducido al rol de simple sacerdote.
La nueva normativa relativa a las actividades religiosas, que comenzó a implementarse en el mes de febrero, ha dado pie a la férrea aplicación de un estilo maoísta por parte de las autoridades locales, que prohíben a los menores de 18 años participar de cualquier evento religioso, llegando a expulsarlos de las iglesias, en caso de verificar su presencia. En nombre de la “sinización”, es decir, de tornar “china” la fe, se destruyen campanarios, se derriban cruces, se arrancan decoraciones cristianas. En nombre de una “estabilidad”, se efectúan controles policiales –con perros-policía- en las oficinas parroquiales, en las celebraciones, en busca de no se sabe bien qué clase de “criminales”.
Hay quienes, quizás para congraciarse con el gobierno chino, disminuyen el alcance de estos hechos refiriéndose a éstos como casos aislados, vinculados sólo a alguna religión o a algún grupo religioso puntual. Lo cierto es que el gélido viento maoísta está azotando muchas regiones: Zhejiang, Henan, Xinjiang, Shanxi, la Mongolia interior… y no se abate sólo contra los católicos o contra los protestantes, sino contra todas las religiones, precisamente mientras en China, incluso entre los más jóvenes, hay una búsqueda de valores religiosos y de nuevos ideales, más verdaderos que el materialismo banal y consumista que ofrecen la sociedad y el Partido.
El Papa pide a todos los católicos del mundo estar “unidos espiritualmente” a los fieles de China. Pero esta unidad espiritual también se pide a los musulmanes del mundo, que ven a sus hermanos del Xinjiang humillados y perseguidos, con la excusa del “terrorismo”. Y también a los budistas, que ven sus templos transformados en una atracción turística, donde ya no hay más silencio.
Y yo creo que también debieran estar “unidos espiritualmente” los hombres de negocios que comercian con China. La historia nos muestra que lo que sucedió a los católicos y a las religiones luego se expandió a todo el país: lo demuestra cuanto sucedió con la toma del poder por parte de Mao en 1949; con la Revolución Cultural, en 1966; también puede ser visto hoy, allí donde empresarios, abogados, editores son raptados, condenados a puertas cerradas, obligados a hacer “confesiones” registradas en video. La defensa de la libertad religiosa se hace necesaria para salvaguardar todos los derechos humanos en la sociedad.
Al dirigirse a los “discípulos del Señor en China”, el Papa dijo: “La Virgen hará que jamás les falte su ayuda, y los custodiará con su amor de madre”. Esta ayuda es efectiva: es conmovedor encontrarse con los católicos chinos, tan llenos de fe, capaces de arriesgarse, comprometidos a mejorar la sociedad por medio de las cooperativas, brindando ayuda a los huérfanos, a los migrantes, a las familias. Quizás tenga razón el sociólogo Fenggang Yang cuando afirma que para el 2030, China será el país con el número de cristianos más alto en todo el mundo.
17/12/2016 13:14
29/08/2020 11:22