Los Institutos Confucio y el diálogo Oriente-Occidente
Nacieron en el 2004 para difundir la lengua y la cultura chinas. Se sospecha que realizan actividades de espionaje industrial y que son utilizados para influenciar la política de los países anfitriones. Evitan abordar temas candentes como Tiananmen, el Tíbet, Taiwán, los Uigures y las cuestiones de libertad religiosa. En Italia, el manto de silencio sobre las manifestaciones de Hong Kong y sobre la represión de la policía. La proscripción de los libros y de la cultura occidental en las universidades chinas. El acuerdo sino-vaticano debiera pedir que las universidades pontificias abran espacios “católicos” en las universidades chinas.
Roma (AsiaNews) - Algunos disidentes chinos que viven en el exterior han solicitado a la University of Westwen Australia (UniWA) de Perth que les permita hablar de su experiencia personal sobre la masacre de Tiananmen, de la que fueron testigos directos en 1989, cuando el ejército chino arrolló y masacró estudiantes y operarios usando tanques de guerra y fusiles, matando entre 200 y 2000 personas.
Según el SCHMP (25/08/2020), poco antes, en una conversación con la televisión australiana ABC, Jiang Ying, la directora del Instituto Confucio que funciona en la UniWA había dicho que estaría feliz de hospedar un debate con algunos disidentes para afrontar un problema tan delicado, sobre el cual se suele callar en China y muchos jóvenes chinos no están al tanto. La propuesta de los disidentes es un intento de obligar a la Dra. Jiang Ying a pasar de las palabras - frente a la televisión - a los hechos. Según comentan los periódicos, luego de aquella propuesta, la doctora no respondió más a las llamadas por teléfono.
El episodio ha desencadenado nuevos interrogantes sobre los Institutos Confucio. Nacidos en el 2004 con el patrocinio de la Oficina de propaganda del Partido Comunista Chino, su tarea es difundir la lengua y la cultura chinas en el exterior. Teniendo en cuenta la importancia de China en el tablero mundial y los enormes medios financieros a su disposición, estos institutos se han propagado en todo el mundo: actualmente hay más de 500, de los cuales 12 están en Italia. Estos espacios tratan de difundir una imagen de China positiva y atractiva, presentando sus logros económicos, sus conquistas modernas, entre otras cuestiones. Sin embargo, algunos temas jamás se abordan: Tiananmen, el Tíbet, Taiwán, los Uigures y las cuestiones de libertad religiosa.
Tuve la ocasión de hablar con algunos jóvenes que egresaron del instituto e incluso cumplieron un ciclo de estudios en China. Sin embargo, en nuestra conversación no recibí ninguna reflexión sobre los problemas que atraviesa la China contemporánea: “Todo es bello, todo se sostiene firme… quizás exista alguna contradicción, pero no sabría decir cuál”.
La profesora de un Instituto Confucio del Norte de Italia es famosa porque cuando se habla de persecución religiosa de los católicos (obispos en prisión, curas asesinados, fieles llevados a la cárcel…), ella siempre sintetiza estas experiencias dramáticas con una sola palabra: “dificultades”.
En el último tiempo, se ha comenzado a sospechar que los Institutos Confucio no solo difunden una versión benévola y acrítica respecto a China, sino que también despliegan influencias sobre la política de la nación que los aloja, para favorecer a China y practicar el espionaje industrial. En noviembre del año pasado, el Comité parlamentario británico de Asuntos Exteriores presentó un informe que destaca que a través de los Institutos Confucio, China se están infiltranddo en las universidades del Reino Unido, poniendo en riesgo la “libertad académica”. En Italia causó estruendo el hecho de que estos institutos, y los profesores que se desempeñan en ellos, mantuvieron un silencio absoluto frente a las manifestaciones de la población de Hong Kong y la violencia de la policía.
También es cierto que los Institutos Confucio han caído en la picadora de carne de la pulseada entre China y los Estados Unidos. Los EEUU definieron estos centros como una “misión extranjera”, una suerte de departamento separado del ministerio de Relaciones Exteriores de Beijing.
Antes de preocuparnos por tomar partido por uno u otro lado, creo que sería importante utilizar los institutos Confucio y las universidades como un verdadero puente cultural entre Oriente y Occidente, sin cerrazones ideológicas ni pre-conceptos. Por ejemplo, sería importante que en las universidades chinas haya oficinas de universidades extranjeras, que puedan entablar vínculos y diálogos con estudiantes chinos. Algunas universidades de EEUU han abierto “American corners”, pero las autoridades “hacen que para los estudiantes chinos sea imposible hablar con los americanos”.
17/12/2016 13:14