Los 10 años de la carta de Benedicto XVI a la iglesia en China. La debilidad de algunos obispos
La Carta expresa “el amor del Santo Padre por nuestra Iglesia”. La “tragedia” para la iglesia en China: obispos que se convierten en “funcionarios de Estado”, “no escuchan la Carta” y tienen miedo de “dar la vida por la grey”. Pero hay “obispos y sacerdotes (que) salvaguardan la verdadera fe de la iglesia católica”. Un gracias profundo a la Iglesia universal
Beijing (AsiaNews)- En ocasión de la Jornada mundial de oración por la Iglesia en China, deseada por Benedicto XVI y apoyada por el Papa Francisco, en el país se multiplican los comentarios a la Carta del Papa emérito a los católicos chinos. El documento, difundido el 30 de junio de 2007, lleva la fecha oficial de Pentecostés 2007, el 27 de mayo.
Los comentarios, como el que publicamos a continuación, es obra de un sacerdote de la Iglesia oficial del norte-expresan aprecio por la paternidad del pontífice, la precisión teológica y su actualidad a 10 años de distancia. Al m ismo tiempo demuestran el punto débil de la vida de la Iglesia en China: el de algunos obispos que se convirtieron en “funcionarios de Estado” han dejado de donar la vida por la grey. Se cita en particular la adhesión de la Asociación patriótica y la del Consejo de los obispos chinos, ambos definidos por Benedicto XVI como “incompatibles con la doctrina católica”. En compensación, el autor del comentario recuerda los muchos “testimonios” que permanecen fieles a las indicaciones de Benedicto XVI también arriesgando la prisión, ser adoctrinados, secuestro. Curiosamente, todos los obispos citados, forman parte de la Iglesia no oficial.
El gran pontífice Benedicto XVI publicó el 30 de junio de 2007 una Carta pastoral a la Iglesia católica en China de gran valor histórico. La Carta indica no sólo la orientación para la Iglesia en China, pero también describe, desde el punto de vista teológico, la naturaleza especial de la Iglesia católica y al mismo tiempo expresa la premura de la Suprema Autoridad por la Iglesia china. El Papa Benedicto escribió: “Como pastor universal de la Iglesia deseo manifestar mi vivo reconocimiento al Señor por el sufrido testimonio de fidelidad ofrecida por la comunidad china en circunstancias realmente difíciles. Al mismo tiempo siento, como mi íntimo e irrenunciable deber y como expresión de mi amor como padre, la urgencia de confirmar en la fe su unidad con los medios que son propios de la Iglesia. Sigo con particular interés también las cuestiones de todo el pueblo chino, hacia el cual nutro un verdadero aprecio y sentimientos de amistad, hasta formular el auspicio de ver pronto instaurar vías concretas de comunicación y de colaboración entre la S. Sede y la República Popular China” (n 4).
De estas palabras de la carta del Papa Benedicto XVI, nosotros católicos que vivimos en China sentimos el amor del Santo Padre por nuestra Iglesia.
A causa del especial contenido cultural de china y sobre todo por el peso de la herencia que su historia ha transmitido, nuestra Iglesia en China vive bajo la influencia política y el mantener la comunión con la Iglesia universal la hace problemática.
Por esto, el Papa Benedicto XVI explica con claridad: “Por lo que se refiere luego a las relaciones entre la comunidad política y la Iglesia en China, es necesario recordar la iluminadora enseñanza del Concilio Vaticano II que declara: La Iglesia, que, en razón de su oficio y de su competencia, no se identifica en ningún modo con la comunidad política y no está ligada a ningún sistema político, es a un tiempo signo y tutela de la persona humana” (ibidem). Pero lamentablemente, en las circunstancias concretas, la Asociación patriótica católica china y la Conferencia episcopal de los obispos chinos son apoyados y sostenidos por el gobierno y asumen un rol embarazoso. Los obispos que aceptan como fe las órdenes del gobierno, se convierten en funcionarios del Estado, no escuchan la Carta que expresa la premura del Santo padre por la Iglesia en China y evitan hablar: esta es la tragedia real de la Iglesia en China. Jesús nos enseña. “El pastor debe dar la vida por la grey”; pero los obispos de hoy no tienen ni siquiera el coraje de proclamar la Carta del Santo Padre; ¿cómo poder ser pastores como lo quiere Cristo?
El Santo Padre en la Carta subraya en modo especial: “la doctrina católica enseña que el obispo es principio y fundamento visible de la unidad de la Iglesia particular, confiada a su ministerio pastoral. Pero en cada Iglesia particular, para que sea plenamente Iglesia, debe estar presente la suprema autoridad de la Iglesia, es decir el Colegio episcopal junto a su Jefe, el Romano Pontífice y jamás sin ello. Por lo tanto el ministerio del Sucesor de Pedro pertenece a la esencia de cada Iglesia particular desde “adentro”. Además, la comunión de todas las Iglesias particulares en la única Iglesia católica y por los tanto, la ordenada comunión jerárquica de todos los Obispos, sucesores de los Apóstoles, con el Sucesor de Pedro, son garantía de la unidad de la fe y de la vida de todos los católicos. Por lo tanto es indispensable, para la unidad de la Iglesia en las naciones individuales, que cada obispo esté en comunión con los otros obispos y que todos estén unidos en comunión visible con el Papa” (n 5).
La explicación clara de la enseñanza del Santo Padre, no son una teoría nueva, sino son dogma de la Iglesia católica. Una tal grave doctrina de la Iglesia católica recibe por el contrario ataque y desafíos. Los obispos en vista de las propias ventajas personales, por miedo de ser detenidos y atacados a causa de su fidelidad a la doctrina ortodoxa de la Iglesia, en buen número continúan manteniendo los así llamados “principios de la autonomía y de la independencia”. El espíritu de la carta del Papa Benedicto XVI y su actuación práctica de hecho registran una cierta brecha.
Napoleón ya afirmó: “Si no es el Señor en destruir su Iglesia, ¡nadie puede hacerlo!”. Consolador y alentador es el hecho que algunos obispos y sacerdotes salvaguardan la verdadera fe de la Iglesia católica. No obstante corran el riesgo y el peligro de ‘que sean encarcelados’, o de ‘desaparecer’ o de ser sometidos a ser “indoctrinados”, son los héroes de la Iglesia, que merecen la admiración y el respeto: como por ejemplo los Obispos Shi Enxiang, Su Zhimin, Cui Tai, Shao Zhumin, Guo Xijin, etc. Ellos no ha violado la Constitución del país, no ha hecho otra cosa que permanecer fieles en la fe católica. Pero, aquel grupo de obispos oportunistas que se adecuaron a los pedidos del gobierno califican a los obispos fieles que son “cerebros cerrados”, “partido de obstinados”. Si bien la Iglesia esté enfrentando tantas dificultades, esto que es algo consolador hoy y el hecho que el secretario de la Congregación para la Evangelización de los pueblos, arzobispo Hon Tai-fai, durante el reciente Simposio organizado por la agencia AsiaNews, haya indicado claramente que “es necesario eliminar el gris pragmatismo”; también subrayó que “en los períodos más difíciles, aparecen siempre ejemplos estupendos de testimonios y hasta de martirio”. El Papa Benedicto XVI en la Carta afirmó: “Tengan además presente que vuestro camino de reconciliación está sostenido por la oración y el ejemplo de tantos “testigos de la fe” que han sufrido y han perdonado, ofreciendo sus vidas para el futuro de la Iglesia católica en China. Su existencia representa una permanente bendición para vosotros junto al Padre celestial y su memoria no dejará de producir frutos abundantes” (n 6).
Del contenido de la Carta vemos que el Santo Padre entiende bien las dificultades de la Iglesia en China: afirma: “No obstante las muchas y graves dificultades. La Iglesia católica en China, por una particular gracia del espíritu Santo, no fue jamás privada del ministerio de los legítimos Pastores que han conservado intacta la sucesión apostólica. Debemos agradecer al Señor por esta presencia constante y sufrida de Obispos, que han recibido la ordenación episcopal en continuidad con la tradición católica, es decir en comunión con el Obispo de Roma, válidamente y legítimamente ordenados, en la observancia del rito de la Iglesia católica” (n 7).
De la Carta del Santo Padre, podemos constatar su fuerte premura por la Iglesia en China y también entender sus expectativas. Por estas sus expectativas nosotros debemos rezar. El Papa Benedicto fijó en particular el 24 de mayo de cada año, como la Jornada mundial por la Iglesia en China: esta iniciativa alienta a los católicos chinos a agradecer profundamente a toda la Iglesia universal por su interés y nosotros fieles que vivimos en China. En ella debemos recordar lo que el Papa Benedicto nos ha confiado y lo que nos toca a nosotros hacer de todo para no frustrar el plan que el anciano Padre pensó para el futuro de la Iglesia católica en China.
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