12/12/2023, 16.11
HONG KONG-CHINA
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Libertad y democracia: la voz de dos jóvenes y los colegios electorales vacíos en Hong Kong

de Gianni Criveller

Los testimonios de Agnes Chow y Chow Hang-tung que AsiaNews publicó en los últimos días muestran la valiente resistencia que sigue viva contra un sistema de poder opresivo impuesto por Beijing. Valores que muchísimos "admiradores" de China hoy prefieren reducir a adornos inútiles.

 

Milán (AsiaNews)- En los últimos días AsiaNews ha publicado dos artículos que recogen extensos extractos de los testimonios de dos jóvenes de Hong Kong, la activista Agnes Chow (27 años) y la abogada Chow Hang-tung (38 años). Son documentos verdaderamente extraordinarios, que merecen ser leídos, conocidos y difundidos. Muestran, por un lado, la altísima conciencia moral, civil y política de los mejores jóvenes de Hong Kong y, por el otro, constituyen una prueba, trágicamente elocuente, del lado oscuro del régimen chino en relación con Hong Kong. Una historia que demasiada gente prefiere ignorar.

Agnes Chow, la jovencísima "heroína" de la revolución de los paraguas de 2014, después de ser arrestada, condenada a la cárcel y liberada, se encuentra en Canadá desde hace algunos meses. Se le había concedido un permiso para estudiar en el exterior pero, violando los "acuerdos" con las autoridades, ha decidido no regresar a Hong Kong: "Seguí viviendo con miedo e inquietud. Mi condición psicológica se deterioró y el año 2023 fue el peor, emocional y físicamente. (…) No quiero que me obliguen a hacer lo que no quiero hacer, y no quiero que me obliguen a ir nunca más a China continental. Si esto continúa, mi cuerpo y mi mente se van a derrumbar".

La abogada Chow Hang-tung, quien recibió el premio de los abogados europeos, logró sacar de la cárcel un documento muy noble que describe cómo la retórica del poder es capaz de cambiar el significado de las palabras y hacer pasar su insidiosa violación por respeto a la ley.  “El poder del Partido para redefinir las palabras y subvertir su significado no se detiene en la frontera china. Y mientras que durante la Guerra Fría se podía identificar y contrarrestar una ideología y una fraseología comunistas distintas, la China actual utiliza el mismo lenguaje liberal de derechos, democracia y paz. (…) En la ciudad que llamo hogar (es decir, Hong Kong), una ley de seguridad nacional impuesta unilateralmente por Beijing ha convertido en "criminales" a muchos de mis amigos, que son investigadores, legisladores, abogados, periodistas, sindicalistas y activistas, es decir, ciudadanos que respetan la ley y que hacen lo que siempre han hecho, lo que consideran su deber”.

Incluso se ha subvertido el significado de la palabra paz: "La paz consiste en garantizar la sumisión al orden del Partido por cualquier medio, no en rechazar la guerra o el odio".

Ambas mujeres subrayan la importancia de dos palabras que hoy muchos consideran carentes de contenido o incluso adornos vacíos e inútiles: libertad y democracia. Lo hemos visto también en las últimas horas, cuando el mínimo histórico de participación en las elecciones para los Consejos Distritales de Hong Kong (27,5%) ofreció un mensaje claro: bajo el manto de la represión hay un apoyo popular que se mantiene firme detrás de estas voces y trata de expresarse de la única manera que puede, es decir, boicoteando unas elecciones vacías de significado por las candidaturas "patrióticas" impuestas desde arriba. En noviembre de 2019, cuando ganaron todos los candidatos demócratas, la participación electoral alcanzó el 71%. Por lo tanto, el movimiento democrático en Hong Kong no era la expresión de una pequeña minoría de intelectuales, sino que tenía a la mayoría del pueblo de su parte.

Desde la cárcel, Chow Hang-tung nos advierte que si "abandonamos la búsqueda de la democracia, no tendremos ninguna esperanza de construir un orden internacional justo y basado en valores".

Desde Toronto, con palabras llenas de emoción y dolor, Agnes Chow escribe que “en los últimos años he aprendido de primera mano qué valioso es vivir libre del miedo. (…) La libertad no es fácil de obtener y, en medio del miedo de la vida cotidiana, atesoro a todas las personas que no me han olvidado, que se preocupan por mí y que me quieren aún más. Espero que volvamos a encontrarnos en un futuro próximo y podamos abrazarnos".

Dos mujeres jóvenes y valientes. Hay muchas mujeres en Hong Kong que están sometidas a procedimientos judiciales y corren el riesgo de ser encarceladas. Otras ya llevan tiempo en prisión después de vivir comprometidas con los sindicatos o con la sociedad civil adoptando siempre la no violencia.

China tiene muchos admiradores, que evidentemente consideran que los derechos humanos, la libertad y la democracia son adornos inútiles. Las narrativas que justifican al régimen chino y sus medios tienen la pretensión de ser inteligentes y un poco elitistas, porque sólo unos pocos serían capaces de entender a China. A nosotros, en cambio, nos parece una coartada conveniente para absolver a un régimen totalitario al que sería demasiado oneroso desafiar. En efecto, tendría un precio muy alto pronunciarse críticamente sobre un sistema de poder opresivo y contrario a la libertad, que impide a las generaciones jóvenes construir su propio futuro. Una generación de jóvenes que habían intentado tomar en sus manos su propio destino humano y político. Pero las autoridades locales y centrales no han mostrado ningún interés en escucharlos. Uno de los aspectos más tristes y preocupantes de esta historia es precisamente la distancia sideral entre los sentimientos y el lenguaje de los jóvenes, como las dos activistas Chow, y el lenguaje del poder, policíaco, judicial y político.

A pesar del drama del que dan testimonio las dos jóvenes Chow, la situación de Hong Kong es casi desconocida y completamente subestimada. Hong Kong era una gran esperanza para China, para Taiwán, para Asia y para el mundo entero.

El cristianismo tuvo un papel significativo en la formación de esta ciudad, instalando en la conciencia de muchos el bien evangélico de la libertad, que es el fundamento de la dignidad de las hijas e hijos de Dios. La democracia siempre es, como afirman los papas (ver el discurso por el Papa Francisco del 4 de diciembre de 2021 en Atenas) la forma más coherente con el imperativo cristiano de edificar la ciudad de los hombres.

La resiliencia de los ciudadanos de Hong Kong, los testimonios desde la cárcel de sus mejores dirigentes, entre los que hay muchos creyentes, las inolvidables imágenes de millones de ciudadanos en las calles para exigir libertad y democracia (imágenes que, desgraciadamente, parecen pertenecer a un pasado ya muy lejano) muestran que la libertad y la democracia son semillas que - creemos - ahora están enterradas. Es más, están muertas. El evangelio en el que creemos nos dice que si la semilla no muere no puede dar fruto. Un día, quizás, renacerá la libertad para el pueblo de Hong Kong y de China.

 

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