Las revueltas kirguisas marcan el fin del imperio post-soviético
Las de Biskek se suman a las protestas y hechos de violencia en Nagorno Karabaj y en Bielorrusia. Si los demás conflictos en Ucrania, Georgia y Moldavia podían ser atribuidos al influjo de América y Occidente, ahora estamos ante el colapso del ex-imperio mismo. La situación amenaza la popularidad de Putin en Rusia.
Moscú (AsiaNews) – Los acontecimientos de los últimos días en Kirguistán preocupan particularmente a Rusia. Las revueltas en Biskek se suman a las de los países ex-soviéticos, y son particularmente agudas en los territorios del imperio desaparecido en los años ‘90, marcando un año denso de protestas, de Oriente a Occidente. Ayer, un senador ruso, Anatolij Shevchenko, miembro de la misión de observadores de la Asamblea inter-parlamentaria de los países miembros de la SNG (Unión de los Estados Independientes, un remanente post-soviético), definió las protestas kirguisas como “inaceptables”, ya que en las elecciones “se garantizó que todos los partidos estuvieran en igualdad de condiciones”. El 6 de octubre otro senador y observador, Farit Mukhametshyn, había dicho que las elecciones se desarrollaron “en un buen régimen de competencia”.
Kirguistán es el país más inestable de la región del Asia central, y en los últimos 15 años la república asistió a tres revoluciones, siempre desatadas por los irremediables conflictos entre las variadas élites en el poder y los distintos grupos sociales. Cabe destacar, sin embargo, que ninguna de las revoluciones anteriores había tenido un sello “anti-ruso”, porque los grupos que se alternaron en el poder siempre se pusieron de acuerdo con Moscú. Pero es evidente que ahora los rusos están particularmente preocupados.
Si a ello se añade la enésima reanudación del conflicto entre armenios y azeríes por Nagorno-Karabaj, queda claro cuán débil es ahora la capacidad de mediación de los rusos. Hasta ahora habían tratado de mantenerse equidistantes de las partes en conflicto, "congelando" las hostilidades con iniciativas diplomáticas. Por no hablar de Belarrusia, donde el pueblo bielorruso ha perdido la confianza en Lukašenko, una situación que se ve reflejada en la popularidad de Putin entre los rusos, ya que existe un fuerte vínculo entre las dos naciones y sus habitantes. Si los demás conflictos en Ucrania, Georgia y Moldavia podían atribuirse a la influencia de América y Occidente, ahora estamos ante el colapso del ex-imperio mismo.
Los kirguisos ahora esperan un cambio de verdad, pues no aceptan el resultado electoral y se niegan a depositar la confianza en la clase dirigente que gobernó el país en todos estos años. A imitación de los bielorrusos, los líderes de la protesta han formado un Comité de coordinación de la oposición, en el que participan representantes de 8 de las 16 listas electorales (foto 3). Si bien se ha designado como cabeza del Comité a Adakhan Madumarov, líder del partido Butun de Kirguistán, es evidente que de momento nadie es capaz de controlar la situación.
En las imágenes que el Comité de la oposición difundió en las redes sociales y medios, solo se ven hombres de mediana edad, muchos de los cuales estuvieron involucrados en las revoluciones anteriores y en varios juegos de poder de los últimos 15 años. Entre ellos se destaca el ex presidente Almazbek Atambaev, protagonista de la “revolución de los tulipanes” del 2005 (foto 4), liberado recientemente de prisión. Según parece, se está presenciando la vuelta al poder de uno de los grupos anteriores.
Ante esta perspectiva, grupos informales de jóvenes opositores se han reunido para impulsar el desmantelamiento y la sustiitución de toda la clase política. A través de Twitter, las feministas de Biskek difundieron su posición, destacando que más de la mitad de la población kirguisa está conformada por mujeres, y reclamando su derecho a ser representadas.
17/12/2016 13:14
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