Las raíces de la violencia en Manipur, un conflicto estratificado

de Alessandra De Poli

Varios elementos se entrecruzan en los actuales enfrentamientos en el estado nororiental de India: la identidad étnica, la disponibilidad de armas, la afluencia de refugiados de Myanmar, el tráfico de drogas y el papel de la mujer. El periodista Samrat Choudhury, autor de un reciente libro sobre la región, explicó a AsiaNews que, contrariamente a las informaciones iniciales, no se trata de un conflicto religioso y es difícil prever ahora una solución pacífica estable.

Milán (AsiaNews) - El lugar de sepultura de decenas de personas asesinadas en enfrentamientos sectarios en los últimos meses también se ha convertido en una fuente de tensión que ha culminado en una renovada violencia entre las comunidades Kuki y Meitei en el estado nororiental de Manipur. Para el entierro, se ha propuesto un terreno en lo que ahora se ha convertido en una "zona colchón" entre el distrito de Bishnupur, dominado por los meitei, y Churachandpur, donde viven los kuki, para enterrar los cadáveres. En una orden emitida ayer, el Tribunal Superior de Manipur pidió que se mantuviera el statu quo, prolongando una situación que desde hace tres meses no encuentra otra solución que la estricta separación geográfica de los pueblos indígenas garantizada por la presencia del ejército indio.

La violencia interétnica estalló el 3 de mayo tras la propuesta de incluir a los meitei entre las tribus reconocidas de la India que, según los programas gubernamentales, tienen derecho a subvenciones y cuotas en la educación y la administración pública como poblaciones desfavorecidas.

Definido inmediatamente como un conflicto interreligioso (los kuki son predominantemente cristianos y los meitei predominantemente hindúes), se trata en realidad de un enfrentamiento en el que se entrecruzan varios elementos: la identidad étnica, la disponibilidad de armas, la afluencia de refugiados de Myanmar, el tráfico de drogas y el importante papel que desempeñan las mujeres en los enfrentamientos, que sólo salieron a la luz tras la difusión de un vídeo -que data del 4 de mayo- de violencia sexual por parte de un grupo de hombres meitei contra una madre y su hija kuki.

La situación actual tiene su origen en la división administrativa de Manipur durante y después del periodo colonial británico, el periodista Samrat Choudhury, autor del libro "Northeast India. A political history", explicó: "Los británicos ejercían un control indirecto en algunas regiones de India porque el país (entonces era todo el subcontinente) estaba dividido en varios principados, entre ellos Manipur, que data 33 A. C. y durante la última fase de colonización estuvo gobernado por el maharajá Bodhchandra Singh, encargado de la defensa y las relaciones exteriores".Tras la Independencia, en 1949, el rey, que inicialmente había firmado el acuerdo para mantener el reino autónomo, fue convocado a Shillong, y su principado se fusionó con el resto del territorio indio.

Manipur (la "joya de la India", como la llamó más tarde el primer Primer Ministro indio, Nehru) pasó a formar parte de la Unión, aunque no fue hasta 1972 cuando se convirtió en un estado federal de pleno derecho. Posteriormente, el noreste de la India -aún considerado un pequeño apéndice territorial habitado por una plétora de diferentes grupos étnicos tribales- tuvo una trayectoria histórica diferente a la del resto del país: "En la década de 1960 comenzaron los disturbios políticos porque Manipur no tenía una asamblea estatal ni un gobierno elegido. Más tarde llegaron las concesiones, pero para entonces los sectores más extremistas habían perdido la fe en el gobierno indio e, inspirados por la lucha por la independencia de la vecina Nagaland, dieron lugar a grupos armados", a menudo de inspiración maoísta, que atormentaron al estado nororiental con su insurgencia hasta principios de la década de 2000. Hubo una larga militarización, con el ejército indio siempre presente, que en la práctica impuso la ley marcial y aplicó toques de queda".

En este punto entra en juego la geografía de Manipur, dividida entre las zonas montañosas del sur -donde siempre han vivido los kuki y otros grupos indígenas como los nagas- y el valle, ocupado por los meitei, que ahora constituyen más del 50% de la población. "Los territorios originales del reino incluían los valles y sólo más tarde los maharajás extendieron su dominio a las colinas. Pero los pueblos de las colinas solían estar gobernados por jefes tribales e instituciones tradicionales". Esto es importante porque hoy los meitei afirman ser los únicos verdaderos herederos del estado principesco, mientras que atacan a los kukis acusándolos de ser "emigrantes ilegales" o "traficantes de drogas". Es cierto que la emigración desde Myanmar, donde se libra un brutal conflicto civil desde hace más de dos años, ha complicado la situación, porque los refugiados -en su mayoría de etnia chin refugiados en la vecina Mizoram- son étnicamente similares a los kukis. "Y por este motivo ha habido tensiones desde 2021", añadió Samrat Choudhury. La acusación de que sólo los kuki están implicados en el tráfico de drogas es incorrecta: "Ciertamente hay mucho movimiento transfronterizo, pero todos los grupos étnicos están implicados en el tráfico de drogas, el dinero no tiene comunidad", señala. "Los mayores narcotraficantes se concentran en los centros urbanos, mientras que en las colinas hay principalmente campesinos y refugiados que hacen cualquier cosa para sobrevivir. En muchos casos, los políticos locales o la policía están implicados en la gestión del tráfico".

Del mismo modo, la religión ha sido manipulada por intereses políticos, aunque "tanto las comunidades kuki como las naga que habitan las colinas son casi todas cristianas", pero los meitei son en gran parte hindúes", especificó Choudhury. "La violencia estalló por una cuestión comunitaria, porque se trata de la asignación de recursos por parte del Estado". Aunque el apoyo del gobierno a las tribus desfavorecidas es similar a la discriminación positiva "para las comunidades hispanas o afroamericanas en Estados Unidos", la propuesta de incluir a los meiteis en la lista de tales tribus fue la gota que colmó el vaso..

Al igual que la responsabilidad de lo que está ocurriendo ahora es política. Incluso según otros observadores, el gobierno de Delhi, dirigido por el partido ultranacionalista hindú Bharatiya Janata Party, del que procede el primer ministro Narendra Modi y que también está al frente de la administración de Manipur, ha hecho muy poco políticamente para detener la violencia. "Es difícil predecir lo que puede ocurrir ahora: los grupos étnicos de Manipur también están presentes en otros estados, y podría producirse un desbordamiento de la violencia que implicara a otros grupos tribales, o el conflicto podría estallar de nuevo de forma similar en otras regiones del noreste de India".

De momento, varias fuerzas de seguridad se han desplegado y se están poniendo de parte de una u otra comunidad, y multitudes de mujeres impiden que el ejército intervenga. De hecho, las mujeres siempre han sido muy activas, hasta el punto de que organizaron levantamientos armados (Nupi Lan, "guerra de mujeres") incluso durante el periodo colonial, en particular en 1904 y 1939, cuando se opusieron primero a la imposición de trabajos forzados a los hombres y después a la exportación de arroz del Estado en un momento de hambruna. En la actualidad, la organización feminista de la comunidad meitei Meira Paibis -que en el pasado ha hecho campaña durante mucho tiempo contra las violaciones de los derechos humanos, el consumo de alcohol y drogas y otros problemas sociales- está desempeñando un papel destacado y, según algunos, está incitando a los hombres a la violencia (incluida la sexual) contra las tribus kuki, tradicionalmente vinculadas a la posesión de armas, "razón por la cual los kuki nunca han temido los enfrentamientos armados".

Lo cierto es que los recientes enfrentamientos han sacudido Manipur, y volver a la coexistencia pacífica entre comunidades (sólo alcanzable con una gran intervención política) parece cada vez más complicado.

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