26/09/2016, 15.07
ASIA - EEUU
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Las presidenciales americanas, un “desafío imprescindible” para Asia del Este

Beijing, Seúl y Tokio seguirán con mucha atención al primer debate entre los candidatos para las elecciones americanas. Clinton y Trump tiene posiciones diversas que, en distinta medida,  convencen a varios Estados asiáticos. Las relaciones bilaterales entre EEUU y China no están en discusión, vista la interdependencia comercial: lo que sigue sin entenderse es cómo será la convivencia. La relación con el islam y el terrorismo islámico, una incógnita de peso.

Beijing (AsiaNews)- El debate entre los dos candidatos para las elecciones presidenciales de los EEUU, previsto para esta noche (hora americana), será mirado con mucha atención también por los líderes del mundo asiático. En particular, este será seguido por la dirigencia de Beijing: tanto Hillary Clinton (demócrata) como Donald trump (republicano) presentan incógnitas desde el punto de vista diplomático, económico y financiero, que muy probablemente involucrarán también a China.

Para los asiáticos, la posición de los EEUU en el mundo y en el continente depende de tres factores-clave: la relación con los chinos, mayor socio comercial bilateral; la voluntad de mantener el rol de guía en el comercio global y globalizado; la voluntad de intervenir como “socio para la seguridad” en Asia.

En lo que se refiere a las naciones históricamente cercanas a los EEUU, como es el caso de Japón y Corea del Sur, la elección es bastante simple. Seúl, sostienen analistas y diplomáticos, está “claramente” a favor de Clinton, puesto que teme la posición extremista de Trump en relación a Corea del Norte. A este respecto, una América “dura” con el régimen de los Kim podría ser una garantía para controlar el programa nuclear, pero una América “demasiado dura” -como la hipótesis que maneja  el candidato republicano- podría llevar a un conflicto desastroso. Sobre todo para el suelo y para el pueblo sudcoreano, que sin lugar a dudas, serían los primeros en pagar las consecuencias.  

Existe también otro problema que es muy sensible, y se trata del Trans-Pacific Partnership. El acuerdo se refiere al libre intercambio comercial entre 12 naciones, en su mayor parte asiáticas: EEUU, Japón, Malasia, Vietnam, Singapur, Brunéi, Australia, Nueva Zelandia, Canadá, México, Chile y Perú. Firmado por el Ejecutivo americano, éste aun no ha sido ratificado por el Congreso: y vistos los poquísimos días que quedan antes de las presidenciales -el primer martes del próximo noviembre- la cuestión quedará a cargo del futuro líder americano.

Los surcoreanos están a favor del pacto comercial, con alguna distinción. La señora Clinton prometió llevararlo adelante, pero agregó que “quiere revisar los términos”. Trump, sostenedor del proteccionismo y quizás tendiente a la autarquía comercial, podría en cambio revocarlo aún antes de llevarlo a la discusión de los diputados estadounidenses. Y esto provocaría un grave daño a la imagen de Seúl, que tuvo que afrontar una gran batalla interna para lograr que sea aprobado.

Japón comparte ambas preocupaciones del país cercano- relaciones con Corea del Norte y balanza comercial- pero aún está demasiado ligado a los EEUU para poder permitirse una verdadera oposición diplomática al próximo inquilino de la Casa Blanca. Como escribe una editorial de la semana pasada, aparecida en el Mainichi Shimbun, “cualquiera sea el que gane,  tendrá el apoyo de Tokio”. Aunque quizás, al menos por parte del gobierno de Shinzo Abe, se registre una “leve preferencia” por Trump, por ser visto como “un hombre fuerte”.

Sorpresivamente este factor podría convencer también a los chinos. En un comentario publicado por el South China Morning Post, de hecho, el analista político Derwin Pereira sostiene que la decisión y el background de industrial del republicano “es algo que agrada a China, que ama a quien ama el poder. Y no se tiene que olvidar que Trump alabó la “fuerza” demostrada por Beijing durante la represión de las revueltas de la plaza de Tiananmen”. La verdadera incógnita que podría turbar este equilibrio, prosigue Pereira, “proviene de la cuestión relativa al Mar de China meridional. Ambos candidatos tiene posiciones fuertes sobre el tema, pero falta entender cuánto podrían ir adelante para limitar las ambiciones marítimas chinas. Sobre esta cuestión habrá una enorme atención durante el debate. El sentido general y compartido es que Washington y Beijing tienen necesidad la una de la otra. Lo que importa es entender como lograrán permanecer cercanos”.

El último punto en cuestión que atraerá la atención del Este del mundo se refiere a la posición de los candidatos respecto al islam y al terrorismo islámico. En este ámbito parece tener una ventaja Clinton, que en varias oportunidades se negó a equiparar la religión musulmana al fundamentalismo,  y que hace tiempo mantiene relaciones con la comunidad islámica de los EEUU. Peor es la posición de Trump, que, en cambio, llegó a proponer la expulsión de los musulmanes del suelo americano.

La visión mono-dimensional del islam propuesta por Trump, comenta Pereira, “no convencerá a aquellas naciones que conviven con turbulentas minorías musulmanas como es el caso de Filipinas, China, la India o Tailandia. Si no presenta políticas creíbles en relación es este tema, perderá puntos. Por no hablar de las naciones de mayoría musulmana, que podrían llegar a cerrarle la puertas en la cara”

 

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