Las penurias de los jubilados tayikos

de Vladimir Rozanskij

No hay aumento para ellos este año. El gobierno sólo ha destinado más recursos para los huérfanos. Un tercio de la población vive por debajo del umbral de pobreza. Familias obligadas a vivir con 28 dólares al mes. Sin embargo, el régimen gasta cientos de millones de dólares para construir parques y edificios.

Moscú (AsiaNews) - El gobierno de Tayikistán ha decidido que este año no aumentará las jubilaciones a ninguna categoría, excepto los huérfanos totales y parciales. El país centroasiático sigue siendo uno de los más pobres del mundo: según datos del Banco Mundial un tercio de la población (algo menos de 10 millones) vive por debajo del umbral de pobreza. La situación también está empeorando debido al crecimiento exponencial de la inflación.

Un relevamiento de Currentime.tv mostró las dificultades de los jubilados tayikos. Karasoč Mavlonova, de 66 años, vive con un subsidio de 300 somoni (28 dólares) por mes que le alcanza para comprar harina y papas, y tiene que alimentar a seis personas, incluyendo niños. “Mi esposo murió de cáncer y un hijo murió en Rusia, donde se había ido a trabajar. Tengo una hija divorciada cuyo esposo desapareció sin dejar rastro, dejándola con tres hijos. También están los tres hijos de mi hijo, a los que tuve que dejar en un orfanato”, cuenta la mujer.

Nadie contrata a jubilados de forma permanente, por lo que Karasoč y su hija viven de trabajos ocasionales y de la ayuda de organizaciones benéficas. Esperaban un aumento de la jubilación y tener 5-7 dólares más, porque cada centavo es importante. A los nietos huérfanos les otorgaron una pensión de 13 dólares cada uno, pero no fue posible incorporarlos al presupuesto familiar por razones burocráticas y no se pueden retirar.

La directora de la Agencia de Pensiones de Tayikistán, Dilmurod Davlatzoda, explica que “en este momento tenemos 1.763 huérfanos totales y 62 mil parciales, y sus pensiones se han incrementado en un 25%, pero para ello hemos tenido que bloquear todas las demás categorías”. El economista Nuriddin Kajumov explica que “nadie sabe de dónde sacar el dinero para llevar las pensiones a un nivel mínimo de decencia, no hay ningún capítulo dedicado a ese tema en el presupuesto del Estado. La mayoría de los ancianos viven del dinero que envían sus hijos desde los países de migración laboral, sobre todo Rusia”.

Por otra parte, muchas personas no han podido viajar al exterior para realizar trabajos de temporada en los últimos dos años, debido al coronavirus. Hasta 2019 alrededor de medio millón de tayikos por año se trasladaban a Rusia; en los últimos tiempos no llegan ni a los 100 mil, y las familias deben arreglarse con lo poco que hay. Las amas de casa están acostumbradas a preparar la salsa típica de estas zonas con papas, cebollas y zanahorias, a la que se le debe agregar carne que, pero de eso no hay rastros desde que comenzó la pandemia. La comida del día depende del dinero que los padres consigan reunir en cada caso.

Las familias más desprotegidas son las que viven en el campo, donde suelen trasladarse a viejas casas deshabitados para evitar los gastos de la ciudad, o que quizás heredan de familiares fallecidos. El gobierno gasta cientos de millones de dólares para construir parques y edificios en Dushanbe, pero los presupuestos estatales y regionales no cubren la restauración de las casas de campo.

Ni siquiera las jubilaciones de los científicos y académicos alcanzan para vivir, ya que rondan los 200 somoni (unos 19 dólares): "Medio paquete de harina", señala Kajumov, para el cual "la brecha entre los precios de mercado y las jubilaciones se ha vuelto insostenible". Haría falta una reforma de todo el sistema de jubilaciones, pero ni siquiera hay intención de hacerlo.