Las paradojas de las finanzas rusas en apoyo de Putin
La inflación del país se mantiene en torno al 8-9%, lejos del objetivo del 4% fijado por la presidenta del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiullina. Pero precisamente al mostrar sus límites, la economista permite una racionalización que, de otro modo, correría el riesgo de hacer estallar desde dentro la propia maquinaria bélica rusa.
Moscú (AsiaNews) - Los intentos de la presidenta del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiullina, de combatir la inflación, que no deja de aumentar, están resultando un fracaso, como era de esperar de la implicación de toda la economía rusa en la guerra. Lo paradójico es que son precisamente estos fracasos los que proporcionan al presidente Vladimir Putin las directrices para organizar las acciones bélicas, indicándole qué límites no debe sobrepasar.
El objetivo de Nabiullina es no superar el umbral de inflación del 4% anual, y su competencia no sólo es cuestionada dentro de Rusia, sino también por los expertos internacionales. En la clasificación de Politico para 2023, se le otorga el título de principal perturbadora, de "destructora" económica, en el sentido de "principal tecnócrata capaz de hacer funcionar la máquina de guerra de Putin", creando un dinamismo de vivacidad sin precedentes en el mundo de las finanzas rusas, acompañando a las inversiones bélicas.
La inflación voló por encima del 11% en 2022, tras el inicio de la operación militar especial, y se intentó en vano mantenerla en el 6-7% en 2023 y bajarla al nivel deseado en el año en curso, pero hasta ahora estos objetivos no se han alcanzado, manteniéndose en torno al 8-9%. Las previsiones se corrigieron ligeramente, indicando un objetivo del 4,3-4,8% para finales de año, pero se espera una nueva corrección al alza en breve. Según los expertos más pesimistas, la inflación podría llegar incluso al 15-20%.
A su vez, el tipo de interés actual ya es muy elevado (16%), y podría elevarse incluso hasta el 17-18%, tratando de alcanzar objetivos cada vez menos realistas incluso hasta 2026-2027. La lógica parece pisoteada en esta vorágine, en la que los economistas de Putin siguen fracasando en sus objetivos y repitiendo medidas correctoras que no dan ningún resultado, sin ser reprendidos ni sustituidos, como si todo tuviera que ir así. Nabiullina, al fin y al cabo, lleva al frente del Banco Central desde 2013, y ya acumula una considerable experiencia de victorias y derrotas en este vaivén de la economía rusa.
Tras el colapso financiero de 1998, los precios al consumo se dispararon durante un par de años, para luego ralentizarse al inicio de la era Putin, cuya primera década se mantuvo estable con una tasa en torno al 10% de inflación, para caer al 6% en 2011-2013. El inicio del conflicto con Ucrania en 2014, y las primeras oleadas de sanciones contra Rusia, provocaron una importante caída del precio del petróleo; el rublo comenzó a caer con graves perjuicios para las importaciones y un aumento de la inflación hasta el 12% anual. En este contexto, el nuevo presidente del Banco se preparó para superar las dificultades en un corto periodo de tiempo, sin darse cuenta de la pendiente a la que se dirigía Rusia.
En el quinquenio 2016-2020, Nabiullina logró mantener el control sobre la cifra "mágica" del 4%, pero a partir de 2021 todo se desbarató con la pandemia, y luego con la guerra. Las gigantescas inversiones en la industria bélica (+5,2% sólo en el primer cuatrimestre de 2024) luchan por reflejarse en el consumo y en los bienes necesarios para la vida civil, creando un efecto de estancamiento interno. Basándose en los indicios bancarios, Putin y el ministro de Finanzas, Anton Siluanov, se orientan en la ordenación de los gastos militares, tratando de no caer por debajo de umbrales que harían la vida prohibitiva a la sociedad. Mostrando los límites, en definitiva, Nabiullina permite una racionalización que, de otro modo, correría el riesgo de hacer estallar la propia maquinaria bélica desde dentro; cuanto más fallen los economistas, menos fallarán los militares, en una verdadera "economía inversa" en función únicamente del estado de guerra permanente de Rusia, contra sí misma y contra todos sus enemigos.
Foto: Flickr / Robert Yusupov
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