Las mezquitas «inseguras» de Turkmenistán

de Vladimir Rozanskij

Con motivo del Ramadán, las fuerzas del orden se desplegaron con fuerza en torno a los lugares de culto islámicos, donde los imanes «oficiales» no toleran ninguna forma de disidencia contra el presidente Berdymukhamedov. Pero el «peligro» creciente es el robo de zapatos, que obliga a muchos fieles a volver a casa descalzos.

Asjabad (AsiaNews) - Con el comienzo del mes de Ramadán, las mezquitas de Turkmenistán se llenan de fieles, dando a los imanes la ocasión de pronunciar solemnes sermones en apoyo de los dirigentes del Estado y de su política, pero al mismo tiempo se multiplican los casos de robo de zapatos, dejados a la entrada antes de los oficios.

Como cuenta a los corresponsales de Radio Azattlyk un habitante anónimo de Asjabad que acaba de salir de la oración comunitaria, «los imanes de las mezquitas de la capital repiten incesantemente que apoyan al unísono al presidente Serdar Berdymukhamedov y su política», explicando que cualquier intervención contraria a la política del gobierno «equivale a incitar a la sedición, a un intento de destruir la paz que reina en el país».

Incluso el mero hecho de cuestionar la política oficial «significa oponerse a los gobernantes elegidos para nosotros por Alá», como nos cuenta otro fiel musulmán, «nos dicen que es lo mismo que contradecir los principios de la religión islámica». Del muftí oficial de Turkmenistán, uno de los países más cerrados a la comunicación y a la información, no es posible recibir comentarios oficiales. De hecho, la Constitución del país es formalmente laica y establece que «las organizaciones religiosas están separadas del Estado, no se permite su injerencia en los asuntos públicos del Estado ni su utilización para funciones estatales». En realidad, los representantes del clero musulmán, empezando por los imanes de Asjabad, han actuado durante muchos años como propagandistas explícitos de la política estatal, alabando continuamente a los dirigentes del país durante sus homilías, convirtiendo de hecho la religión islámica en una estructura del Estado.

Además, este año se ha generalizado el fenómeno del robo de zapatos, que obliga a muchos fieles a volver descalzos a sus casas, como confirman fuentes de las fuerzas del orden de la capital, que están instalando cada vez más cámaras de vigilancia en las zonas de entrada de las mezquitas para evitar «profanaciones» delictivas. En realidad, se trata también de rumores denunciados por fuentes anónimas, ya que el Ministerio del Interior se niega a comentar esta situación y, en general, no publica ninguna estadística sobre acciones delictivas en el país.

Incluso fuera de la capital, como en las mezquitas del velayat de los Balcanes y especialmente en la capital Turkmenbaši, se están tomando medidas de seguridad sin precedentes, con despliegues masivos de fuerzas policiales. Sólo se admite a los fieles en el lugar de culto previa presentación de tarjetas especiales, con controles de detectores de metales y cámaras de vigilancia. Las tarjetas acreditan la residencia y la confirmación de que no tienen parientes con antecedentes penales desde hace al menos tres generaciones. Además de la policía, miembros de los servicios de seguridad deben estar permanentemente presentes en todas las mezquitas.

Algunos ciudadanos se quejan a los periodistas de Azattlyk, considerando todas estas medidas como violaciones de sus derechos, y restricciones a la libertad de profesión religiosa. Algunos empleados de los servicios hablan de «prevenir el riesgo de atentados terroristas» u otras «situaciones extremas imprevistas», aunque el único riesgo real sigue siendo el robo de zapatos, dictado por las condiciones sociales de pobreza generalizada y, desde luego, no por manifestaciones de extremismo religioso.

Con todas las guerras en curso, explican los militares, puede ser necesario «evacuar a la población», estando preparados para el posible uso de armas químicas y peligros radiactivos, y las concentraciones de fieles en las mezquitas generan una atención más intensa. Incluso se están instalando nuevas sirenas de alerta antiaérea cerca de lugares de culto y grandes fábricas, cuyos ensayos han sembrado el pánico entre la población.