24/12/2014, 00.00
ASIA
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Las lágrimas (y deseos) de Navidad

de Bernardo Cervellera
Con la Navidad Dios muestra que no se ha cansado de nosotros. A pesar de tantas guerras, la injusticia, la tortura, la persecución, Dios no ha perdido la esperanza en el cambio del hombre y viene en su ayuda. El mundo vive de la inmovilidad terror estéril y apocalíptico. Con el nacimiento de Jesús ha comenzado a cambiar el mundo y somos testigos de esperanza en Irak, en Hong Kong, en el Medio Oriente. La revolución de la solidaridad.

Roma (AsiaNews) - Este año en la gruta de Belén están las lágrimas fluyendo. No por un extraño "milagro", sino por sencilla emoción. Puedo decir que todos los años, guiando la peregrinación de AsiaNews en Tierra Santa, en que se celebra misa en alguna gruta o el altar de la basílica de la Natividad no podemos ocultar los ojos húmedos y la voz torpe. No soy un tipo fácil de conmover. ¿Entonces por qué esta sacudida sentimental? La respuesta la encontré en la frase de Francisco que hemos elegido como un deseo para Navidad: "La razón de nuestra esperanza es esto: Dios está con nosotros y Dios confía en nosotros de nuevo. Él viene a vivir con los hombres, escoge la tierra como su casa para estar con el hombre y se encuentra donde el hombre pasa sus días en la alegría o en la tristeza. Por lo tanto, la tierra ya no es sólo un "valle de lágrimas", sino el lugar donde Dios mismo ha puesto su tienda, es el lugar de encuentro de Dios con el hombre, de la solidaridad de Dios con los hombres" (Audiencia general del 18 de diciembre de 2013).

La conmoción viene del hecho de que con la Navidad celebramos una vez más que Dios ha confiado en nosotros, nos ha elegido como socios y como amigos. Por un año hemos experimentará la traición, la mezquindad, la avaricia, el egoísmo. Él nunca se cansó de mí. Revivir a nivel mundial, significa que por más guerras, injusticias, torturas, persecución, Dios no ha perdido la esperanza en el cambio del hombre y viene en su ayuda.

Este Su afecto apasionado por mí y por el mundo le devuelve la dignidad a nuestra humanidad herida y maltratadas, complicada y oscurecida por el mal. A la vista de los desastres que ocurren en Asia y en el planeta la tentación de muchos políticos y la gente común es ignorarlo, distraerse, tal vez tomando para excusar su impotencia porque "debemos hacer muchas cosas, pero no podemos". O existe la tentación apocalíptica, de una percepción por el fin del mundo, que también produce inmovilidad gritos estériles e histéricos.

Navidad en cambio, es una señal de que algo ha comenzado y que ese algo no es una idea, sino una Persona amante, a quien conocí y que ha roto mi soledad desesperada y mi impotencia.

¡Cuántos testigos de la dignidad del hombre y de la fe en Él hemos encontrado en este año marcado por el terrorismo, los desastres, del mal de nosotros los hombres! Cuánta gratitud al descubrir los muchos refugiados de Mosul que huyeron a Kurdistán, escuchando a sus pastores renunciar a partir al extranjero para quedarse a presenciar la fe y la cultura cristiana en el Oriente Medio árabe. Y cuánto gratitud por los fieles de la India que, independientemente de las leyes contra la violencia y contra la conversión continúe llevando la alegría de los valores de la fe cristiana a los desechados de su sociedad. Y qué decir del movimiento Occupy en Hong Kong, que mostró una cara del mundo chino que no está hecho de pragmatismo y la codicia, sino de interés por el bien común y la justicia. Estos testigos de Navidad dan esperanza a todos porque muestran que un nuevo amanecer ha comenzado, que la tierra no es sólo un "valle de lágrimas". Por ahora podemos mirar a las heridas del mundo con valentía y sin miedo, porque Dios nos ha amado y porque hay hombres y mujeres que en Su nombre viven con ellos y los cuidan.

Pero, ¿qué es un testimonio por todas las plagas del mundo? Tal vez casi nada. La misma pregunta se podría hacer hace 2000 años: Qué puede un niño por todas las necesidades del mundo?

Debemos aprender la lógica de la Navidad: aquel Niño ha supuesto una revolución de los corazones y de las mentalidades que aún hoy es difícil de detener y encadenar. Verdaderas revoluciones - no las ideológicas que se convierten en su contrario - parten del propio cambio y se propagan con ritmos humanos, no con proyectos abstractos en la mesa, sino con el compartir y la solidaridad de todos. ¡Feliz Navidad!

 

 

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