31/07/2024, 12.12
TAYIKISTÁN
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Las exquisitas alfombras de las mujeres tayikas

de Vladimir Rozanskij

Redescubriendo las técnicas de sus abuelas, que han permanecido inalteradas durante cientos de años, un pequeño pueblo agrícola del norte de Tayikistán ha creado una empresa en la que las mujeres son las protagonistas. Fabrican a mano alfombras de tejido sedoso que se cuentan entre las más caras y valiosas del mundo.

 

Dusambé (AsiaNews/Agencias) - En la pequeña y pintoresca aldea de Khazorčašma, en el norte de Tayikistán, sus habitantes se dedican principalmente a la cría de animales y a las labores agrícolas. Uno de ellos, Primkul Satorkulov, ha sido dekhkanin, agricultor de arroz, durante la mayor parte de su vida, pero hace un par de años decidió dedicarse a otra actividad, abrir un taller donde las mujeres y niñas locales crean las alfombras más finas y caras del mundo.

Todo empezó en noviembre de 2022, con la visita del Presidente Emomali Rakhmon, que inauguró una fábrica textil para la producción manual de alfombras de fibra de seda. Satorkulov se puso a su disposición, implicando a su hija Subkhija, una de sus seis hijas, especialmente sensible al trabajo femenino en las condiciones de un pueblo muy periférico. La idea de abrir su propio negocio se le había ocurrido a Primkul tras un viaje a Uzbekistán, donde había visto a mujeres locales fabricando alfombras de seda orientales mundialmente famosas.

Como él mismo declaró a Asia-Plus, "vengo de una familia de tejedoras, mis abuelas eran artesanas muy hábiles y hacían alfombras en casa, no de seda, sino de lana, y ahora me doy cuenta de que sabían utilizar técnicas muy tradicionales, inalteradas durante cientos de años, que se han conservado especialmente en Uzbekistán". Inspirado por los espléndidos logros de las uzbekas y por sus recuerdos de infancia, Satorkulov decidió arriesgarse en su país, apoyado por sus hermanos y hermanas, y también por la oferta de una importante subvención estatal para este tipo de empresas. Como simple agricultor, no tenía experiencia en la gestión de estos negocios, pero fue aprendiendo sobre la marcha. Su familia es originaria de Uzbekistán, así que no le costó encontrar los contactos adecuados.

El equipo necesario lo encontró en el país vecino, y algunas socias uzbekas se ofrecieron a ayudarle a poner en marcha el negocio: "Invitamos a algunas mujeres experimentadas de Uzbekistán, que nos enseñaron los secretos del tejido de alfombras, algunas aprendieron rápido, otras necesitaron más tiempo... En muchas de nuestras mujeres el don de tejer se lleva en la sangre, viene de nuestras abuelas y bisabuelas", dice Primkul. Este tipo de actividad en estos lares está exclusivamente en manos de mujeres, y en el taller de Khazorčašma no tardaron en reunirse unas 30 mujeres del pueblo y los alrededores.

En verano también acuden a trabajar las niñas que están libres de la escuela, tras un curso gratuito de hilado de alfombras, consiguiendo además un buen sueldo para sufragar los gastos de sus familias. En verano, las mujeres adultas vuelven al campo y tienen menos tiempo para el trabajo fino, por lo que el taller de verano se convierte en un "reino de doncellas", controlado por las hermanas mayores de Primkul, que asumen el papel de las progenitoras. El empresario presume de ellas, describiéndolas como "especialistas de primera clase"; una de ellas, Kibrija, ya ha ganado dos concursos y ha enseñado el oficio a muchas otras jóvenes, dice orgulloso su hermano, señalando que "cuanto más jóvenes son, antes aprenden, ya que no tienen compromisos familiares".

Para la composición de las alfombras se siguen patrones en papel, preparados por la diseñadora, e incluso con la complejidad de los diseños, es casi imposible cometer errores, sobre todo porque en cada pieza trabajan dos o tres personas juntas. Las alfombras de tejido sedoso hechas a mano se consideran las más caras del mundo, una de tamaño medio cuesta unos 40 mil dólares y su confección requiere 2-3 años de trabajo. La gama de colores es muy variada, con miles de tonalidades y representaciones y decoraciones muy naturalistas. El comercio pasa principalmente por Turquía, tras una fase de lavado y secado que tiene lugar en Uzbekistán con tecnologías especiales que hacen que las alfombras sean especialmente delicadas. En este caso, se realiza una verdadera "ruta de la seda" en la zona turana de Asia Central.

 

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