24/03/2025, 16.06
TURQUÍA
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Las calles de Imamoğlu que piden 'justicia' y no se rinden

El relato desde un Estambul sacudido por el arresto del alcalde. La policía ha blindado el centro de la ciudad para impedir el acceso de los partidarios del alcalde opositor a Erdogan, que continúan las manifestaciones en las calles secundarias. Si bien la opinión pública en Turquía está dividida, en la metrópoli está mayoritariamente a favor de Imamoğlu, que ayer obtuvo casi 15 millones de votos en las primarias para las elecciones presidenciales.

 

Estambul (AsiaNews) - "¡Adalet!", "¡justicia!": es un reclamo y, al mismo tiempo, un grito de ira que resuena por las calles de Estambul en estos días turbulentos. Resuena en los coros de las manifestaciones multitudinarias en las calles, pero también se eleva inesperadamente - de vez en cuando - lejos de los lugares calientes de la protesta, en una calle secundaria o en un vagón del metro; y entonces alguien instintivamente se une al reclamo aplaudiendo rítmicamente en un gesto cómplice. La otra palabra que se repite tanto en las conversaciones de la gente como en los especiales televisivos es, naturalmente, el nombre de Ekrem Imamoğlu, el popular alcalde de la ciudad cuyo arresto fue convalidado ayer por la mañana por la fiscalía, cuatro días después de la sensacional detención. El principal opositor de Erdoğan, que había oficializado recientemente su decisión de presentarse a las elecciones presidenciales de 2028, ha sido acusado, entre otras cosas, de "apoyo a una organización terrorista armada" y "creación de una organización criminal", además de haber amañado una licitación y aceptar sobornos.

Acusaciones que él, en el Palacio de Justicia de Caglayan, ha rechazado con firmeza. Fuera, mientras tanto, se agolpaban los manifestantes, retenidos a duras penas por las fuerzas del orden entre empujones y porras. Escenas frecuentes estos días en un Estambul que parece desfigurado. En primer lugar, por la militarización total, comenzando por la plaza Taksim, que normalmente es el corazón palpitante de la metrópoli y hoy, totalmente acordonada y custodiada por policías, permanece vacía, envuelta en una calma surrealista. En la cercana Istiklal Caddesi, la larga arteria peatonal con negocios y vida nocturna, la circulación es la habitual y los turistas toman fotografías en el histórico tranvía rojo, pero la presencia de hombres uniformados es capilar, sobre todo cerca de los puntos conflictivos como la sede del partido de Imamoğlu, el CHP, donde un altavoz difunde cantos patrióticos, único signo de protesta tolerado.

Pero el disenso, prohibido en este lugar, solo se ha desplazado. Y, a pesar de las paradas de metro cerradas y los autobuses desviados, ha cruzado el Cuerno de Oro para darse cita en Sarachan, el parque frente al municipio de la ciudad donde desde hace días se ha organizado una vigilia permanente y todas las noches convergen cientos de miles de manifestantes para pedir la liberación del alcalde anti-Erdoğan. En los alrededores del parque el despliegue de fuerzas del orden es impresionante. Decenas de autobuses turísticos descargan agentes con equipo antidisturbios que se alinean en un largo cordón a la sombra del acueducto romano y alrededor de la mezquita Burmali, hasta la calle que conduce a la Universidad, uno de los puntos más calientes de la protesta.

Los estudiantes forman columnas que avanzan en cortejo y gritan su rabia pidiendo "¡democracia!" y luego cantan "El que no salta está con Tayyip", aludiendo al presidente-emperador. "La justicia es corrupta", afirma Ayse, una joven estudiante de Periodismo. "Queremos que se respete la voluntad del pueblo". Estos jóvenes valientes, que salen a la calle sabiendo bien que serán dispersados con cañones de agua y tal vez golpeados, como les ha sucedido a cientos de ellos en estos días, detenidos e identificados por la policía, representan esa parte de la ciudad que quiere una Turquía liberal, democrática y abierta al mundo. Y tal vez piensan lo mismo algunos agentes, jóvenes de su misma edad, que los dejan pasar hasta el pequeño escenario rodeado por las banderas rojas del CHP y las que tienen impreso el rostro del padre de la patria, Ataturk. Las protestas - es evidente - no están prohibidas, sino solo contenidas. No se quiere provocar en exceso la ira popular porque - y el poder lo sabe - si la opinión pública en Turquía está dividida, en Estambul está mayoritariamente a favor de Ekrem Imamoğlu.

Él, el alcalde musulmán practicante pero laico, que ha contribuido a acercar nuevos votantes al partido tradicionalmente kemalista y laico, ha sido el hombre votado masivamente ayer en las primarias del CHP como candidato único, lo que debería haber dejado establecida su carrera oficial para las próximas elecciones presidenciales. En la consulta participaron nada menos que 14 millones y 850 mil personas. Los dirigentes del partido, encabezados por el presidente Özgür Özel - que arengó a la multitud al grito de "aquí estamos haciendo historia" y elogió a los jóvenes por "haberse recuperado las calles" - alentaron a todos los ciudadanos a acudir a las urnas en señal de protesta contra lo que llamaron "un golpe blanco".

Habrá que ver: el futuro es muy incierto. Y la ciudad se prepara para nuevas tensiones. Estambul está trastornada y decepcionada, pero no se rinde.

 

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