La ‘colonización’ inmobiliaria israelí busca expulsar a palestinos (y cristianos) de Jerusalén
La venta de la casa familiar del guardián (musulmán) de las llaves del Santo Sepulcro confirma una tendencia creciente. Para un palestino, ceder el inmueble a un judío es considerado una vergüenza y una traición. Para los intermediarios judíos, constituye un medio “pacífico” y “fantástico” de participar en el conflicto territorial. Un fenómeno que también preocupa a los líderes cristianos. La condena del obispo ortodoxo griego: El objetivo es marginar la presencia cristiana en Tierra Santa.
Jerusalén (AsiaNews) - La venta anómala y misteriosa de la casa del guardián (musulmán) de las llaves del Santo Sepulcro, en Jerusalén, adquirida recientemente por un judío israelí, ha vuelto a abrir la herida en torno a los bienes y propiedades inmobiliarias en la ciudad santa. Adeeb Joudeh es descendiente de una familia que, desde la época de las Cruzadas, regula el acceso al lugar más amado de la Cristiandad. Él ha visto a judíos israelíes ingresar a la casa. Y a cuantos exigen las explicaciones del caso, él asegura haber vendido la propiedad a un hombre de negocios palestino en el año 2016, pero no “al enemigo”.
La “guerra inmobiliaria” es uno de los tantos conflictos que se consuma entre las comunidades que viven en Jerusalén, centro de la Cristiandad, lugar santo para judíos y musulmanes y capital disputada entre Israel y el futuro Estado de Palestina. Para un palestino, vender su casa, una propiedad inmobiliaria o un local comercial al “enemigo” es considerado casi una “traición”. A pesar de ello, algunas organizaciones de colonos dedicadas al comercio inmobiliario aseguran que “no dan abasto” por la enorme cantidad de de solicitudes de venta presentadas por palestinos que quieren capitalizar el dinero e irse al exterior.
Retomando la cuestión del inicio, la noticia de la venta de la casa del guardián circuló por toda la ciudad provocando indignación y deshonra, abriendo una vez más las heridas frente a aquello considerado como un tabú absoluto. “Somos palestinos que viven bajo la ocupación –declaró Adeeb Joudeh a L’Orient-Le Jour -, vender mi casa a los judíos es una vergüenza, no sólo para mi familia, sino para todos los palestinos”.
Sigue siendo un misterio cómo se realizó la transferencia de la propiedad, mientras se vislumbra claramente la guerra de los inmuebles en Jerusalén y en toda Palestina. Cada venta de un bien llevada a cabo por fuera de la comunidad pasa a ser una herida porque –según la visión que comparten los palestinos- el mantenimiento de las propiedades [en el marco de la comunidad] es un “deber sagrado, tanto en el plano político como religioso”.
Según la ley palestina, la venta de terrenos o inmuebles a personas judías es considerada un crimen plausible de pena de muerte, si bien el presidente Mahmoud Abbas, desde su ascenso al poder en el año 2004, jamás autorizó las ejecuciones de este tipo. Sin embargo, frente a las enormes sumas de dinero que suelen ofrecer los judíos a los palestinos, Ramallah ha tenido que aplicar mano férrea para erradicar un mercado peligroso y reafirmar, una vez más –junto a los líderes religiosos musulmanes- la prohibición terminante de vender.
Si la “colonización inmobiliaria” preocupa a los palestinos, para los judíos israelíes, ésta representa un medio “pacífico” de participar en el conflicto territorial en curso, aún siendo un proceso “lento”, que “dará frutos en el largo plazo”. Confirma esto mismo Arieh King, director de una agencia especializada precisamente en la compra de inmuebles de musulmanes palestinos, que luego son revendidos a “nuevos colonos” judíos.
“No es una cuestión de dinero”, afirma el agente inmobiliario, que a veces se vale de intermediarios árabes para agilizar la compraventa. Judío ortodoxo, él hace una confidencia: a veces demora la formalización del contrato de compra, para permitir que la familia palestina que vende pueda huir al exterior, a fin de evitar represalias. Junto a la venta, les damos una mano para tramitar los documentos de expatriación, y así “matamos dos pájaros de un tiro: compramos viviendas y logramos que un árabe abandone Israel. Es fantástico”.
La cuestión de las propiedades preocupa asimismo a los líderes cristianos, como se ve confirmado por la reciente toma de posición expresada por Mons. Atallah Hanna, el arzobispo de Sebastia, del patriarcado ortodoxo griego. Él atacó a cuantos aceptan vender (o malvender) las propiedades cristianas –y musulmanas- en Palestina, afirmando que los bienes están siendo atacados con el objetivo de “marginar” la presencia cristiana en Tierra Santa. “Los que venden sus propiedades –agregó el obispo- están restando valor a nuestra presencia histórica en este suelo santo”.
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