La ‘Humanae Vitae’ es ‘más que un simple documento sobre los anticonceptivos’

de Matthew Coutinho*

La encíclica de Pablo VI habla del verdadero significado del matrimonio y de la vida. El peligro del uso de anticonceptivos que transforman el amor entre el hombre y la mujer en la búsqueda del placer como fin en sí mismo. Las características del amor conyugal: plenamente humano, total, fiel, exclusivo y fecundo.

Jerusalén (AsiaNews)- La “Humanae Vitae (HV) permanecerá para siempre como un documento clave porque este es más que una simple enseñanza de la anticoncepción: éste habla del significado del matrimonio y la familia, de la existencia de la vida y del amor y pone al matrimonio, familia y procreación en este contexto.

El peligro que el uso de anticonceptivos con naturales transforme la relación entre el marido y la mujer en la búsqueda no es una teoría excéntrica, es realmente real y posible. Por esto, en una relación afectiva en el cual haya respeto recíproco, es esencial poner juntos el significado unitivo y procreativo. Es sólo cuando una pareja está realmente abierta a la vida que ella es parte del designio de la creación de Dios y respeta el significado intrínseco y el lenguaje de las relaciones sexuales.

De hecho, asistimos al hecho que más la mentalidad de la anticoncepción artificial se impone en la sociedad, tanto más las mujeres son afectadas. Ellas deben sostener la carga de los métodos no naturales que ponen en riesgo su salud y su bienestar.

El peligro de recurrir al aborto como una segunda opción en el caso falle la contracepción, no es sólo una predicción de tinieblas y ruinas. Vemos que siempre más esto sucede en nuestros días.

Por estos motivos el mensaje de la “Humanae Vitae” permanecerá siempre válido en nuestra sociedad que busca la unión sin procreación (mentalidad de la anticoncepción) y otras veces la procreación sin la unión de los cuerpos (tecnologías de la procreación asistida).

Con la “Humanae Vitae”, Pablo VI no sólo confirmó las enseñanzas de la Iglesia sobre la contracepción, pero también quiso demostrar su preocupación por las políticas del “control de los nacimientos” que en aquellos años las más grandes empresas internacionales iniciaban a difundir y lo mismo hacen hoy (el Papa Francisco la llama “colonización ideológica”).

El peligro de una “agenda ideológica” que guía a algunas agencias internacionales es evidente hoy como hace 50 años, en particular porque en muchos decenios algunas ayudas extranjeras a los países en vías de desarrollo estaban ligados a la promoción de los métodos anticonceptivos y del aborto (incluidos en los programas sanitarios sobre la reproducción de las mujeres). Hoy existe una mayor conciencia de las políticas escondidas que podrían guiar las ayudas de las agencias y existen más opciones disponibles. Es esencial que la Iglesia católica no sólo condene estos intentos sino haga todo lo que está en su poder para promover la vida en todas sus fases, asistiendo a aquellos que tienen dificultad en traer un niño al mundo y proveer a su educación y a todas las otras actividades que contribuyan a un crecimiento en salud y hacer de él un ciudadano de la sociedad. Con esta “consistente ética dce la vida” podría nacer una amplia plataforma a través de la cual colaborar con las agencias internacionales en el dar ayuda a los necesitados y también una más grande capacidad de cambiar las mentes y los corazones en relación de la vida, de tal modo que se convierta en realidad la misión de Jesús: “Yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10:10).

Entre las partes de la “Humanae Vitae” que encuentro realmente iluminadoras y edificantes, está el Art. 9, que es un bellísimo resumen de lo que comporte el amor conyugal. Según yo, éste ofrece las bases de las prácticas morales que están enunciadas a continuación en el documento. Habla del amor conyugal como plenamente humano, que implica un compromiso total basado sobre la amistad y es fiel, exclusivo y fecundo. Quiero explicar brevemente estos 5 aspectos.

Este amor es plenamente humano, es decir sensible y espiritual. Por lo tanto, no es simple transporte de instinto y de sentimiento, sino también y principalmente es acto de la voluntad libre, destinado no sólo a mantenerse, sino también en crecer mediante las alegrías y los dolores de la vida cotidiana; de modo que los esposos se conviertan en “un solo corazón y una sola alma” y lleguen juntos a su propia perfección humana.

Después un amor total, es decir una forma toda especial de amistad personal, en la cual los esposos “generosamente comparten todo”, sin indebidas reservas o cálculos egoístas. Quien ama realmente al propio consorte, no lo ama solamente por cuánto recibe de parte de él, sino por sí mismo, alegre de poderlo enriquecer del don de sí.

Otra importante característica es que el amor es fiel y exclusivo hasta la muerte. De hecho, así lo conciben el esposo y la esposa en el día en el cual asumen libremente y en plena conciencia el compromiso del vínculo matrimonial. Fidelidad que puede algunas veces ser difícil, pero no es imposible. El ejemplo de tantos esposos a través de los siglos demuestra que del amor fiel y exclusivo nace una íntima y duradera felicidad.

Finalmente, el amor conyugal es fecundo, que no se agota todo en la comunión de los cónyuges, sino que está destinado a continuar, suscitando nuevas vidas. El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su naturaleza a la procreación y educación de la prole. De hecho, los hijos son el preciosísimo don del matrimonio y contribuyen muchísimo al bien de los mismos padres.

*profesor de Teología moral en el monasterio salesiano de Ratisbona en Jerusalén