La tragedia del terremoto reabre el debate sobre los proyectos atómicos de Ankara
En Mersin se está construyendo una central nuclear de fabricación rusa, cuya inauguración está prevista para fin de año. Los partidarios señalan que el 20% de las centrales del mundo están situadas en zonas sísmicas. Y Rosatom asegura que la central puede resistir un terremoto de magnitud 9. Activistas y sociedad civil piden un frente unido entre gobierno y oposición para detener el proyecto.
Milán (AsiaNews) - El devastador terremoto del 6 de febrero en Turquía (y Siria), con las miles de réplicas que siguieron al sismo principal, algunas de gran intensidad, han reabierto el debate sobre la tecnología nuclear para la producción de energía. Ankara, con la colaboración del gigante ruso Rosatom, está construyendo una central en Akkuiu, en la provincia meridional de Mersin, con tres reactores de agua a presión Vver-1200 que se están construyendo y un cuarto en fase preliminar. Está previsto que las obras concluyan en 2026 y suministren al país casi 27,5 TW/h al año (cerca del 9% de la demanda), pero las voces críticas se multiplican.
En los últimos días, activistas de la "Plataforma Antinuclear" de Mersin, epicentro de los planes atómicos del gobierno turco, celebraron una rueda de prensa en la que recordaron que la ciudad, aunque menos afectada que otras por el terremoto, sigue siendo una zona sísmica. La sede de la Asociación de Derechos Humanos (IHD) se dirigió al gobierno y a la oposición para pedir que creen un frente común contra el plan atómico, independientemente del resultado de las elecciones del 14 de mayo.
Osman Koçak, portavoz de la plataforma, afirma que "la onda sísmica muestra que, a pesar de todos los avances científicos y tecnológicos de la humanidad, podemos hacer estimaciones de los acontecimientos naturales, pero no podemos predecir el momento, el lugar, el alcance y la destrucción que se producirá". A continuación, recordó los terremotos y tsunamis que azotaron, entre 1953 y 2023, la zona de Mersin donde se está construyendo la central atómica. Por eso, concluyó, los desmentidos de Rosatom sobre los efectos negativos del sismo en la central y su capacidad para resistir un terremoto de magnitud 9 son "totalmente infundados".
Mientras tanto, Turquía y Siria siguen temblando, con otras dos sacudidas de magnitud 6,4 y 5,8 en las últimas horas que afectaron la provincia de Hatay, causando seis víctimas más y casi 300 heridos, algunos de ellos graves. A los más de 46.000 muertos ya constatados se suman nuevos fallecidos, por lo que el balance es cada vez más dramático; también hay heridos en Siria, en Alepo e Idlib.
La central de Akkuyu está a unos 338 km del epicentro del terremoto del 6 de febrero y, al menos en teoría, debería resistir temblores de gran intensidad. Sin embargo, como nos enseña la tragedia de la central de Fukushima en Japón -un país, por otra parte, acostumbrado a los temblores-, no hay ninguna certeza de que resista un posible incidente. En este sentido, al menos para la población turca, de poco sirven las garantías de los expertos rusos de que "la posibilidad de que haya un terremoto de magnitud 9 es una cada 10.000 años".
Un funcionario turco, contactado por Associated Press, afirma que no hay planes "inmediatos" para revisar el proyecto, y el experto estadounidense Andrew Whittaker, ingeniero civil de la Universidad de Buffalo, pide "cautela" pero afirma que "no hay ningún motivo particular para preocuparse". No obstante, para los activistas antinucleares la amenaza sigue existiendo. Y es real, al punto de preocupar a los movimientos de la isla de Chipre (tanto de la parte turca como de la griega), entre los más expuestos en caso de catástrofe atómica. Por su parte, los partidarios reavivan los datos de la Asociación Nuclear Mundial, según los cuales cerca del 20% de los reactores construidos y en funcionamiento en el mundo están situados en zonas de actividad sísmica "significativa". De nuevo se menciona al Sol Naciente, donde la central nuclear de Hamaoka está situada en una región en la que pueden producirse fenómenos de hasta 8,5 grados de magnitud. Y en Turquía, se eligió la zona de Mersin porque se considera "de las más seguras" de la región en términos sísmicos.
A esto hay que añadir finalmente aspectos comerciales y geopolíticos, en una situación internacional de gran tensión provocada primero por la guerra en Siria -donde Ankara y Moscú, socios en la construcción, se dividieron por su apoyo (o enfrentamiento) al presidente Bashar al Assad- y hoy por la guerra rusa en Ucrania. La central, de la que se espera que el primero de los cuatro reactores entre en funcionamiento a fin de año, tendrá una capacidad total de 4.800 megavatios de electricidad, que abastecerán aproximadamente el 10% de las necesidades del país. Según cifras del Gobierno, si la central -cuyo coste supera los 20.000 millones de euros- empezara a funcionar hoy, podría suministrar por sí sola electricidad suficiente para una ciudad de unos 15 millones de habitantes, como Estambul. Rosatom tiene una participación del 99,2% en el proyecto y se encarga de la construcción, el mantenimiento, la explotación y el desmantelamiento.
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27/02/2023 12:21