La solidaridad de los tártaros con los ucranianos
Después de Daguestán, Tartaristán es la república con el mayor número de soldados rusos muertos en Ucrania. Las autoridades tártaras apoyan a Putin. Los tártaros en el exilio quieren llevar al presidente ruso ante un tribunal internacional. No quieren someterse a la ideología de "la Gran Rusia”.
Moscú (AsiaNews) - Los tártaros de Rusia son unos de los pueblos más sacudidos por los acontecimientos de la guerra en Ucrania: muchísimos jóvenes reclutas murieron en el campo de batalla. Tartaristán es uno de los territorios más trágicamente afectados por el conflicto, después de Daguestán, pero el número de víctimas rusas no se publica. Las autoridades de Kazán apoyan la guerra de Putin, pero la población expresa un sentimiento decididamente menos favorable, que no puede expresarse abiertamente debido a la fuerte represión que rige en el país.
Los tártaros en el exilio sí se expresan, especialmente los representantes del movimiento independentista "Idel-Ural". Muchos de sus miembros viven ahora en Polonia, donde organizaron una gran manifestación contra la guerra rusa. La protesta estuvo encabezada por Nafis Kašanov, quien tiene una orden de arresto en Rusia -al igual que su hermano Rafis- por "extremismo", ya que su organización está prohibida por las autoridades rusas. La acusación se remonta a 2015, y los dos hermanos fueron de los primeros en ser declarados culpables de "atentar contra la integridad territorial de Rusia".
Los hermanos Kašanov condenaron la anexión de Crimea. El gobierno consideró que las palabras de los disidentes eran un "descrédito de las acciones de la Federación Rusa", acusación que ahora se hace a cualquier crítica interna del ejército y las autoridades. Después de permanecer tres años en un campo de trabajo correccional, Rafis volvió a Gran Bretaña y Nafis a Polonia, liderando la protesta tártara desde el extranjero. En Varsovia, Nafis intervino en la manifestación, afirmando que "los bandidos de Putin serán llevados ante un tribunal internacional... ¡los tártaros estamos con ustedes, ucranianos! La victoria de ustedes liberará a Rusia del fascismo de este régimen".
Kašanov denunció el servilismo del presidente de Tartaristán, Rustam Minnikhanov, quien junto a su predecesor Mintimer Šaymiev "nada en los millones recibidos de Putin... al principio nos apoyaron; luego, con el dinero, los convencieron para que nos eliminaran". Según los opositores tártaros, el régimen de Putin no puede sino colapsar después de esta guerra. Y cuando eso ocurra, "no sólo los tártaros, sino todos los pueblos del Alto Volga, Siberia, el Cáucaso, incluso los finougrios reivindicarán su libertad".
Los tártaros recuerdan que uno de los pueblos que siempre ha buscado la autonomía de Rusia son los chechenos, que ahora también están muy implicados en las operaciones militares. Como recuerda Nafis, "todos los verdaderos líderes de Chechenia han sido asesinados: Maskhadov, Dudaev, Kadyrov padre, que era un digno líder de su pueblo, mientras que su hijo Ramzan, hoy en el poder, es un traidor de Chechenia, un servidor de Putin que acabará como él".
La aspiración a la independencia de las distintas etnias es un factor nada desdeñable en las motivaciones del conflicto en Ucrania, que desde el levantamiento de la plaza Maidan en Kiev en 2014 ha sido un ejemplo y un estímulo para los pueblos que formaron parte del dominio soviético. Rusia, en cambio, pretende ahogarlos como sea, recurriendo a las armas o a campañas culturales para que las "tradiciones y valores" de los rusos se integren con los de los pueblos sometidos.
Kašanov promete que cuando este acabe, “podremos utilizar nuestras lenguas nativas, seguir nuestras costumbres y nuestra cultura... ya no seremos encarcelados por nuestras creencias religiosas, por el Islam o el chamanismo, que sólo se aceptan en una versión edulcorada y sometida a la ideología de la Gran Rusia".
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