de Li Qiang

Acosados por las políticas "redistributivas" del líder chino, así como por la presión sobre los gigantes de la alta tecnología, el sector inmobiliario y la educación privada. En China hay 626 multimillonarios: un potencial contrapoder a los ojos del régimen. En las zonas rurales de China, el ingreso per cápita es menos de la mitad que en las ciudades.

 

Beijing (AsiaNews) - Cada vez más multimillonarios chinos trasladan sus capitales a Singapur, una tendencia que ha ido creciendo desde el año pasado, cuando Xi Jinping lanzó su campaña de "prosperidad común" con el propósito de obligar a los grandes grupos industriales (privados) a compartir sus crecientes riqueza con los sectores menos privilegiados de la población.

Una encuesta de CNBC muestra que en la ciudad-estado del sudeste asiático se están multiplicando las "family office" de chinos adinerados. Son vehículos financieros que gestionan el patrimonio de una o varias familias, y en el caso de Singapur se requiere un capital de 5 millones de dólares (4,5 millones de euros).

Cuando las protestas a favor de la democracia en 2019 hicieron tambalear la economía de Hong Kong, los oligarcas chinos buscaron una alternativa para salvaguardar su riqueza. Gracias a que gran parte de la población habla mandarín y a un régimen tributario bajo, Singapur constituye el refugio ideal para los magnates del gigante asiático.

Según Forbes, hay 626 multimillonarios en China, un número inferior solo al de Estados Unidos (724). Si bien los empresarios chinos dicen estar convencidos de que su país ofrece grandes oportunidades para enriquecerse, dudan que sea un lugar seguro para conservar su riqueza.

Xi ha dado un giro más dirigista a la economía china. La política de prosperidad común se empezó a poner en práctica inmediatamente después de la ofensiva contra los monopolios de la alta tecnología, los grandes constructores inmobiliarios y los institutos de educación privados (especialmente los dirigidos por extranjeros).

Para muchos críticos, entre ellos los miembros del ala pro mercado del Partido Comunista Chino, el giro maoísta de Xi tiene poco que ver con la redistribución de la riqueza. En realidad, es una manera de reducir el poder de los oligarcas, cuya fuerza económica podrían amenazar su propio poder.

Luego está el problema de cómo llevar a la práctica las directivas de Xi. Como informa el South China Morning Post, muchos administradores locales no están seguros de qué manera pueden intervenir para reducir la brecha económica entre ricos y pobres en sus territorios. Los analistas señalan que las necesidades de desarrollo de China varían de una provincia a otra y que un enfoque único para todos no puede funcionar.

La mayor brecha, y por lo tanto el mayor desafío para el plan redistributivo de Xi, sigue siendo la que existe entre los residentes urbanos y rurales. La renta per cápita en China ronda los 35.000 yuanes (4.960 euros), pero en las ciudades llega a 47.400 yuanes (6.720 euros), más del doble que en el campo (19.000 yuanes, unos 2.695 euros).

Independientemente de las dinámicas internas en China, un factor que puede detener la fuga de capitales chinos a Singapur es el resultado del conflicto en Ucrania. Estados Unidos y sus aliados han amenazado con consecuencias si Beijing intenta ayudar a Rusia a resistir las sanciones impuestas por su invasión del territorio ucraniano. Singapur es uno de los pocos países asiáticos que se han sumado al régimen de sanciones contra Moscú: por lo tanto, potencialmente podría adoptar medidas punitivas indirectas contra China, como el congelamiento de las cuentas bancarias de los ciudadanos chinos.

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