La primera misa en una aldea de desplazados de Manipur
El día de la Asunción, un grupo de católicos que huyeron hace más de un año de la violencia étnica que asoló el estado nororiental de la India, tuvo la alegría de volver a celebrar la Eucaristía en el nuevo asentamiento donde la arquidiócesis de Imphal está construyendo casas para aquellos que han perdido todo. El testimonio del P. Aimeng: "Un bálsamo espiritual entre tantos sufrimientos".
Imphal (AsiaNews)- El altar se levantó en el lugar donde se fabrican los ladrillos para construir las nuevas casas y tratar de superar el trauma de la violencia que sufrieron en el Estado indio de Manipur. “Vienen de mi aldea: soy sacerdote desde hace 41 años y esta fue la primera misa en el asentamiento de desplazados”. El día de la solemnidad de la Asunción, junto con el diácono Patrick Lan, el padre Mark Aimeng, sacerdote de Manipur, tuvo la alegría de poder vivir nuevamente la Eucaristía junto con la comunidad de desplazados que se refugiaron en Mumpi, una de las aldeas que se construyeron cuando estas personas perdieron todo debido a los enfrentamientos étnicos que comenzaron en mayo de 2023 entre meitei y kuki.
“Celebrar la primera misa para los desplazados en la aldea de Munpi fue un momento de gran alegría, tanto para mí como para los 180 desplazados que participaron en el cobertizo donde se fabrican los ladrillos - cuenta el padre Aimeng a AsiaNews -. Tenían grandes deseos de que fuera posible y por fin había llegado el día. Todos son católicos y proceden de la aldea de Singtom, en el distrito de Chandel. En la nueva aldea construida y bendecida por la Arquidiócesis de Imphal gracias a los benefactores que se acercaron para ofrecer ayuda se han instalado veinte familias. Otras familias seguirán llegando en los próximos meses".
Huyeron de la aldea de Singngat el 29 de mayo de 2023. "Habían oído que un temible grupo de insurgentes del valle, el Arambai Tengol, se acercaba cada vez más y eran demasiados para pensar en resistir", recuerda el sacerdote -. Seis días después recibieron la noticia de que su pueblo había sido quemado sin que el ejército hiciera nada. De 72 casas, 45 quedaron reducidas a cenizas, y las otras construcciones, incluida la iglesia, también fueron seriamente dañadas".
Aunque la arquidiócesis de Imphal se ha movilizado para proporcionar no sólo viviendas sino también educación a los niños, alimentos y otros bienes esenciales, llevará mucho tiempo curar su miseria y su dolor. "Pero la presencia de los sacerdotes es un inmenso consuelo espiritual - concluye el p. Aimeng-. Desde el día que llegamos al pueblo, he tenido muchas oportunidades de visitarlos y ofrecerles al menos este bálsamo espiritual".
21/12/2023 11:18
13/12/2023 16:55