La pandemia y los ‘desafíos sin precedentes’ dictan los temas de las ‘dos sesiones’
La Asamblea Nacional del Pueblo y la Conferencia Política Consultiva del Pueblo Chino tendrán que afrontar los desafíos ligados a la convivencia con el virus, la economía, la desocupación y las críticas internas y externas. Las “dos sesiones” se inaugurarán el 21 y el 22 de mayo, con casi dos meses de atraso. China predica que ha triunfado en la batalla contra el virus. Sin embargo, Jilin se encuentra en cuarentena y la población de Wuhan está siendo sometida a tests. El poder de Xi carece de “legitimidad”.
Beijing (AsiaNews) – Antes de que termine la semana, en Beijing se inaugurarán las sesiones anuales de la legislatura la Asamblea Nacional del Pueblo (ANP) y la Conferencia Política Consultiva del Pueblo Chino (CPCPC). A ambas se las define como las “lianghui” (“las dos sesiones”) y son vistas como retóricas ceremonias oficiales que carecen de todo poder real, ya que avalan todo lo que el Politburó del Partido Comunista Chino ya decidió con antelación.
La ANP abrirá sus puertas el 22 de mayo; la CPCPC, un día antes. Normalmente las dos sesiones se desarrollan a principios de marzo pero este año, a causa de la pandemia, sufrieron una demora de dos meses. El aplazo es un signo de que el país aún está abocado a prevenir y controlar la difusión del virus.
La pandemia de coronavirus, iniciada en Wuhan (Hubei), continúa propagándose en el mundo, paralizando la economía global. Las autoridades de China, por un lado, han proclamado la victoria contra el Covid-19; sin embargo, mantienen cierta cautela, habida cuenta de los desafíos potenciales que plantea una reactivación de la epidemia y las consecuencias económicas y políticas derivadas de ello.
Las “dos sesiones” se llevarán a cabo acatando una cuarentena estricta, y su duración será acotada: una semana, en vez de dos. La tradicional conferencia de prensa, así como las entrevistas habituales, se realizarán online.
De acuerdo con las previsiones, los temas relevantes de las sesiones serán, además de la pandemia, los múltiples problemas ligados a ella: el crecimiento económico, la desocupación, las críticas dentro y fuera del país, la desconfianza de la comunidad internacional luego de los silencios en los comienzos de la epidemia, la ruptura de las relaciones económicas con los EEUU, teniendo en cuenta las amenazas de Donald Trump.
Los medios estatales afirman que las compañías han reanudado la producción y que la economía se está recuperando del impacto del coronavirus. Las autoridades han admitido que en el primer trimestre el PIB se ha reducido mucho, pero niegan que haya una desocupación masiva. Sin embargo, las industrias orientadas a la exportación, y especialmente la industria manufacturera, se está topando con un problema inesperado: las órdenes del exterior se han derrumbado, a causa de la escasa demanda del resto del mundo. En Shenzhen, por ejemplo, los operarios de Foxconn dicen que han recibido órdenes de tomarse unas largas vacaciones de cuatro meses de duración, a partir de principios de mayo.
Al menos 8 millones de graduados universitarios aguardan ingresar al mercado laboral, pero no encuentran empleo. A las industrias de servicios y a las pequeñas y medianas empresas les cuesta sostener la carga impositiva, que se suma a los alquileres y a las cargas sociales.
En varias ciudades de China se suceden las protestas esporádicas de pequeños empresarios que exigen la cancelación de los alquileres.
La atención de los observadores se centra en el reporte laboral del gobierno, que será presentado en la ANP, y que establece el crecimiento anual del PIB. En abril, la Oficina Nacional de Estadísticas ya anunció que en el primer trimestre del 2020 el crecimiento fue negativo, del -6,8%. Para este año, el Politburó, centro de toma de decisiones del Partido, aún no ha definido que el gobierno quiera “lograr el objetivo de un crecimiento económico y social para este año”. Sin embargo, Ma Jun, miembro del Comité de Política Fiscal del Banco Central de China, ha sugerido que se evite plantear un crecimiento de PIB como objetivo para este año.
Según Xinhua, en el Politburó se ha discutido un borrador del reporte laboral del gobierno. La agencia afirma que se habló de “desafíos sin precedentes” y de la “prevención continua de la epidemia”. En efecto, la pandemia se estaría reactivando en el país: Jilin, una ciudad del nordeste, se encuentra en cuarentena; en Wuhan, epicentro de la epidemia, casi 11 millones de personas están siendo sometidas al test para el diagnóstico del Covid-19.
Las autoridades también están silenciando las voces que se abren de la línea oficial. La escritora Fang Fang, que exigió la verdad sobre la pandemia, junto a sus sostenedores, están bajo la mira en las redes sociales, arrinconados por los sentimientos patrióticos de algunos. Como el caso de una señora, que a principios de febrero comenzó a tocar el gong desde el balcón para pedir ayuda – la historia se difundió en Internet – y que ahora ataca a Fang Fang por haber compartido sus escritos con otros [el libro-diario de Fang Fang será publicado en los EEUU – ndr], y la acusa de “usar” el episodio que la tiene como protagonista ‘como un arma’, con “segundas intenciones”.
En tanto, periodistas como Zhang Zhan, que publicaron noticias sobre Wuhan, han sido arrestados por la policía. Zhang Zan se encuentra detenida en Shanghái. Otros dos periodistas, Fang Bin y Chen Qiushi continúan en la lista de desaparecidos.
Reuters ha revelado que en el Ministerio de Seguridad del Estado fue presentado un reporte en el cual se advierte que a causa del virus, China arriesga un clima de hostilidad y contragolpes similares a los de la época de la masacre de Tiananmen, en 1989. Los medios oficiales y los diplomáticos de Beijing se muestran dispuestos a todo, blandiendo un poder para nada “soft”: difunden desinformación y rechazan la idea de abrir una investigación independiente sobre el origen del virus. En tanto, las autoridades niegan haber ocultado información en los primeros estadios de la epidemia y procuran mostrar a China como los “bomberos” en el incendio de la pandemia: en síntesis, como los salvadores del mundo.
En el 2018, el presidente Xi Jinping logró remover los obstáculos para poder convertirse en presidente vitalicio. La ANP enmendó la Constitución, y el poder de Xi trepó al máximo grado. Sin embargo, para el mandatario vitalicio se ha iniciado una serie interminable de problemas. La guerra de aranceles, que estalló hace dos años. La ola de protestas en Hong Kong, que todavía prosigue. El virus se propagó en China en enero, justo después de que China y Estados Unidos firmaran la primera fase del acuerdo comercial. Para el 2020, Xi se había propuesto dos metas: la eliminación de la pobreza y la construcción de una “sociedad moderadamente próspera”. No se sabe si estos objetivos podrán ser alcanzados. No cabe duda de que Xi quiere gobernar por otro mandato más, pero lo cierto es que ya parece carecer de “legitimidad”, visto que los resultados no son positivos. De todas manera, el frágil mercado interno, las exportaciones y la recaudación fiscal debieran ser las mayores preocupaciones en este momento. También es importante tomar nota del incremento en el presupuesto de las Fuerzas Armadas – que no deja de crecer – y de aquél destinado a mantener la estabilidad interna, que se ha vuelto incluso superior al del ejército. También cabe destacar que aún en medio de la epidemia, China no ha dejado de amenazar a Taiwán con una posible invasión.
13/03/2019 17:04
05/03/2019 10:20