La oración a María, el coronavirus y la crisis de la política
Papa Francisco exalta la “Iglesia doméstica” y el rezo del Rosario durante el mes de mayo, pero también pide que la misa no sea “viralizada” (virtual). Los obispos italianos también solicitan que se le permita contribuir en la lucha contra la pandemia reabriendo las iglesias en las celebraciones, con todos los recaudos sanitarios. Se necesita un ideal más grande que el hombre y una mayor unidad para derrotar el virus. Los peligros: el vacío de los políticos, la cerrazón ideológica y el egoísmo de los individuos, grupos y naciones. El ejemplo de Corea del Sur.
Roma (AsiaNews) - El pasado 25 de abril, en la Fiesta del San Marcos Evangelista, Papa Francisco difundió una carta dirigida a todos los fieles, invitándolos a “redescubrir la belleza de rezar el Rosario en casa, en el mes de mayo”. En la Iglesia Católica, el mes de las rosas y del tiempo posterior a la Pascua es dedicado tradicionalmente a la devoción de la Madre de Dios. Para la ocasión, el pontífice también escribió dos oraciones a la Virgen, que invita a “rezar al término del Rosario, y que yo mismo rezaré en el mes de mayo, unido a ustedes espiritualmente”.
La sugerencia de Francisco cae en medio de la crisis pandémica, mientras muchas familias redescubren el gusto de la oración en común, de la “Iglesia doméstica”. En efecto, a causa de la cuarentena obligatoria, en muchos países – que van desde China a Singapur, desde Sri Lanka hasta Irak, y desde el Líbano hasta muchos países europeos, inclusive Italia - las familias solo han podido santificar las fiestas siguiendo misa vía streaming o rezando el Rosario junto a todos los miembros de la familia. Si bien es cierto que esta experiencia ha fortalecido la fe de muchos, el Papa mismo – en la misa del 17 de abril - dijo que no debemos habituarnos a una vida de comunidad “virtual [viralizada]”, sino concreta, del pueblo de Dios.
Este también ha sido el motivo por el cual los obispos italianos han pedido a su gobierno una mayor libertad de culto, para que las iglesias puedan volver a ser un lugar de encuentro, garantizando en todo momento el distanciamiento social y la desinfección sanitaria.
Uno podría preguntarse entonces ¿por qué el Papa sigue impulsando a las familias a rezar “en casa”? Yo creo que más que el temor de este “viralizar” , el pontífice siente la necesidad de impulsar la fe en los pueblos, para que puedan percibirse más unidos. Rezar el Rosario en las distintas latitudes es como redescubrrise bajo un mismo y único manto de María, como solían pintar los antiguos, con la humanidad unida, y no dividida. Porque si hay algo que está surgiendo de toda esta epidemia, además del heroísmo de muchos – médicos, enfermeros, sacerdotes, voluntarios,...- es la fragmentación, el vacío de los políticos, la cerrazón ideológica de tantos, el egoísmo de los individuos, grupos y naciones.
El vacío enseguida quedó demostrado: ningún Estado estaba preparado para afrontar una pandemia semejante, desconocida. Sin embargo, lejos de volver a los políticos humildes para tratar de afrontar juntos los problemas, la crisis se ha convertido en el escenario para derrotar a los adversarios, mostrando una torpe presunción cuya magnitud solo puede compararse con la debacle en vidas humanas y en desastres económicos, consumada frente a la mirada impotente de los gobernantes.
La cerrazón ideológica ha hecho que afrontar el coronavirus se convirtiese en una especie de torneo entre China y los Estados Unidos, donde se vitorea por el triunfo de cada cual, perdonándole todo. Así, “la derecha” le perdona a Donald Trump los despropósitos y la superficialidad al afrontar la epidemia; “la izquierda” le perdona a China los silencios, la dictadura y la violencia. Es impresionante que el 18 de abril pasado fueron arrestadas 15 personalidades democráticas de Hong Kong, que plasmaron la libertad en el territorio, y que el mundo haya permanecido en silencio ante ello. Entre los arrestados hay abogados y juristas católicos y cristianos, que arriesgan su fe en su compromiso por la sociedad. Y sin embargo, los medios, católicos y no – al menos en Italia, a excepción del PIME – han hecho silencio, para no “generar descontento en China” y para hacer que gane el campeón por el que han apostado.
Quizás a causa de la cuarentena, que nos ha obligado a permanecer encerrados en casa, todos nos hemos vuelto más ideológicos, deseosos de afirmar las cosas según la posición tomada, sin una mirada más abierta a todos los elementos de la realidad.
Como contrapartida, los individuos y los Estados se han vuelto más egoístas. Prueba de ello es la negligencia que el Estado muestra hacia las personas que han perdido el trabajo - y con él, la casa y la comida - a causa de la pandemia. Y hasta los científicos luchan por ver quién es el más veloz en producir la vacuna contra el Covid-19, atrayendo fondos para la investigación. En consecuencia, tal como sucede en China, se oculta el mapa completo del virus, para obstaculizar la investigación de los demás.
En la misa del 13 de abril, papa Francisco quiso rezar precisamente por esto: “Oremos – dijo - por los gobernantes, por los científicos, los políticos, que han comenzado a estudiar la vía de salida, el después de la pandemia, este ‘después’ que ya ha comenzado: para que encuentren el camino correcto, siempre en favor de la gente, siempre en favor de los pueblos”.
Frente a la disgregación creada por la pandemia, se entiende por qué Francisco pide rezar a la Virgen: se necesita impulsar a la humanidad hacia un ideal más grande que uno mismo, que nos vuelva a los seres humanos más humildes y serviciales. Y es el mismo motivo por el cual los obispos italianos critican la decisión del gobierno de mantener cerradas las iglesias: la Iglesia italiana quiere dar su contribución ideal a la lucha contra el coronavirus. El Covid-19 también se combate así. No por nada, en Corea del Sur, las iglesias están abiertas desde ayer (v. foto).