La nueva ley sobre religiones en Kirguistán
Tras largos debates, el Žogorku Keneš aprobó en primera lectura la medida que, en nombre de la lucha contra el extremismo, ha causado no pocas perplejidades en las comunidades religiosas. Entre las nuevas disposiciones figura la prohibición de que los misioneros de cualquier confesión vayan por ahí predicando en los hogares según su propia inspiración. Y en los institutos de formación religiosa no se puede admitir a alumnos que no hayan terminado el 11º curso de la enseñanza obligatoria.
Biskek (AsiaNews) - La nueva ley sobre la libertad religiosa en Kirguizistán, tras largos debates y segundas reflexiones, está a punto de ser aprobada definitivamente, con el voto favorable de Žogorku Keneš en primera lectura. El texto sigue despertando muchos recelos tanto entre los representantes de las comunidades religiosas como entre los activistas de los derechos humanos, pero los autores aseguran que sólo se pretende «poner un poco de orden en el asunto».
El director de la Comisión Estatal de Asuntos Religiosos, Azamat Jusupov, afirma que «no hay intención de imponer restricciones a los procesos educativos, en el país y en el extranjero», refiriéndose a las numerosas «madrasas clandestinas» que han sido sancionadas en los últimos tiempos. Ante representantes de asociaciones religiosas de todas las regiones del país, Jusupov busca su consenso en que «demasiada libertad de profesión religiosa puede ser un problema».
Entre las novedades de la ley figura la prohibición de que los misioneros de cualquier tipo vayan por casa predicando según su propia inspiración, una norma que acabará afectando sobre todo a los Testigos de Jehová, pero también a los seguidores del Islam que se dedican al Da'wa, la «propaganda» a domicilio. Además, los alumnos que no hayan terminado el 11º curso de la enseñanza obligatoria no serán admitidos en los institutos de formación religiosa, ya que los adolescentes están demasiado expuestos a la influencia de ideales religiosos radicales, y se intenta así limitar el extremismo.
Se impondrá otra prohibición a los profesores y educadores religiosos, que no podrán impartir clases individuales fuera de los muros de la madrasa, especialmente en domicilios particulares. No se prohibirá ir a estudiar a instituciones en el extranjero, pero se reducirá la lista de las permitidas y sólo se podrá ir a las recomendadas por los organismos competentes.
Estas y otras medidas «antiextremistas» son similares a las introducidas en la legislación de Tayikistán en los últimos tiempos, donde las penas son aún más duras que las prohibiciones kirguisas. La educación religiosa ilegal de menores, por ejemplo, está castigada por la legislación tayika con hasta tres años de cárcel. En Kirguistán, los profesores de asignaturas religiosas figuran ahora en una lista oficial, que delimita sus actividades en el territorio en términos bastante estrictos, recogidos en sus documentos de licencia. Si un predicador quiere hablar en los medios de comunicación sobre temas religiosos, tendrá que obtener un permiso especial de las autoridades para ello.
También estará prohibida por ley la construcción de edificios religiosos en terrenos privados, en jardines o en el interior de las casas, especialmente en lugares donde ya haya una mezquita, y en ningún caso se permitirá la edificación de una segunda. El gobierno asegura que se emitirá un decreto que defina la cantidad permitida de «objetivos con fines religiosos» en todos los núcleos de población del país.
Los funcionarios que prepararon el texto de la ley aseguran que todos los puntos fueron acordados con el Muftiat de Kirguistán y el Consejo de Ulemas, y los líderes religiosos consultados no plantearon objeciones a las decisiones tomadas. Sin embargo, algunos diputados del Žogorku Keneš también se pronunciaron en contra del proyecto de ley. Uno de ellos, Žalolidin Nurbaev, afirmó que «las peores cosas vienen de la falta de moralidad y religiosidad de la gente» y que no era el caso de castigar a los predicadores Da'wa, que «ni siquiera entran en las casas, sólo llaman a la puerta e invitan a la gente a venir a rezar a la mezquita»; en definitiva, «intentan difundir el bien y ayudar a los pobres», concluyendo que «si prohibimos esto también, ¿cómo serán nuestros hijos dentro de 10-15 años?
Entre el público kirguís, las opiniones sobre la ley están divididas, y las mujeres se quejan de que el da'wati insiste incluso cuando no hay hombres en casa. Muchos otros, en cambio, aprueban la predicación itinerante, advirtiendo, sin embargo, que también hay fanfarrones y estafadores, que acuden con el pretexto de hacer llamamientos religiosos y aprovechan para robar y extorsionar. Con las nuevas normas, se espera en efecto evitar los efectos más desagradables de la propaganda religiosa incontrolada.
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