La nueva Siria y Asia Central

de Vladimir Rozanskij

Sólo en la ciudad de Idlib hay unos 400 tayikos, así como un número desconocido de kirguises, uzbekos y kazajos. Más allá de la cobertura «moderada» de quién formará el nuevo gobierno, existe un temor generalizado en las capitales centroasiáticas de que Damasco pueda convertirse en el nuevo centro de atracción de todas las formas de islamismo radical.

Dusambé (AsiaNews) - El derrocamiento del régimen de Assad en Siria, tras cincuenta años de dictadura, con la toma del poder por parte de grupos islámicos radicales, tiene también considerables consecuencias para los países de Asia central, teniendo en cuenta que cientos de ciudadanos de esta región forman parte de los ejércitos de Hay'at Tahrir ash-Sham, el movimiento que ahora manda en Damasco. Entre ellos hay cientos de tayikos, y un reportaje de Radio Ozodi buscaba aclarar la perspectiva con expertos de Tayikistán, que temen una tendencia de los jóvenes más radicales a unirse a los sirios en la formación de un califato islámico global.

En tantos años de gobierno autoritario, Assad no ha sabido dar respuestas creíbles a las expectativas de su propio pueblo, disminuyendo las prácticas represivas e instaurando reformas que permitan el desarrollo de todo el país, integrando también a los opositores. La excesiva dependencia de aliados externos como Rusia e Irán, con grupos vinculados a Teherán, provocó una crisis en cuanto la situación en estos países se complicó con las guerras de Ucrania e Israel. Hoy, sin embargo, la cuestión del futuro de Siria sigue abierta.

No está claro cómo los grupos de los vencedores se repartirán las porciones del pastel del poder, ya que la formación de los ejércitos que han reducido a la nada al régimen de Assad está muy compuesta. El líder de Hay'at, Abu Muhammad al-Jolani, se presenta como la figura principal de toda la galaxia de las numerosas «organizaciones islámicas» que controlan gran parte del territorio sirio, donde también permanecen sectores de las fuerzas armadas kurdas, enfrentadas a los enemigos de Turquía. Muchos expertos temen una situación de caos permanente y una división de territorios similar a la de Libia o Irak.

Según el experto tayiko Kosim Bekmukhammad, teniendo en cuenta las relaciones de muchos de estos grupos con los servicios de inteligencia de varios países, «la estabilidad del país es lo último que cabe esperar», y no sería de extrañar un resurgimiento del Isis, Al Qaeda, el Frente al Nusra u otras formaciones, cada una de las cuales intentará tomar un sector del país. Hay muchas partes que intentan tirar del lado de sus propios intereses», señala Kosim, “como ya es evidente por las acciones de Israel, que bombardea instalaciones sirias que podrían causar problemas el día de mañana”. Turquía también intenta llegar a un acuerdo con los kurdos de una vez por todas.

Radio Ozodi muestra los numerosos mensajes en los que ciudadanos de Asia Central alaban la «victoria común en Siria», y sólo en la ciudad de Idlib hay unos 400 tayikos, así como un número indeterminado de kirguises, uzbekos y kazajos. Un experto en asuntos religiosos, Makhrambek Makhrambekov, afirma que «los cientos de personas procedentes de nuestras partes que flanquean a los islamistas en Siria podrían atraer a mucha gente, creando centros de propaganda que podrían tener efectos imprevisibles, especialmente entre los jóvenes». Siria se convertiría así, más allá de las coberturas «moderadas» de quien forme el nuevo gobierno, en el nuevo polo de atracción de todas las formas de islamismo radical.

Las raíces del propio grupo Hay'at se remontan a Al Qaeda y, según otro experto en la lucha contra el extremismo, Rustam Azizi, «en el espacio cada vez más amplio de la información y la comunicación, estas tendencias ideológicas se multiplican muy rápidamente». Muchos observadores coinciden en que la amenaza de esta concentración en Siria es mucho mayor que la de los talibanes en Afganistán, que se dedican en su propio territorio a la construcción de su propio Emirato Islámico radical, mientras que Siria se proyecta hacia las dimensiones globales del Califato, un ideal mucho más atractivo para los centroasiáticos en particular, y para muchos extremistas de todo el mundo.