La muerte de Vrubel y el ‘beso fraternal’ de los poderosos
El pintor ruso, fallecido hace pocos días en Berlín, había contado que la imagen con Brezhnev y Honecker reproducida en los restos del Muro nació en su taller de arte de Moscú en los años 80, en la época de las exposiciones clandestinas de los autores del samizdat. En 2014 explicaba que no era solo un símbolo de un mundo del pasado; por el contrario, ese mundo estaba regresando y por eso la imagen volvía a tener tanta actualidad.
Moscú (AsiaNews) - En la noche del 15 de agosto, por complicaciones derivadas del Covid, murió en Berlín, a los 62 años, el pintor ruso Dmitry Vrubel. Se trata del autor de la famosísima escena del beso entre Brezhnev y Honecker reproducida en uno de los muros que quedaron en pie tras el derrumbe del Muro de Berlín, símbolo del fin de una época pero también profecía de nuevos abrazos entre los poderosos que pretenden dividir el mundo. La pintura se titulaba "Señor, ¡ayúdame a sobrevivir en medio de este amor letal!".
El deseo expresado por Vrubel reflejaba la voluntad de liberarse para siempre del abrazo asfixiante del imperialismo soviético. Y, con la reunificación de las dos Alemanias, apuntaba al redescubrimiento de una identidad de pueblo fundada en la fraternidad de una nueva Europa, formada por naciones independientes y soberanas unidas en la defensa de los derechos y las libertades. Ese sueño parecía cumplirse, hasta que el beso de los poderosos volvió a amenazar y destruir lo que se había creado en los últimos treinta años.
En 2014, 25 años después de la caída del Muro, Vrubel fue invitado a una recepción en su honor, organizada por la embajada alemana en Moscú. Posteriormente se presentó otro proyecto del pintor ruso, junto con su colega y compañera de vida, la artista Viktoria Timofeeva. Tras vivir varios años en Berlín, los dos planeaban transformar los muros de la capital alemana en una serie de grandiosos cuadros simbólicos, que dieran testimonio de la fragilidad del mundo contemporáneo, siempre en constante cambio. El propio artista explicó que se dio cuenta de que el "Beso" no sólo era el símbolo de un mundo pasado, ya que estaba recuperando su actualidad.
Ese año, en Kazajistán se produjo un escándalo a raíz de una campaña publicitaria que representaba una copia del "Beso" de Vrubel, en el que se abrazaban el Presidente ruso Putin y el compositor kazajo Kurmangazy, un músico del siglo XIX que había sido el símbolo de los levantamientos asiáticos contra las ocupaciones de la Rusia imperial. La imagen fue condenada en su momento por "cinismo y pornografía", y los responsables de su difusión tuvieron que pagar una multa de un millón de dólares. Pero la realidad es que los besos de los poderosos se han multiplicado en los últimos años, hasta el punto de retratar a Putin en un abrazo con Trump, Xi Jinping u otros aliados y posibles rivales.
El "beso letal" se ha convertido en un símbolo universal, una imagen del pop-art para describir la dificultad que supone recomponer los destinos de los pueblos. Y resulta más chocante y evocador que nunca en el año del gran conflicto entre los "hermanos" de Rusia y Ucrania, que afecta a los pueblos de Europa y Asia. A esta imagen apelan tanto la cultura gay como sus adversarios, el ideal veterocomunista y sus antípodas ultraliberales, en una ambigüedad digna de una "Gioconda", la Mona Lisa contemporánea, como reconoció el propio autor, que confesó en varias ocasiones que nunca imaginó haber creado algo tan universal.
En una conversación que mantuvo con una amiga suya, la escritora Svetlana Konegen, Vrubel contó que el "Beso" nació en su taller de arte "clandestino" de Moscú en los años 80, en la época de las exposiciones clandestinas de los autores del samizdat en la era de Brezhnev. El pintor se trasladó entonces a Berlín, llevándose sólo el cuadro original que retrataba a los dos dictadores y, según cuenta, "todas las ingenuas esperanzas de los jóvenes artistas moscovitas, que soñaban con la apertura de las fronteras, y nosotros empezamos a hacerlas realidad". Otro emigrante ruso, el traductor y crítico de arte Aleksandr Brodovsky, instó entonces a Vrubel a reproducir su cuadro del Beso en el muro..
Las vanguardias rusas de principios del siglo XX -desde Kandinsky y Malevich, que fundaron la Bauhaus en Berlín, hasta el bielorruso Chagall- inspiraron el abstraccionismo del arte contemporáneo. Los disidentes rusos que emigraron a Alemania, como Vrubel y sus amigos, nos han dejado un simbolismo de nuevas fraternidades por cultivar, o quizás de nuevos Muros por derribar, para no disipar su herencia.
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