La monarquía tailandesa, el 'playboy' Rama X y el choque entre leales y reformistas
Para los defensores de la institución es "la clave de nuestro sistema", y suprimirla implica una "guerra civil". Opositores y críticos denuncian las extravagancias y la ineptitud del actual monarca. Desde el comienzo de la pandemia de Covid-19, el rey se ha recluido en un centro turístico de Alemania, con sus concubinas. El éxito del hashtag #republicofthailand.
Bangkok (AsiaNews / Agencias) - La monarquía "es la clave de nuestro sistema" y suprimirla equivaldría a una "guerra civil". Warong Dechgitvigrom, de 59 años, ginecólogo retirado y ex diputado, a pesar de que no parece un ultra representa la posición de los defensores extremos y a ultranza de la institución, que está en la mira de manifestantes y estudiantes desde hace tiempo. En las filas de los partidarios del rey Vajiralongkorn de Tailandia también se encuentra el ex jefe del ejército, el general Apirat Kongsompong, quien recientemente definió las posiciones de quienes se oponen a la oligarquía militar-realista como "una enfermedad más difícil de vencer que el Covid-19".
Warong, fundador del grupo pro-monarquía "Loyal Thai", está entre los que piensan que el soberano debe seguir siendo una personalidad intocable. Y que la institución encarnada por este último es garante del mejor de los mundos posibles en el antiguo reino de Siam. “Somos un país donde reina la corrupción - afirma - sobre todo entre los políticos: necesitamos una instancia, en el nivel más alto, que nos permita equilibrar esta deriva. Y esa instancia es la monarquía”.
El descontento con la monarquía es cada vez más evidente entre opositores y voces críticas, como lo confirma el éxito, impensable hasta hace unos años, del hashtag #republicofthailand, compartido 740.000 veces en medio día a finales de septiembre. Una respuesta a la negativa de los diputados y senadores conservadores a votar en el Parlamento a favor de un proyecto de enmienda de la Constitución. A la cabeza de este movimiento, según Warong, estaría Thanathorn Juangroongruangkit, de 40 años, cuyo partido quedó en tercer lugar en las elecciones de 2019 y fue disuelto el pasado febrero por orden del Tribunal Constitucional, desencadenando la protesta en las calles.
Los reclamos de los opositores y los jóvenes estudiantes habrían sido impensables hasta hace poco, en un reino donde el soberano está protegido por una ley muy dura de lesa majestad. No obstante, los manifestantes presentaron al rey Vajiralongkorn (Rama X, según el nombre dinástico) de 68 años, una reforma de 10 puntos que incluye una reducción de los poderes del monarca. La reforma consiste, en primer lugar, en renunciar definitivamente al control del ejército y las fuerzas armadas, aceptar el traspaso de los bienes de la corona al control directo del Ministerio de Hacienda (hay unos treinta mil millones de dólares en juego), y la abolición de la ley de lesa majestad.
No se trata solo de los cargos, las posesiones y la reforma del estado. En el pueblo tailandés actualmente se encuentra en discusión la persona misma del monarca, que ciertamente no tiene el carisma y la influencia de su predecesor, el recordado rey Bhumibol. Para empezar, su refugio dorado en un resort de lujo en Baviera, Alemania, donde decidió aislarse con sus amantes y concubinas desde el principio de la nueva pandemia de coronavirus, dejando al Primer Ministro (exjefe del ejército) a cargo del país.
Su reputación de "playboy" también irrita a Berlín, que cada vez se muestra más impaciente con este huésped tan ilustre como incómodo en su propio territorio, que atrae más el interés de la prensa sensacionalista que de diplomáticos y políticos internacionales. Tan es así que el gobierno alemán ha convocado al embajador tailandés en más de una oportunidad para informar su descontento sobre el hecho de que la política interna de otro país se gestiona desde su territorio. Y de poco valieron las garantías de la representación diplomática, según la cual el control está firmemente en manos del Primer Ministro mientras el rey permanece en Alemania "a título privado".
El caso es que su comportamiento ha alimentado las reivindicaciones de aquellos que desearían, si no el final, al menos un fuerte redimensionamiento de la autoridad del soberano, en una protesta no violenta pero firme, con los jóvenes en primera fila. Ellos representan la vanguardia de la modernidad, de un mundo nuevo que choca con una institución "arcaica" cuyos poderes están ahora fuera de cualquier contexto aceptable y democrático. "Lo que importa es la institución en sí misma, no tanto el personaje..." dice el realista Warong. La monarquía sigue siendo una institución muy venerada en Tailandia, pero incluso entre las personalidades más conservadoras están comenzando a filtrarse ideas reformistas.
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