La lucha del higúmeno Sergij contra el ‘poder fuerte’ del patriarca Kirill

de Vladimir Rozanskij

Suspendido por su obispo, Sergij ataca al Patriarca y a la jerarquía eclesiástica por haber cerrado las iglesias durante la pandemia. Para el monje, la Iglesia está siendo “guiada por los médicos del Servicio Sanitario Nacional”. Multitudes de fieles salen en su defensa, inclusive vestidos de cosacos, en el monaterio de Verkhoturja. Tonos apocalípticos.

Moscú (AsiaNews) - El enfrentamiento entre el skiihigúmeno Sergij (Romanov), líder de los monárquicos rusos “Covid-negacionistas” y las autoridades eclesiásticas está alcanzando niveles preocupantes. Hace algunas semanas, él fue suspendido por el obispo de la diócesis en los Urales, el metropolitano de Ekaterimburgo y Verkhoturja, Kirill (Nakonechnyj), a causa de sus “maldiciones”, proferidas contra la cuarentena. Hace dos días, el higúmeno (foto 1) estuvo presente en una audiencia en el tribunal eclesiástico, al cual se había dirigido para anular la suspensión. Sin embargo, no quiso aguardar el resultado de las deliberaciones y se limitó a declarar, para luego regresar de inmediato al monasterio.

Al tomar la palabra delante del tribunal, Sergij no se excusó por sus excesos verbales, sino que recargó la dosis: “El patriarca Kirill ha decidido cerrar las iglesias ortodoxas por miedo a la muerte… el patriarca, el Sínodo, el episcopado no tienen ningún poder sobre la Iglesia, que está siendo guiada actualmente por los médicos del Servicio de Sanidad Nacional, y siempre se doblega al poder civil. Considero que estas actitudes de nuestros jerarcas son un sacrilegio frente al Espíritu Santo, y una traición a la verdadera fe de la Iglesia Ortodoxa”.

El higúmeno con el gran skhima, que considera que su autoridad es superior, incluso a la de patriarca, agregó: “No soy yo el que provoca el cisma, sino el episcopado, que no tiene el coraje de defender la fe, y tiene miedo de perder su sillón”.

El 16 de junio, el tribunal emitió una declaración según la cual, siendo que Sergij se negó a a responder a las preguntas y se limitó a leer su declaración, se convocará a una nueva sesión el próximo 26 de junio, “con la esperanza de que el skiihigúmeno Sergij pueda encontrar las energías espirituales para entablar un coloquio sincero y en vivo, y poder discutir con serenidad sobre su comportamiento, recapacitar sobre los [actos] cometidos y corregirse”.

Pero el higúmeno Sergij no parece tener ninguna intención de arrepentirse y además le espera una investigación judicial de la policía por “comportamiento extremista”. En tanto, él ha difundido un nuevo vídeo, en el cual dice confiar “en la venida de un zar verdaderamente ortodoxo, que juzgará cada cosa con la auténtica justicia”. En la posición de Sergij se constatan las mismas notas de un obispo ruso de algunos años atrás, Diomid (Dzjuban) de Chukotsk, cuyo conflicto con el patriarca de aquél entonces, Aleksij II, en el 2008, lo llevó a salirse de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Luego, Diomid también fue marginado por los ortodoxos conservadores; a diferencia de Sergij, que confía en el apoyo de sus numerosos hijos espirituales.

En efecto, muchos seguidores del starets han acudido a su monasterio en Verkhoturja, ubicado a unos 10 km de Ekaterimburgo, para expresar su solidaridad (fotos 2 y 3). Un grupo consistente entre ellos también organizó un servicio de seguridad en el perímetro del monasterio, exhibiendo los uniformes históricos de los cosacos, los “defensores de la fe”, de memoria medieval. Los voluntarios solo permiten la entrada de los peregrinos, expulsando del monasterio, y de muy mal modo, a periodistas e incluso a algunos sacerdotes: no fue admitido el Padre Georgij Viktorov, a quien el metropolitano local Kirrill había enviado al monasterio para asegurar las celebraciones, siendo que Sergij tiene prohibido celebrar. Hasta ahora, el higúmeno se abstuvo de las celebraciones delante de desconocidos en las cuatro iglesias del monasterio, pero evidentemente se prepara para reanudarlas, por la fuerte custodia de sus cosacos, que incluso están dispuestos a resistirse a la acción policial. Algunos de sus jóvenes seguidores esperan recibir el Bautismo, en la famosa ceremonia en la que Sergij vuelca sobre los neófitos tres cubos con tres litros de agua helada, para expulsar a los demonios.

La situación parece estar fuera de control: el higúmeno Sergij usa el monasterio como si fuera su propiedad (también se lo llama “el Vaticano se Sergij”) e incluso ha alejado a la abadesa, la higúmena Varvara (Krygina) junto a otras monjas, que le habrían aconsejado al starets una mayor moderación. La culpa de Madre Varvara consistiría sobre todo en haber tomado la palabra durante un encuentro del clero, fundamentalmente para defender al higúmeno. Las otras monjas han permanecido cerca de su padre espiritual. Por otro lado, Sergij controla otros tres monasterios de cierta relevancia, sobre terrenos de más de 100 hectáreas, en la provincia de Ekaterimburgo, todos próximos al lugar donde fue asesinado el zar Nicolás II. Cabe destacar que a estas estructuras hacen referencia numerosas propiedades civiles, viviendas y fábricas, e inclusive empresas; en el noreste de la provincia, un pueblo entero prácticamente dependería del higúmeno.

Como suele suceder entre los místicos rusos, el conflicto entre la jerarquía eclesiástica y el skhiigumen está asumiendo dimensiones apocalípticas, frente a “la venida del Anticristo”. Como sea, el resultado de esta lucha marcará el futuro de la Iglesia Ortodoxa Rusa.