La lucha contra la pedofilia en la Iglesia: los retrasos de Asia en el Informe Vaticano

Hoy se presentó el documento anual encargado por el Papa Francisco sobre las iniciativas para la prevención del abuso infantil. La Comisión pide a las Iglesias locales que superen "una cultura generalizada de silencio y renuencia a denunciar, y una falta general de educación y conciencia sobre las prácticas de protección".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – En las Iglesias católicas de Asia y el Pacífico todavía existen "dificultades para identificar y abordar con precisión el alcance real de los abusos dentro de las instituciones eclesiásticas, debido a una cultura generalizada de silencio, a la renuencia a denunciar los abusos y a una falta general de educación y conciencia sobre las prácticas de protección. Estos desafíos se combinan luego con los del clericalismo". Es una fotografía severa - que muestra que todavía queda mucho por hacer en las medidas concretas para la protección de los menores - la que ofrece el análisis dedicado específicamente a la región Asia-Pacífico en el primer "Informe anual" sobre este tema que se presentó hoy en el Vaticano.

El documento fue elaborado por encargo del Papa Francisco, quien pidió a la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores - el organismo creado hace diez años para promover la lucha contra la pedofilia dentro de la Iglesia y presidido por el Card. Sean O' Malley - que presentara todos los años un informe sobre lo que se está haciendo en todo el mundo, como un momento de "transparencia y responsabilidad". El texto fue redactado por un grupo de trabajo presidido por la jurista Maud de Boer-Buquicchio, miembro de la Comisión, con una larga experiencia en la defensa de los menores en nombre de instituciones internacionales. En sus 96 páginas hace un balance tanto de las respuestas globales de la Iglesia como de una serie de situaciones particulares que se han examinado en los últimos doce meses (entre ellas la Conferencia Episcopal de Papúa Nueva Guinea y las Islas Salomón y la de Sri Lanka, que realizaron su visita ad limina al Vaticano). Pero, sobre todo, se dedica un capítulo entero - el segundo - a los análisis producidos por los Grupos Regionales y redactados por algunos miembros de la Comisión junto con expertos de cada continente. En este ámbito se ofrecen los resultados del contexto de Asia-Pacífico al que se ha hecho referencia.

Eso no significa que falten experiencias individuales positivas en este campo: el Grupo Regional cita expresamente algunas en el sur de Asia (Bangladés, India, Sri Lanka, Nepal, Pakistán, Bután), con la aplicación de "encomiables medidas de protección, como lo ejemplifica el St. Joseph’s Safeguarding Centre de Mumbai, India". También elogia el significativo compromiso con el camino de Justicia y Conversión – el camino que indicó el Papa Francisco, basado en los cinco pasos de Conversión del mal, Verdad, Justicia, Reparaciones y Garantías de no reincidencia – que se puso en práctica en Australia y Nueva Zelanda, con la colaboración de organismos externos como la Royal Commission into Institutional Responses to Child Sexual Abuse (Australia) y la actual Royal Commission of Inquiry into Historical Abuse in State Care and in the Care of Faith based Institutions (Nueva Zelandia).

Pero junto a estas luces, los desafíos que hay que afrontar siguen siendo grandes. "En el sur de Asia (Bangladés, India, Sri Lanka, Nepal, Pakistán, Bután), aunque la Iglesia ha sido una fuerza de apoyo comunitario - dice - también ha habido casos de abuso clerical que requieren una cuidadosa atención y resolución". Se hace hincapié en que "los paisajes socioeconómicos únicos, con factores como la diversidad religiosa y de los sistemas jurídicos, requieren estrategias de protección personalizadas", que evidentemente todavía luchan por afirmarse.

En el Sudeste Asiático (Myanmar, Tailandia, Laos, Camboya, Vietnam, Filipinas, Indonesia, Timor Oriental, Malasia, Brunei, Singapur), se afirma que "los casos de abuso clerical se han denunciado de manera incoherente, obstaculizados por las estructuras jerárquicas tradicionales, los valores patriarcales, los mecanismos legales ineficaces, la corrupción y el miedo a las represalias sociales".

En Asia Central (Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán) – se observa – "la presencia de la Iglesia es relativamente marginal, influida por la cultura predominantemente musulmana de la región y limitada por factores políticos y jurídicos. Se debe mejorar la colaboración entre la Iglesia y los organismos estatales, y esto requiere una estrategia integral para generar confianza dentro de las comunidades locales, mejorar los marcos legales y políticos e invertir en intervenciones basadas en la comunidad".

En cuanto a las islas del Pacífico, "aunque tienen culturas diferentes, todas enfrentan problemas de falta de datos, altos índices de abuso y una cultura del silencio. La Iglesia Católica tiene cierta influencia, pero debe hacer frente a la complejidad en materia de protección. La cultura samoana tiene dificultades para lidiar con el abuso y la situación requiere introspección, educación e intervenciones de colaboración".

Por último, con respecto a Asia Oriental (China, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Mongolia, Hong Kong y Macao), el informe afirma que "persiste la necesidad de desarrollar asociaciones específicas con las partes interesadas, gubernamentales y no gubernamentales", lo que sugiere un retraso significativo también en este caso.

Sin embargo, el Informe también señala los caminos para ayudar a estas Iglesias locales para seguir avanzando. La solidaridad entre las Conferencias Episcopales es fundamental para superar la escasez de recursos específicos que se encuentra en las Iglesias de Asia, así como en las de África y América Central y del Sur. Al mismo tiempo, el camino principal sigue siendo escuchar a las víctimas y sus familias. Porque, como observó el Card. O'Malley durante la presentación del documento, solo "su valentía para hablar, llamando a la Iglesia y a su liderazgo a la responsabilidad" ha hecho posible todos los pasos que se están dando en el mundo para la protección de los menores.