La larga víspera electoral en Tiflis
Menos de un año después de la votación parlamentaria, el partido gobernante Sueño Georgiano ha recuperado apoyos, aprovechando la recomendación favorable de la Comisión Europea para obtener el estatuto de candidato a la UE. Un logro que el propio Patriarca Ilja II saludó como "resultado de los esfuerzos de nuestro pueblo y de las autoridades que dirigen el país".
Tiflis (AsiaNews) - Falta menos de un año para las elecciones parlamentarias en Georgia, y el clima político en todo el país ya se está caldeando, con la multiplicación de los sondeos y las promesas de alianzas, las barreras electorales por cambiar, como si hasta ahora la cuestión no hubiera sido importante. Los incesantes enfrentamientos entre mayoría y oposición, el debate sobre la destitución de la Presidenta Salomé Zurabišvili y la liberación del ex Presidente Mijaíl Saakašvili dan paso hoy a una redefinición de posiciones, a la espera del veredicto del pueblo.
El principal tema de debate durante los dos últimos años ha sido la posible admisión de Georgia como candidato a la UE, y el pasado 8 de noviembre llegó la recomendación favorable de la Comisión Europea, que en cierto modo cerró la fase más aguda de la cuestión, abriendo todos los demás frentes de confrontación. Teóricamente, aunque las posibilidades no son muy altas, el 15 de diciembre el estatus de candidato podría ser bloqueado por países individuales de la UE, pero incluso esta eventualidad no provocaría reacciones especialmente agitadas entre los georgianos, no sería todavía un "rechazo total".
Según los últimos sondeos, en estos momentos el partido gobernante Sueño Georgiano contaría con el 25% del consenso, mientras que el Movimiento Nacional vinculado a Saakashvili se detendría en el 13%, que podría aumentar significativamente mediante acuerdos con partidos menores de la oposición. Por sí solas, las demás listas no alcanzarían el 5%, cifra que se debate en la barrera electoral. Tras un descenso en los meses anteriores, el Sueño Georgiano volvería a alcanzar la cuota anotada a finales del año pasado.
La crisis política del pasado marzo, que corrió el riesgo de costar muy cara a la mayoría, había sido generada por el intento de imponer la ley "Putin" sobre los agentes extranjeros, pero la derrota en este punto se vio compensada por la búsqueda de alianzas europeas, como la mantenida con Hungría, que si bien no se desmarcan de la tendencia prorrusa, han desplazado un poco el foco de la sociedad georgiana.
Por su parte, los líderes del Movimiento Nacional no han logrado generar nuevas olas de apoyo de la oposición. Como señaló el diputado Roman Gotsiridze, que abandonó el Movimiento Nacional para unirse al otro grupo de "eurooptimistas", "la retórica populista de la victoria no es suficiente si no está respaldada por resultados". La teórica superioridad de los prooccidentales sobre los prorrusos, en la que insisten los amigos de Saakašvili, no ha encontrado de hecho consuelo en las rondas de elecciones locales del año pasado, entre otras cosas por la incapacidad de formar un frente unido y creíble para contrarrestar a los "servidores de Ivanišvili", el oligarca de Putin y fundador del Sueño Georgiano, que controla la política entre bastidores.
Gotsiridze insiste en que "no basta con consolarse con encuestas telefónicas y cultivar la práctica sedante de la autoafirmación consoladora, ya que no podemos soportar la derrota electoral, cuando en todas las elecciones acabamos siendo derrotados. Esta forma de autohipnosis de las oposiciones, condicionada por la teatralidad del ex presidente encarcelado, siempre al borde de la muerte, pero siempre resurgiendo de sus propias cenizas, según varios observadores se basa en el descontento general con toda la clase política, que de alguna manera debería convertirse en cambio de régimen, mientras que al final hace el juego a la casta gobernante.
El statu quo fue bendecido por el propio katholikos de la Iglesia ortodoxa georgiana, el Patriarca Ilya II, que saludó el dictamen favorable de la Comisión Europea como "el resultado de los esfuerzos de nuestro pueblo y de las autoridades que dirigen el país". La influencia de la Iglesia en el pueblo es calificada por las encuestas como casi plebiscitaria, superando el 90% de aprobación, y la mayoría de los obispos apoyan abiertamente el Sueño Georgiano, como el obispo de Bodbijsk, Iakov (Jakobišvili), que declaró en televisión que "en la actual oposición política hay muchas mujeres y hombres que han actuado en contra de la candidatura de Georgia a la UE, como me han dicho algunos europeos, e incluso algunos estadounidenses". Mientras tanto, Saakašvili sigue pidiendo el indulto del Presidente Zurabišvili, a la espera de un milagro que reúna a la oposición para crear la "nueva Georgia".
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