La historia del p. Felice, que involucra a todos para ayudar a los que sufren
Taipei (AsiaNews)- El p, Felice Chech, misionero camiliano en Taiwan, es conocido en toda la isla por ser un gran entusiasta “fund raiser” (recolector de fondos) para la atención de los enfermos. Es sobre todo gracias a él si el hospital de Santa María en Luodong, en la provincia de Yilan, se desarrolló tanto que puede competir con los mejores centros de cura de la isla.
¿Cómo inició su misión en Taiwan?
Llegué a Taiwan en noviembre de 1971. Yo entré en el seminario de los camilianos cuando tenía 12 años en Brianza (zona al norte de Milán), si bien soy originario de Treviso. Después de terminar teología estudié en Boston, en los EEUU, porque debía aprender inglés para poder ir a la misión. En Taiwan los camilianos no estamos organizados como una provincia sino como una delegación. Actualmente en el mundo somos unos 1.100. En 1952 después de la salida de China, algunos de nuestros misioneros fueron a Tailandia, otros a Taiwan. Hemos abierto un hospital en Luodong y uno en las Islas Pescadores.
Esas eran las zonas más pobres, las islas y la parte oriental de Taiwan. Me recuerdo de cuándo partí de Italia, el 19 de noviembre de 1971, sin decírselo a mis padres. Se lo dije sólo a mi hermano y a mi hermana. Para llamar a mi pueblo, tenía que llamar a la cantina y pedir que ellos avisaran a mis padres que los llamaría después de una hora. No existían los celulares ni internet, es más mis padres ni tenían teléfono en casa.
Después de haber estudiado chino en Hsinchu por un año y medio, me transferí a Luodong como capellán de los trabajadores de la mina, estuve allí cuatro años, luego fui párroco de Luodong por doce años. Después de estas primeras experiencias me enviaron a Magong por seis años como párroco y vice director del hospital.
Esos eran tiempos en los cuales había todavía viejos misioneros médicos y enfermeros, como el hermano Marinello y el p. Di Doné, además del famoso cirujano Janez Janez, un médico laico muy preparado y eficiente que trabajó en el hospital por treinta y ocho años, realizando más de ochenta mil operaciones quirúrgicas. Me salvó la vida también a mí, luego de un accidente en moto.
¿Por qué su vocación camiliana?
En realidad, para decir la verdad yo quería entrar al seminario diocesano, pero mis padres no podían pagar la cuota, si bien era barata. Luego a través de un amigo, entré al seminario menor de los camilianos. Y me apasioné por la historia de San Camilo de Lellis, éste nació en el año 1550, en el establo de su casa, cuando su mamá ya tenía sesenta años. Luego se convirtió a los 25 años. Él quería ser franciscano, pero no lo aceptaron porque tenía una llaga en el pie y como vestía un sayo, esta llaga le provocaba más inflamaciones a la pierna. Debía hacerse curar constantemente.
Su superior le dijo que lo lamentaba mucho, pero que no estaba hecho para la vida franciscana. Camilo muy inteligentemente le hace escribir que “no era por mala voluntad o por mal ejemplo que es alejado de los franciscanos, sino por este problema físico”. Después de haber dejado el convento va a vivir al hospital y es mirado con desconfianza porque antes de intentar la vida franciscana tenía el vicio de las apuestas y había perdido todo su dinero en juegos de azar. No podía pagarse las curaciones en el hospital.
El supervisor del hospital le permite internarse pero le pide en cambio que ayude a los enfermeros. Con su comportamiento, después de su conversión demuestra a los dirigentes del hospital que es un hombre nuevo y le permiten permanecer. Poco a la vez nace alrededor de él un grupo de voluntarios que asisten a los enfermos.
En aquel tiempo cuando internaban a alguno en el hospital era necesario confesarse. San Camilo dice: “¡No! Lo primero que hay que hacer es darle una cama al enfermo, lavarlo bien y hacerlo visitar por un médico”. Sólo después se le pregunta, si es el caso, si quiere confesarse. Camilo forma un grupo de hombres de buena voluntad, aunque esto provoca envidia de varias partes. Tiene la tentación de abandonar todo, pero se siente alentado y decide ir a estudiar con los muchachos, él que era alto más de dos metros, para poder convertirse en presbítero y fundar el instituto que ya tiene en la mente.
Aquí en Taiwan es muy famosa su obra por el hospital de Luodong sobre todo entre 1995 y 2004, cuando se realizó una gran ampliación de la estructura, gracias a los fondos juntados por él y su equipo.
Cuando en 1995, volví al hospital de Luodong, me nombraron vice director, rol que he desarrollado por los nueve años siguientes, hasta 2004. En aquellos nueve años hemos ampliado, con una gran actividad de juntar fondos guiada por mí, el pequeño hospital que habíamos abierto en 1952. La escuela de enfermería que hemos iniciado ahora ofrece lecciones universitarias a más de tres mil quinientos estudiantes, con un currículum de cinco años. Fuimos los primeros en iniciar la profesión de enfermería también a los varones, lo que antes era reservado sólo a las mujeres.
¿Cuáles son sus secretos de fund-raiser?
El secreto es obviamente saber presentar el bien que fue hecho precedentemente. El bien hecho es innegable. En segundo lugar, toda nuestra administración fue siempre transparente. Cada oferta por patrte de los donadores es acompañada por un recibo de nuestra parte. Esta es la base de nuestra credibilidad. Además algunos amigos, sobre todo de hospital de los Menonitas de Hualian, me explicaron algo del fund-raising, y me han inspirado mucho y me abrieron el camino.
Yo parto del principio que lo que se me pide hacer se convierte en mi interés absoluto. Se vuelve mi pasión, tras las huellas de San Camilo, que cuando comenzó su misión entre los enfermos creo un movimiento de interés y de dedicación por los que sufren que ¡llevó a sus discípulos a los continentes más lejanos!
19/01/2016 13:12
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